Con un giro más íntimo en las canciones y letras que integran su nuevo trabajo, la cantautora y productora chilena lanzó su sexto álbum de estudio.
Primero debemos aceptar, atravesar un profundo dolor para, luego, intentar volar al cielo. Tras la tormenta, no sin antes superar el abismo que recurrentemente se contempla en los pensamientos, será posible seguir en movimiento y libertad. La tranquilidad y luminosidad posterior es, sin duda, el mensaje que rápidamente representan las diez canciones que Javiera Mena ha logrado compartir en Inmersión; un trabajo que cuenta con diversos ritmos y estilos que acompañarán las distintas etapas de este proceso introspectivo que a través de su variada musicalidad será posible conocer.
“Palacio de hielo” será el comienzo de un relato que no eludirá los sufrimientos que las partidas y despedidas generan. Lo que sucederá después solo dependerá de la fuerza y deseo de los sueños paralelos. Seguidamente, “Na na na” intentará mostrar que el dolor y la incertidumbre podrán construir un refugio en la luminosidad que emerge luego de cada tempestad. Con “Pez en el agua” es posible escuchar la voz luego de la tormenta. Aunque el abismo parece recurrente, y también evoca otros, siempre estará la posibilidad de continuar y contemplar un horizonte mejor.
La ambientación de la siguiente canción cambiará ligeramente la temática que las anteriores reflejaban. Con más fuerza, ritmo e intensidad Javiera evocará una figura más poderosa, una feminidad deseada que no responderá a nadie, por tratarse de la “Reina de la Selva”. Luego de esa evocación, “Claro de Luna” será, nuevamente, una instancia de tranquilidad y refugio. Representará el abrazo en medio de la locura. La introspección se atreverá a expresar sin ambigüedades el significado que el renacer tuvo en está búsqueda, y quedará compartido en la letra de “Volver a llorar”.
Con el final aproximándose, el rol de la frenética ciudad no podía eludirse en esta historia, y así quedará relatado en “Esta Ciudad”. La balada posterior tendrá la romántica e íntima participación de Santiago Motorizado, logrando en “Mar de Coral” una combinación que indudablemente alcanza el clímax buscado. Los últimos mensajes tendrán la misma transparencia que los relatos anteriores compartieron, y concluirán con la agradable cadencia de “Absurda” y la rítmica “Entropía”. Así, el final invitará a una nueva partida; una que deberá continuar próximamente.
El proceso que comparte Inmersión tiene, como primer comentario, una búsqueda valiente, como toda propuesta que parte de una exploración íntima a través de las canciones. Esa búsqueda que propone Javiera Mena se refleja, además, en una musicalidad que acompaña esos distintos estados para darles más claridad y también para poder establecer una evolución. No todo es dolor, no todo es crecimiento. Sin esa trayectoria entre ambas experiencias, la nueva partida no podría darse. Así, en su sexto álbum de estudio la cantautora y productora chilena suma un nuevo capítulo en su carrera; uno que en las próximas semanas continuará en su gira europea.
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