Una vez más, el festival demostró que es el punto clave para unir generaciones y estilos. Desde el pop punk clásico de Blink-182 y The Offspring hasta la nueva ola con Winona Riders y Mujer Cebra.
Cada nuevo año del Lollapalooza Argentina trae consigo un debate en su lineup. Gente que comparte gustos y rango etario puede decir ante cada revelación de la grilla de artistas que “este es el mejor año” o “me quedo mil veces con el anterior”. La propuesta de Lollapalooza Argentina es ecléctica y arriesgada, y no apunta a un público en específico, lo que llevó al festival a ser el más grande del país. Para su edición 2024 tuvieron un día 1 acorde: pasaron exponentes nacionales del nuevo rock argentino (Mujer Cebra, Winona Riders), del electrorock (Peces Raros), artistas establecidos del pop (Juliana Gattas), del trap (Ysy A) y los históricos internacionales que se llevaron la noche: Blink-182, Arcade Fire y The Offspring.
Con un pequeño cambio de horarios sobre el inicio del Lolla, Mujer Cebra abrió el Samsung Stage demostrando por qué son una de las caras más llamativas de la nueva escena. Siendo un trío, logran un sonido llenador, con reminiscencias de The Cure, cargando gritos melancólicos durante las estrofas para explotarlos en los estribillos a pura oscuridad. Con Patricio Seminara (batería) como interlocutor con el público, la banda se encargó de presentar sus canciones de Clase B, su último disco de estudio, producido por Estanislao López.
Cinco minutos antes de las tres de la tarde arrancó el mantra sónico de Winona Riders. Con guitarras desérticas e hipnóticas, el sexteto puso en éxtasis a todo el Flow Stage, que vibraba con su propuesta noise y stoner. Con pocas canciones, pero de larga duración, WR cerró con “Dopamina”, de su disco debut Esto es lo que obtenés cuando te cansás de lo que ya obtuviste, del año pasado.
Entre el pop, la rave y el género fluido
Dueña de un magnetismo tan raro como tierno, Juliana Gattas debutó como solista con su flamante disco Maquillada en la cama, estrenado hace tan solo una semana. Y no se necesitó de ninguna canción de Miranda! para avivar el show: desde su comienzo con “Borracha en un baño ajeno”, Juliana cautivó a su audiencia con una propuesta kitsch y dramática. Vestida de dorado y negro, participaba de las coreos y teatralidades de sus bailarines, mientras la pantalla mostraba una seguidilla de stickers de WhatsApp tomados de los memes más cotidianos y absurdos de nuestra internet argenta. El cierre fue con la canción que le da el nombre al disco y, después del saludo hacia el público, la cantante se despidió muy emocionada: “Me voy a llorar”.
Entre el folk-punk-pop de la estadounidense Fletcher y el trap con estilo de Ysy A, Peces Raros inició su rave rockera en el Alternative Stage sorprendiendo a todos los que nunca habían presenciado un show de los platenses. El que esperaba un final de canción para aplaudir se dio cuenta de que el set de los Peces no iba a parar: la ambición de hacer un show rockero bajo los estándares del trance es lo que motiva a Marco Riera y Lucio Consolo, que ya llevan diez años sacando música juntos. En una combinación única de guitarras oscuras, melodías pop y baterías programadas (y en vivo también), Peces Raros mostró la originalidad que siguen puliendo disco a disco.
La propuesta para el Alternative Stage a las 19:45 era intrigante: ¿por qué se aclaraba en el nombre del artista que Ca7riel & Paco Amoroso iban a estar en un jacuzzi? El dúo apareció con unas batas y todas las dudas fueron disipadas cuando la voz en off de TikTok explicó que lo que venía a continuación no era un show, si no una listening party del nuevo disco de Catriel & Paco. El álbum, que se llama Baño maría y sale el 18 de abril, es una indescriptible mezcla de trap, drum ‘n’ bass y house, lo que podría ser una combinación de sus discos solistas: El disko, de Ca7riel, y Saeta, de Paco. Su presentación en Lollapalooza convirtió el día 1 en una fiesta, a la que se sumaban diversas chicas que se metían en su jacuzzi, a tono con las letras lujuriosas y libidinosas, hablando de tetas operadas, Miami, y “comprar cosas que no necesito”, en un extraño borde que no quedaba claro cuánto era parodia y cuánto era en serio.
Vivir el cambio de siglo
Mientras la migración de The Offspring y Catriel & Paco confluía en el escenario Samsung, Arcade Fire empezaba su tercer show en Argentina (2014 Lollapalooza y 2017 BUE). Los liderados por Win Butler tienen una extensa carrera que comenzaron en el 2004 con el icónico Funeral, disco fundamental (más que Neon bible, su sucesor) que representa una de las aristas del nuevo sonido indie XXI: bajos que marcan la tónica a lo punk, pero que son embellecidos por muchos instrumentos por encima y guitarras machacadas violentamente, pero que son suelo fértil para armonías vocales angelicales u oscuras.
Pero su presencia en Lollapalooza 2024 estaba enmarcada en la gira de WE (2022), su sexto disco, un intento de vuelta a las bases tras experimentar con canciones más pop y bailables en Everything now (2017). Y así empezaron, casi comparando estos dos últimos discos, con “Age of anxiety II (Rabbit hole)” y “Creature Comfort”, respectivamente. Con el correr del show se mostraba la versatilidad de los integrantes, que enrocaban de instrumentos en cada canción, en lo que parecía una orgía musical. Aunque las miradas de los presentes se las llevaba el percusionista invitado Tiwill Duprate, que arengaba a las masas y daba saltos mientras Régine y Win se pasaban las estrofas de “Reflektor” o “Afterlife”.
El público pareció conectar con los canadienses/estadounidenses recién al final, con el hitazo “Everything now”, que hizo prender las cámaras de los celulares para grabar ese estribillo que habla de la alienación tecnológica y la impaciencia de lo digital. Aunque la sorpresa fue lo que sucedió después de que Win Butler dijera sus primeras palabras en castellano: “¡Gracias! ¡Gracias a la vida!”. Lo que podía ser una casualidad terminó siendo algo pensado: Javiera Parra, nieta de Violeta, apareció como invitada por la banda para cantar la icónica canción chilena, que acá también fue versionada por Mercedes Sosa.
Javiera y su charango se quedaron para el cierre del show. “Wake up”, de Funeral, se llevó todos los gritos del escenario Samsung; un track agridulce que trata sobre la desilusión de crecer de una forma directa. Como un guiño para los argentinos y leyendo su machete fonético, Win cantó casi toda la canción en castellano, siguiendo a tono con la vibra latinoamericana.
Ahora sí, tras de la baja repentina de Blink-182 en Lollapalooza 2023, los californianos llegaban por primera vez en su vida a Sudamérica, muchos años después del pico de su carrera y con un disco nuevo que habla de la reunión de los tres miembros más icónicos del grupo, Mark Hoppus, Tom Delonge y Travis Barker.
Su primera canción en el país fue “Anthem part two”, una de sus canciones más climáticas, que fue inmediatamente seguida por la skater “The rock show”, ambos pertenecientes a su cuarto disco de estudio Take Off your Pants and Jacket (2001). En sus primeras canciones, se vio al trío enérgico, una postal soñada por todos los +35 que fue negada por varios años ya que desde su primer disco Cheshire Cat en 1995 hasta la separación de la banda en 2005, el grupo no había estado ni cerca de nuestro país, por lo que el estallido punk post Ramones (tan argentina como estadounidense) y el hambre de ir a recitales había decantado en Green Day, The Offspring o NOFX.
“Primero que todo, gracias. Segundo, Francia”, dijo en inglés Mark Hoppus para ganarse al público argentino, en lo que no fue el único chiste pasado de moda en su recital. Entre tema y tema, y rodeados de un aroma a MTV y a las travesuras de Bart Simpson, Mark y Tom parecían improvisar sketches con un humor bien noventoso, con chistes sobre la mamá del otro y lo difícil que es tener sexo. “¿Qué están cantando, Tom? No los entiendo”, preguntó Mark, “Creo que canciones de Arcade Fire”, respondió Tom y causó risas genuinas en todo el Hipódromo.
Entre unas cuantas canciones de One more time (2023), el trío metía los obligatorios en su visita “Aliens exist”, “Stay together for the kids” y “Down”, en su clave tan transitada del pop punk irreverente e irónico, con un Travis Barker furioso, haciendo los tresillos más rápidos del oeste a una mano (inserte chiste sexual de Tom o Mark).
La recta final la arrancó la balada emo “I miss you”, que tuvo más clima de hit que “All the small things”, track que en Spotify pasa las mil millones de reproducciones, hit pop punk por antonomasia. El cierre antes del bis fue con el riffazo de “Dammit”, grabada en Dude ranch (1997). En su estribillo, compuesto a los 23 años por Hoppus, el bajista se resigna: “Well, I guess this is growing up [Bueno, supongo que esto es crecer]”, ahora, pasados los 50, cobra otro sentido: no se puede ser joven para siempre, pero por una hora y media todos, ellos y nosotros, vivimos esa burbuja de la juventud infinita que nos hizo preguntar “What’s my age again?”.
