La banda liderada por María Zamtlejfer encuentra en la simpleza la mejor forma de expresar la ambigüedad de sentimientos propios.
La Sombra de tiburón responde como una metáfora, o una analogía hacia lo temible, funciona como un mensaje claro. El poder de lo simple, acompañado con distintos tintes que complejizan y conforman un tipo de canción. Como si habláramos de una carta, con sus detalles pero con un claro tema, Tigre Ulli mezcla estos elementos para lanzar un disco que entusiasma y nos resulta íntimo con la banda.
Los dos singles adelanto nos sirven para ubicar el disco en un corte, en un nuevo punto de vista de la banda. Luli rearma sus orígenes y sus influencias hacia una letra directa que pone las bases. No hay mucha vuelta, desde el inicio del disco, una frase sincera nos conmueve con pura empatía: “Ya no puedo evitar / ponerme a llorar / sabiendo que se escondieron” del primer tema “La nueva montaña”.
Los sonidos, simples, no buscan grandes complejidades ni agregados ni feats. Este sonido, tan fresco y en búsqueda de autenticidad, es el mismo que vamos a encontrar en vivo, guitarras suaves, riffs filosos de Marcos Canosa, una batería que brilla en la prolijidad de la mano de Tom Quintans y el bajo indie con la firma registrada de Morita: la súperbanda sabe lo que hace. Despejados de sus proyectos individuales, la búsqueda de ese nuevo sonido con sello LAPTRA, se intensifica desde que Luli pegó un salto con su voz tímida hacía una más aguda y melosa.
El recorrido del disco nos lleva a lugares íntimos, de introspección. Exploramos la empatía, y también nos interpela. La ternura y sencillez se complementan con lo triste de la profundidad. Así es como en temas como “Paseo nocturno”, “Malos sentimientos” o “La tormenta” nos llevan a lugares más oscuros y de no retorno. Otros temas tienen la facilidad para encontrar el lado positivo de situaciones adversas: “El buen fantasma”, “Bella vista” o “Cinco trofeos” tienen una conclusión que nos puede dar sensaciones de progreso o adelanto en relaciones: “Ya sé / un día va a cambiar / pero yo voy a estar / pero yo voy a estar”.
Hay puntos del disco donde hay que resaltar la versatilidad sin perder esa esencia que quieren transmitir, “Dientes de sable” actúa como corte, ese posible pogo se ve claro, rápido, fuerte, pegadizo y con esa batería que nos señala cuando saltar, pausar y volver a saltar. La sensación de la voz pegada con las guitarras señalan las influencias punk del cuarteto.
Sombra de tiburón se presenta como un canto libre a los sentimientos. Sin darnos vueltas, va directo a donde quiere estar; los sentimientos que quizás reprimimos. La banda completa con cada instrumento la estructura simplista del disco, la facilidad que encontraron para decirnos cosas muy íntimas es atrapante: relaciones personales, sentimientos ocultos, situaciones incómodas y todo esto como si fuese una obra de teatro con capítulos para desarrollar personajes. De acá a lo proximo, Tigre Ulli tiene el desafío constante de crear microclimas en cada tema y, mediante la facilidad de la voz de Luli, lograr interiorizarnos en sus puntos de vista.
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