
El regreso de Tobogán Andaluz a la noche de Niceto
Entre amistad, complicidades y mucho pogo, la banda celebró con sus seguidores un repaso por las distintas etapas de su carrera.
Con la brisa húmeda que presagia los primeros días de la primavera porteña, otra noche, otro encuentro, en Niceto estaba por dar comienzo. Luego de algunos minutos, algunas guitarras dieron la señal del comienzo para que Tobogán Andaluz saliera a la escena para romper el murmullo del público y transformarlo en una sola parte, casi un elemento compacto, dispuesto a acompañar un viaje donde la melancolía y la celebración serían la propuesta.
Desde el comienzo, “Canción de Navidad” funcionó como declaración de principios —“yo aprendí a trabajar / nos amaremos en el mar”—, y mostró que el primer pogo, todavía tímido, sería una constante. El repertorio se desplegó como un repaso de las épocas de la banda. “Siempre sueño las mismas cosas” y “Seis de la mañana” activaron la memoria de quienes llevan años siguiéndolos, mientras “Amor en el cine-club” y “Ciudatella nacional” recordaron que la banda siempre mantuvo como fuente de sus canciones, de sus letras, al entramado urbano y sus vivencias. Hubo momentos de cierta calma “Coney Island” y “Claridad”, pero aun ahí el público no dejó de saltar.

El público reconoció con aplausos y saltos cuando la banda tocó “Alfonsina en Marte”, que contó con la participación de su amigo El Nota; y “2 semanas”, donde el movimiento se volvió inevitable. “El detalle” y “Partido en dos” devolvieron a la sala una intensidad más introspectiva, aunque incluso en esos clímax más densos la multitud encontró en ese agite un acompañamiento. Luego, entre brindis y reivindicaciones por los bibliotecarios, el recuerdo de la juventud apareció explícito en “Juventud”, pero también de forma velada en “Martes” y “Habitación 205”, donde lo cotidiano se volvió excusa para la complicidad entre amigos.
Seguidamente, “Catedral”, “La sociedad de Julieta” -que contó con la participación de Mazé- y “Río Rojo” ampliaron el registro hacía otras letras, pero sin nunca perder el movimiento. La emoción tuvo un punto de intensidad con “Lágrima plateada” y “Lo que más quiero”, dos canciones en las que el público coreó cada palabra como si se tratara de un pacto de fidelidad. Así, tras una pausa que anunció el final, el repertorio solo buscó continuar exacerbando al público con “Temporada de brujas” y “María juega a ser un avión”; mientras “Un tesoro en la avenida” y “Las naves espaciales” reforzaron la sensación de que cada canción invita a otra historia posible. Finalmente, “La capital del mundo” y “Esperando la primavera” funcionaron como despedidas, traduciendo la esperanza y desenfreno colectivo en un pogo final.

Desde aquel inicio juvenil en 2010, cuando Facundo Tobogán formó la banda con apenas 18 años, hasta la intensidad del presente, Tobogán Andaluz atravesó seis discos, separaciones, regresos y hasta el desafío de presentar en vivo lo que la pandemia había dejado en pausa con Poesía para edificios. Entre guitarras incendiadas, naves espaciales y fantasmas urbanos, sus canciones fueron creciendo junto a la gente que nunca dejó de apropiárselas. Así, el show en Niceto se suma a ese historial de encuentros que sus seguidores, como en otras ocasiones, disfrutaron y tendrán presente en sus memorias.
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