El power trío celebró su segundo álbum de estudio con un show implacable y arrasador.
Mujer Cebra es un power trío que te pasa por arriba, no te deja respirar y te encanta. Melodías sentidas con guitarras arrolladoras, baterías rápidisimas y un bajo protagonista. La banda conformada por Santiago Piedra, Gonzalo Muhape y Patricio García Seminara se consolidó como una de las mayores promesas de la movida under con su disco debut en 2021, y hace solo semanas lanzó Clase B, su segundo álbum de estudio, en el que profundiza su estilo único de post punk tan adrenalínico como angustiante. El sábado pasado, Mujer Cebra defendió en Niceto Club sus canciones con un show demoledor.
La noche en Niceto empezó con el show de Nina Suárez, que abrió el escenario sola con su guitarra. En el segundo tema entró su banda y conquistaron al público con “Algo para decirte”, la canción que le da nombre a su álbum debut. Siguió con “Batalla naval” y “Corrida al arco”.
Después de tocar “Ciudad”, Nina se hizo cargo del elefante en la sala -un clima denso de nerviosismo preelectoral- y remató: “que se sienta la última noche del mundo, pero que no lo sea”. El show siguió hasta el final intensificando sus canciones con actitud rockera.
El telón se volvió abrir a los pocos minutos para que entre Mujer Cebra con toda la potencia de “Y no me digan nada”. Siguió en la misma línea con otros temas de Clase B, como “El veneno” e “Invisible”, y también con algunas canciones del primer disco, todas rápidas, eléctricas y potentes, y con una recepción estelar del público, el cual merece al menos un párrafo aparte.
“Y la luz me importa tanto / siempre y cuando yo la encienda y vos estés”
El público de Mujer Cebra es un mar revuelto. Una especie de ente vivo que busca arremolinarse en la calma, y que se prepara para explotar en éxtasis junto a guitarras y voces. Chicas y chicos flotando sobre el resto de la gente, como si el monstruo colectivo los vomitara. Llegan hasta el escenario, donde la seguridad los caza en el aire, les regalan una sonrisa cariñosa y los devuelven al lugar de donde vinieron. Una especie de pesca deportiva de post punkies.
Nunca sé si hay diferencias de verdad entre “pogo” y “moshpit”, lo que sí puedo decir es que no estamos sólo ante una nueva movida de bandas que llevan bien en alto la bandera de la cultura rock, sino que también vienen forjando un nuevo público, fresco, con sus propias reglas y códigos. Desatan pogos más fuertes y más sensibles al mismo tiempo. Rebotan los cuerpos entre sí como también lo hacen las risas y las disculpas. Una complicidad que es un regalo de una música que te hermana en el sentir.
La banda desacelera con “El fuego es para quemar”, una balada emotiva, que funcionó como respiro para que el trío vuelva con más fuerza. Santiago Piedra, el vocalista y guitarrista de la banda, invita a subir al escenario a Fernando Ruiz Díaz (Catupecu Machu), que llenó de elogios a Mujer Cebra y a su público. El líder de Catupecu se sumó no solo a tocar sino también cantar “XXYY”, un clásico de la banda. Después de tal experiencia religiosa, se fue arengando “Soy Mujer Cebra”.
El show terminó como el disco, con “Esperando solo” y “Donde termina el silencio”. En el escenario iba creciendo la adrenalina y la intensidad. Santiago Piedra parecía que se iba a caer en cada acorde endemoniado, mientras que Pato desaceleraba el ritmo sin perder la potencia. Gonzalo Muhape pasó directamente los últimos minutos dejando todo, tocando desde el suelo el bajo en el que porta un símbolo fundamental de Mujer Cebra: La perilla de volumen tapada con cinta americana. Siempre a fondo, a aturdirse, a detonarse, a reventarnos, desatando todo el ruido del mundo en un final soñado.
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