El power trío cerró el año con un show arrasador la pasada noche del 11 de diciembre.
Donde el viejo mundo moría y el nuevo no terminaba de aparecer, Mujer Cebra se erigió entre el caos con sonidos urgentes y una voz nueva que anunciaba, con canciones sobre la retracción y la ansiedad, que estos tiempos venían cargados de miedos nuevos, pero también de tierra fértil. El power trío, que en 2021 lanzó su álbum debut, Mujer Cebra, y el año pasado volvieron a la carga con CLASE B, ambos producidos junto a Estanislao Lopez (Buenos Vampiros, Las Tussi), ya habían agotado dos Niceto Club en noviembre y mayo, pero decidieron elevar la apuesta y cerrar el año en el Teatro Vorterix.
Mientras el viejo teatro de Colegiales se iba pintando de blanco y negro con las remeras de la banda, La Banda del Nota inauguró las tablas con una performance tan sentida como hipnótica, con temas como ‘’Inundado en su sangre’’, y ‘’Quiero ser como vos’’. El ex Vicios Caros es un frontman en ojotas que escribe con trazo fino sobre la lija. Él, que se muestra despreocupado, grita desgarrado o susurra con ternura si la canción lo pide, fuma y se desparrama en el piso del escenario como si fuera suyo. La Banda del Nota puso, sin dudas, la mesa para el banquete.
Luego de una pausa en Vorterix para que el público se ate los cordones y se secara el sudor, Mujer Cebra arrancó a los fanáticos de su quietud con “Fantasma”. El Teatro Vorterix fue testigo del pogo inmediato, las banderas que ondeaban el logo de la banda y los vasos de cerveza que volaban de un lado a otro. El trío siguió con “Veneno”, “Adrenalina” e “Y no me digan nada”, mientras se alzaban cada vez más alto aquellos cuerpos que surfeaban entre el mar de gente. Con el pasar del tiempo, las zapatillas de lona perseguidas por los punteros verde de la seguridad del teatro incrementaban su velocidad. Los cuerpos llegaban hasta la valla y el público forcejeaba con la seguridad por quedarse con el premio, entre risas y agite.
La banda, que alternaba entre canciones de sus dos discos, sorprendió con su versión de “Triste canción de amor” (cover que hicieron para la serie Cromañón). El acompañamiento del público fue parcial, como si se tratara de una canción del pasado, de otro palo, o simplemente como si no les perteneciera. Desde ahí, la banda y el público recargaron energías para el resto del show. Cerca de la mitad de la noche volvieron a sorprender con el estreno de un tema nuevo, con riffs concretos y un estribillo que ataca, con reminiscencias sonoras a Queens Of The Stone Age.
Después de ‘Esperando solo’ y ‘XXYY’, Santi se queda solo, se cuelga una guitarra acústica y empieza a cantar “El fuego es para quemar” hasta que entra el resto de la banda. “Ahora sí” y “Desaparecer” cortan con la dulzura, para que la banda encare el final con ‘’Otoño imperdonable’’, ‘’Salto’’ e ‘’Invisible’’.
El público se llevó lo que fue a buscar: el éxtasis de escucharlos en vivo, de sentir la música con todo el cuerpo. Cual mítica misa de rock o bacanal, los fanáticos saltaban, corrían y se chocaban de acá para allá, sin dejar de entonar las estrofas de sus temas favoritos. Mujer Cebra, la promesa onírica del rock alternativo, hoy ya es una banda consolidada en la escena nacional, de la que se espera mucho y nunca defrauda.
