Con presentaciones de Militantes del Clímax, Nafta, An Espil y Save la Data, la noche del sábado fue un festejo de música y amistad por un puñado de artistas que saben del tema.
Cuando fue anunciado el Festival Hit Hot, hace ya unos meses, la descripción del evento realizaba una invitación tan curiosa como atractiva: “El show que demoró diez años en cocinarse”. El Estadio Obras fue el sábado pasado, finalmente, testigo de la gran fiesta hip hop y funk del año cuando Militantes del Clímax, Nafta, An Espil y Save la Data se unieron en escena para reivindicar los géneros que los atraviesan y la amistad que los convoca.
El camino al festival comienza con la historia de Militantes del Clímax, representantes del funk y el rap previo a la explosión del “urbano” de los últimos años, hoy ya con más de una década de vigencia. De aquella agrupación inicial saldrían luego los Nafta, un nuevo proyecto más ligado al neo-soul convocado por el guitarrista de la banda; a la par que An Espil –cantante de Nafta y corista de Clímax– comenzaba a dar sus primeros pasos como solista. Más cerca en el tiempo, un nuevo miembro se unió a la familia: Save la Data, una propuesta colaborativa y experimental con fuerte peso de la instrumentación basada en samples.
Quizás por ser el proyecto más joven de la camada, fue este último el encargado de dar el puntapié inicial a la velada, a unas muy puntuales seis de la tarde. Lo de Save la Data se trató de un set jugado pero sin perder la base del hip hop de mente: banda en vivo pero también samples; melodía y coros conviviendo con asaltos de scratch pero, por sobre todas las cosas, la fe de que una buena rima triunfa ante todo. El costado colaborativo de la propuesta encontró un punto alto en el feat de Javier “el indio” Ortega, escupiendo barras a lo vieja escuela mientras sus compinches musicales y amigos le bancaban cada vuelta de tuerca.
La presentación de An Espil, por su parte, trajo a escena un acercamiento sonoro más suave, conducido por el irresistible fraseo soulero de la intérprete. Con confianza y ganas de dejarse llevar, la artista brilló en temas propios –incluidos algunos de su muy logrado EP Jesica Alegría, del año pasado–, pero también cuando en un punto de la presentación tomó la icónica base de “The Next Episode” de Dr. Dre para darle su impronta personal. En el medio, hubo tiempo para un tema nuevo –”Loca”– y para un acústico. Sola en el escenario y guitarra en mano, An se lanzó con “Amor de instagrammer”, tema sobre conflictos amorosos en tiempos de redes que, a su vez, quedó inmortalizado en los feeds de docenas de celulares que captaron el momento.
No hubo que esperar mucho para volver a ver a Espil en escena, aunque la segunda vez fue de la mano de Nafta, grupo en el que comparte tareas vocales con Matías García “Magamo” Molinari, también guitarrista de los Clímax. La banda, que vive hoy un gran presente –incluido un doble Gran Rex el año pasado–, demostró que sabe cómo hacerle frente a un público numeroso, como el de un Obras que ya se iba llenando. Lo suyo fue un show redondo y estudiado, orquesta de cuerdas y una banda en su jugo incluidas. Entre las perlas del set se destacó un cover de “Paisaje” de Franco Simone –un favorito argentino, a juzgar por las versiones de Gilda y Vicentico que lo inmortalizaron en el país–; además de las coreadas “Unos días más” y “Potra”, dos cortes ejemplares de soul moderno.
Ya entrada la noche fue, ahora sí, momento para que el grupo que comenzó todo brillara con luz propia. La presentación de Los Militantes del Clímax no solo funcionó como una síntesis de las diversas aristas de la noche –conjugando géneros y músicos que habían compartido escenario en las horas anteriores– sino también como una reivindicación del formato vivo como “show” y no como la simple interpretación de temas de estudio ante un público. En tarima, los pioneros del rap-funk mezclaron rimas, pasajes instrumentales para bailar, e incluso sketches de humor surrealista y performance teatral en un cóctel volátil de música y sorpresa.
Vestidos de kimonos y arreglos extravagantes, como salidos de una fiesta de disfraces a unas pocas cuadras, los Clímax se subieron al escenario con la misión de dejar marcada su propia impronta desde el vamos. El público, por su parte, les siguió todas sus facetas, fuera el jazz-rap nocturno de “Rédito espiritual” y “Panorama”; o las improvisaciones fuera de guión de la banda. Benjamín Gutiérrez –para todos, “El abuelo”– también se llevó sus esperados aplausos como MC, demostrando que sus rimas y cadencias están forjadas en la más pura tradición del rap en puntos altos como “Súper” y “Origen del gen”.
Para el cierre de la velada, tras los últimos bises y puestas teatrales de los Militantes, la sensación imperante fue la de que “diez años en cocinarse” era más que un latiguillo. Porque si de algo se trató la noche del sábado fue de una celebración del impensado pero siempre mágico camino trazado por un grupo de amigos y colaboradores que, con trabajo, constancia y mucho amor por la música, lograron armar la suya contra viento y marea. Habrá que ver dónde los encuentran los próximos diez años, pero lo más seguro es que será intercambiando rimas y grooves con la misma soltura de siempre.