El 2024 abrió su temporada de festivales con una edición del Nuevo Día, el evento fresco que ya dejó su huella y reunió a los artistas jóvenes con sus influencias más cercanas.
Hablar del Festival Nuevo Día ya no es hablar de algo nuevo. Creado por la productora Surfer Rosas, el festival empezó a reunir en 2022 a muchas bandas nuevas, todas llenas de energía y ansias de tocar en vivo, que salían de un mundo post pandémico donde todas las ideas eran posibles. Los grupos estaban diseminados, pero gracias al Nuevo Día se fue generando una comunión contracultural, un lugar donde los músicos (y la gente que los iba a ver) podían expresarse sin prejuicios, bailando y gritando (más lo segundo que lo primero).
Si bien ningún movimiento es uniforme, las bandas de la nueva camada tienen un gusto por el ruido: el punk, lo gótico y el caos son los tres pilares en los que se balancean artistas como Mujer Cebra, Nina Suárez o Revistas. La escena terminó de conformarse el 16 de abril de 2022 cuando el Nuevo Día, después de pasar por el Matienzo y Moscú, llegó a Vorterix a dejar su huella, incluyendo en el lineup a Las Ligas Menores como cabecera, un grupo que esta nueva generación lo conoció como un referente de la música.
Después de reeditar el lineup del calibre de Vorterix en Rosario, La Plata y Montevideo durante 2023, el Nuevo Día no se tomó respiro y siguió apostando a su crecimiento arrancando el 2024 con una nueva edición de dos días con dos escenarios en la Ciudad Cultural Konex. Una primera jornada de viernes calurosa, que tenía a los históricos Massacre como headliners.
Una gran remera (negra)
Respetando el horario del flyer -¿cambios que nos dejó la pandemia?-, Sakatumba apareció en el destechado escenario Konex a las 18:45, bautizado como Escenario Nuevo Día, que a pesar de sólo tener 45 minutos de puerta, ya mostraba varios fanáticos que empezaban a hacer valla. La remera negra lisa se replicaba en una gran parte de la gente, con la única variación de la banda que tenían estampada: “Mujer Cebra”, “Winona Riders” o “Dum Chica” habitaban la misma tela que “Led Zeppelin”, “Ramones” o “Massacre Palestina”, en una muestra del nuevo amor-rockero-oscuro que esta generación tiene para con sus bandas.
Con riffs de bajo de pocas y cromáticas notas, bien nirvanero, el cuarteto generó los primeros pogos de la noche. Presentando Puro teatro, su disco debut del año pasado, Sakatumba mostró todas sus influencias góticas y postpunkers, con una gran presencia del teclado de Octavio Báez, quien cada tanto se ponía su instrumento como si fuera una guitarra, una especie de Pablito Lescano del new wave. Báez, además, cantó la mayoría de los temas, excepto cuando le dejó la voz principal a Renata Bade (guitarra), de un timbre más onírico y ansioso, y a Marcos Medina Bellotti (bajo) que cantó firme y a los gritos “Ropa equivocada”.
Cuando se subió Winona Riders al escenario, sin hacer un mínimo ruido, el público ya había creado la olla para saltar, casi exigiéndole a la banda que le dé el pogo que tanto estaba necesitando. El sexteto no dudó en regalar ese pogo con “A.P.T (American Pro Trucker)”, de su segundo disco, El sonido del éxtasis, y sucesor de Esto es lo que obtenés cuando te cansás de lo que ya obtuviste, ambos de 2023.
La pantalla se mantuvo roja durante todo el show, creando una especie de contraluz a los integrantes de Winona, mientras desplegaban todo su rock ácido y desértico de canciones largas y sonidos envolventes. En una modernización de los riffs que los Hives habían recuperado de los Kinks, Winona Riders llevó la destrucción al escenario, con un Gabriel Torres Carabajal que se electrizaba mientras tocaba la pandereta, el cencerro o las maracas.
Después de varios cánticos de la gente (“Winooona, Winooona”), el final se dio con “D.I.E (Dance In Ecstasy)”, con guitarras sacadas de parte de Ariel Mirabal (que también canta) y Ricardo Morales, anclados en los colchones de El Bocha en los teclados. El trance había terminado pero la jornada seguiría en ese tono.
El plato fuerte del Nuevo Día 2024 era Massacre, quienes, sabiendo cómo iban a dejar el escenario los WR, decidieron arrancar con un cover de “All Tomorrow’s Parties” de la Velvet Underground, un tema que mezcla psicodelia, drone y pop, en el inglés con tono más argento al que nos tiene acostumbrado Walas, el frontman más carismático de todo el rock alternativo.
Inmediatamente vino la ametralladora de hits del quinteto formado en 1985: “Tengo captura” (2011), “Te leo al revés” (1998) y “Querida Eugenia” (2003) mostraron la solidez de su discografía, con un pico de popularidad que se dio tras El mamut (2007), producido por Juanchi Baleirón.
“Estamos muy contentos de estar acá, en este festival que de alguna forma bautizamos”, agradecía Walas mientras presentaba “Nuevo día”, de su álbum debut Sol Lucet Omnibus, de 1992. Como si fuera un Brian May alternativo, Pablo Mondello y sus solos llevaron al éxtasis canciones como “La octava maravilla”, “La reina de Marte” y “Tanto amor”, tres tracks que no pueden faltar en ningún setlist de Massacre.
El trueno explota por dentro
Mientras se daba el éxodo del escenario Nuevo Día al Vomit (“la Sala de las Columnas”, como se conoce a esta parte del Konex), ya se podían escuchar los primeros tonos graves del bajo de Juana Gallardo en otro de los platos fuertes de la noche: Dum Chica.
El trío, que se completa con Ramiro Pampín en la batería y Lucila Storino en la voz, resetea el rock llevándolo a su mínima expresión para poder sacar el mayor de los provechos en cada instancia. La batería es extremadamente ruidosa y cada tom tiene su peso; los diferentes pedales del bajo alejan cualquier tipo de monotonía en el sonido mientras conducen la canción y los gritos, silbidos y saltos de Lucila no hacen extrañar la falta de acordes o una primera guitarra.
Cuando Lucy pregunta al público “¿Vamos a bailar un poco?” no se refiere a mover los hombros siguiendo un groove canchero, sino a saltar, hacer quilombo y dejarse sentir impactado por el trío, como si fuera un rayo que cae siempre en el mismo lugar. “Ra!”, “Ey ey” y “Figuritas” son claros ejemplos de lo que la banda busca y consigue con su energía punk.
Marina Fages era otra de las artistas con un gran recorrido -cuatro discos en solitario- que presentaba el festival Nuevo Día. La artista viene de lanzar El mundo pequeño, un álbum volcánico que salta sin escrúpulos del rock más desenfrenado a una flauta pasiva que canta melodías de un animé.
También con actitud rockera y compartiendo los estallidos guturales de toda la jornada (aunque Marina casi llega al death metal en su garganta), Fages arrancó su show con la canción que da el nombre a su última placa, para luego volver un poco en el tiempo con “Llevame”, de Dibujo de rayo (2013) y “Lo mejor de mí”, de Épica & fantástica (2019).
En una actuación relajada pero no por eso pasiva, el recital tuvo su fin con dos hits de Épica & fantástica: la bailable “Piedra marea fuego” y la rockera y metalera “Provincia”, con un desquiciado solo de guitarra.
El cierre del Nuevo Día 2024 se dio a la medianoche, cuando Las Tussi aparecieron en el escenario Vomit. Presentando su EP Sangría, también tuvieron lugar las composiciones de Jajaquejaja (2022) y Jajaquefuerte (2021), sus primeros EPs.
Mezclando garage y punk, el trío marplatense aprovechó las luces azules y rojas para arremeter con su sonido auténtico y desacatado. En “Cuchillito”, la carta de presentación de Sangría, juegan con el amor y la agresión, al igual que lo hacen en su letra: “Si no respetás este amor / la que sale es cuchillito”.
El final de la primera jornada del Nuevo día 2024 confirma que la nueva generación está aprovechando cada lugar que le dan para hacer lo suyo. Si bien la canción de Massacre que le da el nombre al festival trata sobre un desamor, hay un verso que podemos usar como epígrafe de lo que es el Nuevo Día: “Y este hermoso presente / salvaje, y nada más”.
Mirá más fotos del festival
