1 estratosfera

Estratosfera y el mundo poshumanista de “1”

En clave cyberpunk, el álbum debut de Estratosfera ensambla un lenguaje propio de contradicciones para disputarse el cuerpo.


Estratosfera es el nombre solista de Laura Ferreira, también guitarrista de Nenagenix y Saramalacara. Inserta de lleno en la nueva camada del under que coquetea permanentemente con sonidos más duros y sintéticos que sus predecesores, Ferreira da un paso adelante como solista con su álbum debut, 1.

Los nuevos grupos que arrebataron el podio del under desde la pandemia parecen estar marcados por una influencia mucho más punk y alternativa con referentes como Dum Chica o Nenagenix. Donde años atrás el indie tenía un sonido predominantemente pop, poco a poco la escena porteña es copada por bandas que beben de influencias más oscuras y agresivas. Ni hablar del impacto meteórico que tuvo Dillom y toda la Ripgang en el imaginario del under.

En este contexto emerge Estratosfera como una propuesta disruptiva que ensambla un lenguaje único entre todas las influencias de sus contemporáneos. Con un sonido oscuro e industrial, 1 es un álbum sumergido en un ambiente catastrófico, asfixiante. Con marcadas influencias de Arca y Rosalía como referentes principales, así como una lectura tergiversada de la rareza de Björk, el único punto de referencia posible en la escena local es HTML con su EP 17 (2018).

La nueva carne

Ahogándose en la contradicción como motor, 1 hace lo imposible por conciliar dos extremos opuestos. O, antes que conciliar, forzarlos; el resultado es todo menos conciliador. Ante la sexualidad viva y latente, se levantan los paredones fríos de un mundo cyberpunk. La carne y el metal. El ser humano asumiendo a la vez el deseo y el reconocerse extraño.

Hay que partir de la base de que 1 crea un universo propio. Los sonidos que dominan son oscuros, industriales y sintéticos: golpes que reverberan en el impacto sobre tambores de chapa de 200L, sirenas de alarma y motos rugiendo antes de una acelerada. Una vorágine de sintetizadores. Las voces, por contrapartida, son suaves y distantes, difuminadas en el caos pero no por ello menos seductoras, gimiendo sobre el fondo. Así colisionan ambos polos para ver nacer un cuerpo nuevo, hijo de un apareamiento imposible, descendiente de una nueva época.

Es el fruto de esta unión lo que tracciona el disco y abre las puertas a un universo cyberpunk donde el hedonismo y la lujuria se proponen desprejuiciadamente. Así, Estratosfera se vale de la ciencia ficción para hacer borrón y cuenta nueva de cualquier estándar moral. Hecho del cuerpo otra cosa, las voces arrastran los placeres como último rastro de humanidad. En esta línea se propone “Diesel Superstar”, donde entre el murmullo y el ulular alejado de un aquelarre canta “Si te da la piel / that´s why I am a / Diessel superstar“.

Solo la sed

Estratosfera construyó 1 a partir de las contradicciones de lo ajeno y lo propio como camino para desprenderse de cualquier preconcepción sobre los cuerpos, verdadero eje conceptual del trabajo. Y es que, de punta a punta, el álbum desprende partes iguales de sexo y body horror. El borrado de la moralidad sobre los cuerpos le permite cantar sobre absolutamente cualquier tema sin desentonar u ofender.

Hay un rasgo fuertemente subversivo y reaccionario que se impulsa en la metáfora cyberpunk para comentar sobre la actualidad. Y es que en lugar de hacer ostento de una sexualidad libre al corte trapero, se apropia del discurso de la empoderación para así evitar caer en un vaciamiento capitalista del mismo. Estratosfera transforma el discurso antes que entregarlo y se rehusa a repetirlo como un eslogan. Así, en “Racecar” canta “Disfruto de dar vueltas, una putivuelta / pero no me toquen / I think this drink was laced“.

Hay una reivindicación del sexo y el deseo en la medida que este libertinaje se revela casi como agresión frente la hostilidad de un mundo desesperado por arrebatárselos. De esta manera la poética de 1 consistiría en decir este cuerpo es mío, este deseo es mío: lo uso como me plazca. Porque, a diferencia de la hipersexualización de la música comercial, acá el disfrute no es para el consumidor sino que entra dentro del orden de lo privado.

A Ghost in the Shell

La figura de cuerpo que presenta está despojada de su humanidad para dejar ir con ella cualquier noción asociada al consumo erótico del cuerpo femenino. Como cyborg, unión de naturaleza y tecnología, se arrebata la etiqueta con precio y código de barras, rompe los lazos que la atan desde su nacimiento a un mercado de consumo sexual. Así se abre la puerta a todo un nuevo plano de experimentación con los cuerpos.

Así se proclama como “Hardware princess” o “Diessel superstar” para abrir el juego al goce estético de la mutilación o el body horror como puerta de entrada a otra sexualidad. Allí apunta en “Muérdeme el culo” con “It´s so addictive, it´s my methamphetamine / inject my blood into your vessel / look above my mini skirt / muérdeme el culo“.

En este plano del terror encarnado en la feminidad, Estratosfera abraza tanto los susurros como los cánticos y las voces a coro que hacen de aquelarre. En su propia reversión distópica, 1 es un grito de liberación del goce y una lucha por arrebatarle el propio cuerpo al otro. Atreviéndose a un estilo único y disruptivo, crea un lenguaje verdaderamente propio que sorprende al tratarse de un álbum debut. Logra, sin ir mas lejos, hacer suyo un reclamo que poco a poco el mercado fue estandarizando y homogeneizando para una digestión segura.


Escuchá 1 y más de Estratosfera en Spotify o a continuación.

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