La apertura de la edición número diez del Lolla fue un recorrido por su propia historia: su noventoso inicio norteamericano, el triunfo del indie dosmilero y los raros sonidos nuevos.
Después de su espectacular debut hace once años, finalmente en 2025 llegó la décima edición de Lollapalooza Argentina, que tan solo no se pudo realizar en los dos años pandémicos y únicamente sufrió un día de baja por la gran tormenta que azotó aquel domingo de 2018. Para celebrar los diez años, el festival se propuso repasar su propia historia, siempre con su variada propuesta musical, pero ateniéndose a su propio estilo y a la forma de ir incorporando artistas a lo largo del tiempo.
La jornada comenzó temprano con Vinocio, quienes abrieron el Alternative Stage a las 14:15, e hicieron su ya clásico show de power trío, con saxo, batería y teclados desplegados por el amplio escenario, algo que no perjudicó la química que siente el grupo, que mezcla el jazz fusion con el neosoul y el hip hop.
Todavía salteando los dos main stages, la asistencia al Perrys crecía para Planta, el proyecto de los ex Perras on the Beach al mando de Simón Saieg. Casi como si fuera para mostrar de dónde vienen, el grupo comenzó su show con “Spot”, la primera canción de su discografía (iniciada en 2023), con unas visuales que se basaban en la portada del single.
En esta nueva búsqueda de Rodrigo Martinez, Ignacio Laspada y Simón Saieg, el trío intenta traer la psicodélica noche mendocina, mezclando la electrónica con el manso indie que llevan en sus venas. Esta dualidad convive también en el vivo: los tres arrancan atrás de sus teclados/máquinas de DJ, pero cada tanto agarran un micrófono y pasan al frente a cantar sus melodías, como si no pudieran contenerlo.
La alegría no es solo australiana
Todavía con un abrumante sol, uno de los platos fuertes se presentaba en el día 1 del Lollapalooza Argentina 2025: Parcels, que, en su segunda venida a la Argentina, agotaron en un día su sideshow en el Complejo C Art Media, mostrando el crecimiento que tuvo la banda desde su debut homónimo en 2018.
Mezclando nu-disco con funk (y un poco de indie), en seguida el quinteto se despachó con dos de sus canciones más conocidas, “Overnight” y “Tieduprightnow”, para darle más importancia a la vibra que iba a tener todo el show en vez de tener a la gente esperando por esos éxitos. Desde el inicio, los australianos se mostraron con la misma fineza que en su debut en el Lollapalooza 2019 y con la misma paradoja de estar tan ajustados musicalmente como relajados en su ejecución.
El setlist de la tarde los paseó por sus dos discos de estudio, los cortes de su futuro tercer disco y un par de adelantos más, como “Ifyoucall” y “Yougotmefeeling”. Cada canción de Parcels se siente como un pequeño rompecabezas rítmico donde todo está en el lugar que tiene que ir. Su alegría playera y relajada no empalaga a sus canciones (que se sienten muy naturales), y encuentran su contrapeso en la potencia que le ponen a los cortes y a las secciones más oníricas.
Después de la postal de amistad musical armonizada que dejaron con “Shadow”, donde los cinco integrantes pasaron al frente del escenario, la banda tuvo que improvisar: “We lost our drummer”, dijo Patrick Hetherington cuando Anatole Serret desapareció repentinamente. Sin perder su actitud chill, los australianos no se mostraron nerviosos y empezaron a improvisar esperando la vuelta del baterista, que se acopló unos minutos después, dando el cierre con “Somethinggreater”.
Los que pueden, pueden
Con la música de Los Sims 1 de fondo, viajamos de Australia a Argentina, ¿o a Miami? CA7RIEL & Paco Amoroso volvían a tocar en Capital después del boom de “#Tetas”, todo su EP Papota y el salto internacional de su Tiny Desk. La nueva mutación del dúo había arrancado exactamente un año antes, cuando en Lollapalooza 2024 le dieron play a su disco desde un jacuzzi y todos escuchamos por primera vez Baño maría, su primer larga duración juntos.
Dos globos hiperrealistas de Cato y Paco se iban inflando, haciendo referencia a su nuevo EP, mientras todo el escenario se fabricaba siguiendo la música del modo construir de Los Sims. A las 18:45, CA7RIEL & Paco Amoroso aparecieron en el pico de una botella de papota (coloquialmente, anabólicos y estroides) y el público estalló con gritos y empujones mientras comenzaba el hit sexual “Dumbai”.
Le siguieron más éxitos de Baño maría, como el r&b “Baby gangsta” y funkrap carioca “Mi diosa”, mientras el dúo variaba entre emular su Tiny Desk Concert (sentados en dos banquetas grooveando) y querer saltar y escupir sus raps. La tercera posición sucedió en “Pirlo”, la balada rompecorazones con la que el recital quedó suspendido en el aire.
CA7RIEL & Paco Amoroso también tuvieron tiempo para repasar su historia, que arrancó hace varios años. “Ouke”, “Hola mina XD” y “Cono hielo” sirvieron para repasar las diferentes etapas musicales del dúo y disfrutar su evolución. Para el final, la papota tomó el control: en “#Tetas” y “Día del amigo”, un grupo de físicoculturistas mostró sus dotes, paseándose en la pasarela con Cato y Paquito mientras algunas personas del público también decidían mostrar sus cuerpos.
Ecos del indiepop
Ya de noche, Foster the People fueron los encargados de que se volviera a respirar esa esencia indiepopera de los inicios de Lollapalooza Argentina. Tanto fue así que Mark Foster arrancó el show con “Helena beat”, la primera canción de su aclamado disco Torches (2011), otro ejemplo más de una banda indie cuyo álbum debut es considerado el mejor de su discografía.
Canciones indietronicas como “Miss you” sirvieron de puente para mostrar la faceta más rockera y experimental de la banda, alejándose de la canción y envolviéndose en un clima de sintetizadores metálicos y arpegiadores infinitos. Insaciable y curioso, Mark Foster parece probar todas las puertas y ventanas que tengan la etiqueta de “electrónica”, como cuando en “Lost in space” utiliza una especie de vocoder en su voz o la gran variedad de samples vocales que tiene en su teclado.
Con un setlist anclado en Torches, el grupo recorrió también los hits “Houdini”, “Call it what you want” y “Dont stop (color on the walls)”, que encendieron el calor en el público del Lolla. Iba llegando el final y, como si fuera un tema más, Foster the People se despidió con “Pumped up kicks”, su himno indie pop que tiene más de mil cien millones de reproducciones en YouTube, rememorando su participación en Lollapalooza Argentina 2015 y aquella época dorada de caos controlado, con guitarras flacas y bajos ansiosos.
Pasado, presente y futuro en Lollapalooza 2025
El cierre del Samsung stage estuvo a cargo de la siempre expresiva Alanis Morissette, quien regresaba al país después de 16 años: su última presentación en Argentina había sido en 2009, en el marco de la presentación de Flavors of Entanglement (2008).
“Hand in my pocket” y “Right through you” fueron las primeras dos de las veinticinco canciones que la canadiense tocó durante la noche -más que en su anterior visita en solitario en el Luna Park-, en una lista de temas que orbitó alrededor de Jagged little pill (1995), su álbum más exitoso, que en conmemoración de sus veinte años fue tocado casi entero.
En un estado de éxtasis que duró todo el recital, Morissette solo paró de moverse en el escenario cuando llegó el set acústico, que además de incluir “Mary Jane” y “Wake up” de Jagged little pill, tuvo también “That I would be good”, de Supposed Former Infatuation Junkie (1998), el sucesor de su éxito discográfico.
En su forma de escribir de cantautora, Alanis relata con lujo de detalles historias con preguntas, planteos y contradicciones que sólo las canciones elásticas y espaciosas de los 90s podían acobijar. La potencia vocal de la canadiense y los acordes post-grunge elevan su propuesta y le dan su toque distintivo, como se escucha en su máximo hit “You Oughta know” que, en el amague del cierre, dejó huella en todo el público.
El final del show de Alanis Morissette en el día 1 del Lollapalooza Argentina 2025 fue con “Thank u”, que se convirtió en un cierre y agradecimiento al festival en general, quienes desde su debut en 2014, fueron acompañando al Lolla en su propia transformación. Originado en Chicago en los ruidosos 90s, Lollapalooza llegó a Argentina en 2014 con un sonido indie y alternativo que, con el correr de las ediciones, fue agregando nuevos matices y diversificando su paleta sonora, siempre escuchando los nuevos sonidos de la modernidad.