Ante una notoria presencia juvenil y una enorme necesidad de elevar la temperatura corporal, Vinocio presentó su nuevo álbum en un show cargado de mixtura musical, con varias sesiones de improvisación y una épica jazzera que los ubica en el centro de la escena independiente de Buenos Aires.
La noche previa al feriado puente del 16 de junio, Vinocio tocó en Niceto Club ante centenas de personas sedientas de baile para afrontar la helada de afuera. Fue inevitable reparar en la gran presencia de juventud veinteañera. Se percibía una necesidad, no solo de vivir la experiencia que ofrece la banda, o “proyecto musical” como les es más apropiado llamarse, sino de conectar con una cúpula sonora lo suficientemente penetrante para cortar con la estática de la rutina.
La expectativa duró alrededor de una hora y monedas. A las 21:45 sonaron percusiones, que retumbaban y elevaban la temperatura corporal. Cinco minutos de calentamiento que cobró mayor fuerza por el humo encenizado de los cigarrillos esparcido por el aire alcanzaron para que se abrieran las cortinas: un color azul emulaba un set cinematográfico de David Lynch. Con una intro de esencia spinetteana, que luego sumó trompetas y tambores hondos, comenzó “Tostados”, el segundo track de su nuevo disco del mismo nombre. Hay pasajes jazzeros, quilombo, cruce instrumental, pero también sofisticación en el sonido.
Esa sensación siguió en temas como “Yacaré” del disco Awah (2022). Ya para abrir la parte más chill, Vinocio optó por melodías más pausadas con canciones como “Guarda la risa” y “Monykah”, de su disco Me estás haciendo mal (2021) y “Cabo”, quinto tema de Tostados (2025). En ese tramo las voces se tornaron más pulidas, con agudos lejanos y armonías más marcadas, aunque hay excepciones, como en “Viernes”, tema con fibras más experimentales a través de distorsiones.
Sin embargo, el grupo no puede evitar su naturaleza jazzera y apostaron, varias veces durante la noche, a improvisar piezas musicales que despertaran fiebre entre el público. Una mística urbana de noche porteña se apropia del Niceto Club. La “impro” no sólo es una zona donde los músicos de Vinocio se hallan cómodos, sino que encandilan a quienes bailan abajo del escenario. “Tienen todo para hacer esta movida, pueden tocar en cualquier sucuchito”, se escuchó decir sobre la gira europea que preparan para las próximas semanas.
Para el momento en que tocaron “Horizonte” y “Ronaldinho” (de Horizonte, 2024), dos temas que interrumpieron el trances sensorial de la gente, la escena abajo del escenario ya se había desbordado. Las percusiones, guitarras, los vientos y el teclado escalaron hacia una rítmica explosiva que alentaba al fervor.
“Tremenda percu”, se escuchaba por ahí. La música se tornaba desafiante. El movimiento masivo se acentuó con “Cash”, una sesión de funky con bajos más pronunciados que hizo arder el baile. Para cerrar, regalaron una “final impro” que desató la efervecencia de los pibes y pibas. El show de épica jazzera de Vinocio en Niceto demostró el espíritu de la banda: una percusión de escala sísmica, cargada de una potencia que brota del seno mismo del amor por los sonidos.