Los platenses vinieron a contrarrestar los vientos porteños en el marco festivo de la primavera. Con imaginarios coloridos, flores y luces cálidas, dieron alegría a la tarde fría.
El indie representa una idea autogestiva de la difusión artística, una mezcla de alternativo -al mercado- y under -a la gesta local-. Entre tantas aristas, lo disruptivo y anti lineal da una pauta de constante cambio y pertenencia a una movida más local. La Plata alberga estas cualidades donde ese pequeño universo ubicado en la zona sur del conurbano bonaerense, puede expresarse mucho más libremente divagando por conceptos extraños o poco comunes. Los 107 Faunos vienen a representar esto en cada ocasión que puedan, y este domingo lo hicieron a gusto y divirtiéndose.
Camping BA continúa reuniendo a proyectos y artistas más relevantes y emergentes de la escena, esta vez los 107 Faunos fueron los protagonistas totales de una tarde llena de flores, amigues y fiesta.
En las cercanías de Av. Libertador y Callao, poco antes de las 18hs, se escuchaba la voz de Gato vibrando suave en la prueba de sonido, en cuanto el público en general se iba juntando en la entrada cruzando saludos afectuosos y compañeros.
Un recital de los Faunos se caracteriza por lo ambiguo, singular y carismático de sus integrantes, y esta ocasión no fue la excepción. Como si fuese programado, la tarde primaveral que acompañó al día se tornó a una noche otoñal, ventosa y nublada. Metáfora perfecta para “Calamar Gigante N° 8”: “La noche / se traga / al pueblo”.
La tarde comenzó con unos sintes suaves de Morita provenientes de “Pterodáctilo plano”, sonando desde el disco El ataque suave. Siguiendo con el agite de “Scottie Pippen y yo”, donde comenzó el primer set de saltos y pogos, se empalmaron a “Se siente así” y “El año pasado”, entre chistes de Gato, que sintetiza el tipo de humor platense que nos acostumbra.
Entre tanto y tanto hay charlas lúdicas y cortas con el público, interacción que sirve para el pase entre las canciones. La tarde-noche tuvo varios puntos altos, como la invitación de Fabio Suárez (Suárez) al bajo, con quien tocaron “Pico tres” y “Pequeña Honduras”. También acompañadas por el coro tímido de la gente, que de a poco se perdía, animaba y acercaba al escenario para amucharse y explotar pogueando al ritmo del canto “Este día el sol me premia / tiñe de naranja / los monoblocks y las palmeras”.
Mientras caía la noche, caían canciones de nicho e icónicas de los platenses, envueltos entre luces escénicas de colores contrapuestos. Los protagonistas de la noche se veían en pleno contraste con luces verdes y violetas o azules y naranjas.
Remitiendo a la inconsistencia en una línea, los Faunos interpretan canciones con la particularidad de una voz disruptiva, al borde del grito en momentos de coreo del público. Esto rompe con lo esperado, señalando cómo son ellxs, cómo es la idea de los 107 Faunos: nada establecido, cumpliendo caprichos del público que al grito de “’Muchacho lobo’, Gato” convence de manera alegre a la banda de tocarla, cantando eufóricamente “Muchacho lobo / en la madrugada / despierto aún / iluminado por la luna azul”.
Pero el punto alto fue casi al final cuando, entre chistes, la gente pedía “la canción del calamar” y los gestos como diciendo “ya va” con la mano de Gato, quien buscaba entre miradas a sus compañerxs para ver cuántos temas más se podían hacer.
El recorrido del repertorio nos llevó a momentos de tranquilidad e intimidad como en “Movimiento de las montañas” y “Llorando en la mansión prestada”, y también nos transportó a momentos veraniegos y festivos como “Recuerdos de ya”, “El óxido sonoro” y “Jazmín chino”.
Los 107 Faunos siguen igual de vigentes que siempre, con su autenticidad en discos, letras y shows en vivos, donde transmiten todo tipo de emociones sin dificultades. Directos e íntimos, es la definición que encontramos; amores, veranos, amigos y ocasiones donde siempre vamos a volver.