El trío volvió a Niceto con un show demoledor y reafirmó por qué es una de las bandas más potentes de la escena alternativa.
El viernes por la noche, Niceto Club era el lugar donde había que estar. La presencia de Dum Chica engalanaba el boliche de Palermo, que cerca de las nueve empezaba a llenarse de tapados largos, cuero y lentes oscuros. Hace poco la banda dijo sentirse alejada de la escena postpandémica del under, y eso se refleja en su público. Pero hay cosas que no cambian: Sigue latiendo en Dum Chica una potencia oscura que lo arrasa todo.
Con la apertura del telón, una pantalla roja iluminaba los rostros del público. Sobre el escenario, un demonio jocoso -que portaba cuernos y ropas de cuero y metal- se paseaba entre luces bajas, mientras subían de a uno los Dum Chica. Con Matías (Luke) ya sentado en la batería, Juana (Gallardo) fue directo a empuñar el bajo, mientras que Lucila (Storino)–caracterizada como una coprotagonista de Matrix– se dispuso a dominar al demonio, para demostrar desde el inicio quién manda.

Desde el primer tema, el bajo fue el protagonista. Riffs distorsionados y modulaciones saturadas sirvieron de base para que la voz de “Lucy”–punzante y con ecos– se colara como un cuchillo en la carne del público con “Dirty Dona”.
Lucila y Juana se adueñan del escenario como dos villanas salidas de sagas distintas. Juana se planta firme, como si echara raíces en las tablas, y demuestra con su bajo que es mucho más que una instrumentista. Solo con una base de batería, sus riffs hacen parecer prescindibles al resto de los instrumentos del mundo. Lucila, por su parte, canta iracunda sus canciones agudas y baila con precisión militar y una sensualidad oscura, como un personaje que no entró en el corte final de La Naranja Mecánica.

El setlist recorrió varios temas de Super Premium Ultra (2024) como “Ra”, “Fax” y “Paco”, sin dejar de lado clásicos de los inicios como “Gratis” y “Figuritas”. En “Supersónico”, se sumó La Pibaa: “La Rusa” apareció en escena sentada al pie de la batería, fumando en silencio, y recién en el estribillo se sumó a cantar para cerrar el tema aportando su toque personal sobre la línea principal: “Supersónica, supersónica, siempre pienso mal, supersónica”.
La otra invitada de la noche fue Lucy Patané, que aportó punteos distorsionados en “Sangre buena”. Su participación fue quirúrgica: se acopló a la banda con naturalidad y sumó matices que impulsaron el tema.

Durante un impasse, Lucy tomó el micrófono para hablar de las imágenes proyectadas en el show que la banda dio en el Quilmes Rock, donde se mostraba al presidente Milei como un demonio ensangrentado. “Nos mandamos un par de cagadas”, dijo sin mucho remordimiento, y aprovechó para pedir que tengan en cuenta a Dum Chica para abrir los shows de Iggy Pop en su próxima visita al país.
El final llegó con “Such a Witch” y “Terremoto”, donde volvió a aparecer el demonio, bailando descontrolado en el fondo del escenario mientras el trío hacía explotar el local. Hubo un falso cierre, pero regresaron para tocar “Virna”, superclásico de su repertorio, y anunciar una nueva fecha en Niceto: el 26 de junio.
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