Un disco de rock alternativo que desafía a las barreras del género con canciones enérgicas y poderosas.
Marina Fages presentó El Mundo Pequeño, su cuarto álbum de estudio, en el que experimenta mezclando distintos colores de la paleta del rock alternativo, logrando diferentes paisajes y texturas. Desde 2021, fue presentando de a poco varios adelantos de este álbum. A “Canción de Flora”, le siguieron “El límite” (junto a Melanie Williams), “La Ciudad Nos Ilumina las Caras” y “Escamas de vidrio”.
El álbum comienza con “El Mundo Pequeño”, la canción que le da nombre al disco y anticipa de qué se tratan los temas. Es un tema triste e intenso de guitarras en primera plana y teclados que van matizando la melodía, pero después del estribillo irrumpen violentamente voces guturales. “Nací buscando una pared / para subirme o destruirla”, canta Marina, y grafica una pulsión de rebeldía: encontrar los límites para desafiarlos.
Este disco tiene un bloque muy intenso de canciones con elementos del heavy metal, conformado por “El mundo pequeño”, “Aguardiente” y “Corazón de la isla”. Pero también navega por otros subgéneros, como el punk, el punk-pop y hasta un rock más “clásico”. Llega a su punto de mayor calma cerca del final, con “Modulada en dorado”, un tema de guitarras acústicas, que tiene una letra en la misma sintonía de paz: “Veo el sol / dorado entre las nubes / con el viento”.
El Mundo Pequeño nos sorprende también con dos temas instrumentales. Por un lado “Grimorio del Mundo Pequeño”, el cual empieza con una guitarra limpia con delays, que va creando una atmosfera casi espacial, hasta que entra la banda, que va por detrás de la melodía jugando con los ritmos. Por el otro lado, “Ssantelrmor” un tema corto en el que las voces de Marina se van superponiendo, como ecos que desafían a la voz original.
Pasada la mitad del disco nos encontramos con una de sus joyas. “La ciudad nos ilumina las caras” es una canción con mucho brillo que empieza solo con la voz y una guitarra de fondo. Las estrofas tienen mucho movimiento y las guitarras que van punteando aportan mucho en ese sentido. En el estribillo resalta la potencia de la canción. “Voy a ver como el sol se oculta / la ciudad empieza a brillar”.
También hubo lugar para una estelar colaboración con Melanie Williams y El Cabloide en “El límite”, que es un tema con una onda distinta al resto, con una introducción misteriosa, estrofas sencillas y un estribillo con muchísimo groove.
El Mundo Pequeño cierra con “Canción de Flora” que, como otros temas del disco, ya es conocido para sus seguidores debido a que lo viene tocando hace tiempo en sus shows. La canción empieza con una flauta whistle tocando una melodía que va pintando un paisaje de bosque medieval, hasta que entra la voz de Marina y la banda. Es uno de los puntos más altos del disco, que mantiene lo enérgico a pesar de que está en una clave menos agresiva que el resto de los temas. Termina como empieza, con una melodía muy dulce, que encuentra la vuelta para cerrar de la mejor manera un gran disco. El Mundo Pequeño es un cargamento de energía que no se puede esquivar, y esa es la constante de los temas que lo integran.
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