La noche balvanerense tuvo dos mandamientos claros: simpleza y bandas de amigos. Con más o menos recorrido, los artistas comaprtieron miradas cómplices y referencias claras de nuestra idiosincrasia.
Una nueva edición del Sonido Konex en 2025 se dio lugar en la Ciudad Cultural Konex, luego de lo que fue su fecha en mayo. El ciclo comenzó con los Vicente Colombo, banda del oeste y con particularidades que se normalizan entre quienes la habitúan: el club Vélez, el fútbol, el conurbano y el barrio. Quizás para bandas más metafóricas, se pierde ese sentido directo de la banda con el público, bueno, aca sucede todo lo contrario, letras sinceras, hacia una idea especifica: un penal fuerte y al medio para que lo entendamos en los términos correspondientes.
Formación agresiva: las dos guitarras, el bajo y el teclado en fila y respaldados por una batería sumamente potente, golpes claros y secos que redondearon un sonido que, si bien tiene sus variantes por su cantidad de voces, se acentúa en un rock/pop barrial. Sin intenciones de categorizar, ellos juegan y nos cuentan sus cosas con canciones.
Haciendo recorrido por su disco debut Para: Miriam se hicieron sentir buenas canciones como “Caba gato” o “Si te veo te cago a piñas” y algunas más pausadas como “Rojo rosa”. La presentación estuvo a la altura de una noche que recién comenzaba, con un ida y vuelta con el público dedicado que llegó con su bandera, Vicente aprovechó por demás la oportunidad de mostrarse.

Nina Suárez
Sobre el marco presentación de El lado Oscuro, la superbanda de Nina Suárez, con una formación ya clásica conformada por Manolo Lamothe en batería y Juana Muschietti en bajo, se despachó con muchísima solidez de la noche.
Con inicio potente pero suave para el tema homónimo, “El lado oscuro”, una batería de golpes fuertes y el bajo intenso, muy presente y participativo. Acentuando en los instrumentos individuales, el resultado es sonido en vivo puro y duro. Una Nina madura que juega entre solos y miradas cómplices con sus compañeros.

Temas pegados que canalizan la fuerza y el fruto de los ensayos. Dos en uno con “Quequén” y “Chino ojos rojos”, seguidos, sin pausas, como necesitados de ser cantados. La voz de Nina se cuela entre el público, esa voz grave retumba y conmueve, acá ocurre un gran agite por parte del público quienes saltan, poguean y ya gritan ese agudo y fino aturdidor: “¡Nina te amo!” suelto entre tema y tema.
Otros puntos altos fueron “La salvación” o “Querido chico”, que forman parte de su último disco y otros más antiguos que conforman el repertorio que nos puede ofrecer Nina. “Hoy cuando salga de casa…” también se acomodó como punto alto, con una versión extendida para el juego, solo y bailes.
Tema a tema vemos como el lado profesional de la banda aborda la escena, una soberbia aplaudible que se hace evidente y justificada: el cierre se da con punteos agudos y largos, pelando la guitarra y el artista, Nina se vuelca al piso dando fin al show, Juana insiste con el bajo rápido y pesado y cae sobre la cantante. En una especie de descargo hacia los instrumento termina el segundo turno, cargadísimo de un sonido casi encontrado y una satisfacción desmedida por parte de la banda.

Bestia Bebé
Pasados unos minutos, la valla se encontraba completa, el ambiente era tema tras tema de Oasis (DJ set de El Club Audiovisual) para manijear aún más la vuelta de nuestro héroes boedenses favoritos. Y es que Bestia había tenido una gira por Europa y nos dejaron una interacción inusual previando la vuelta del quinteto de Manchester y shows por toda España.
Suena unos acordes y la gente ya sabe que está por comenzar todo: “No tengo nada” de Embajada Boliviana es el primer tema que anticipa al show, la gente lo canta como si estuviese en vivo. Obviamente que el siguiente es la intro legendaria, el cántico “Jugadores / la concha de su madre / a ver si ponen huevos…” acompañado de la entra de nuestro protagonistas.

Sin gastar tiempo en saludos arrancaron fuerte con “Verano” y “Omar”, y algo que siempre llama la atención es la sincronización: canción tras canción hay pequeñas miradas o gestos que no dicen mucho y son eje de que cada canción no tenga pormenores. El último acorde tiene que terminar con el último golpe de la batería -no cuenta si no-, seguido de los aplausos y la sensación o producto de que los ensayos son vívidos y sentidos.
La velocidad siempre es factor atrayente, “Montevideo” empezó y terminó “Antártida Argentina”, ahí va la sincronización para juntar dos temas y un efecto transitivo casi invisible para el cuarteto. Golpe a golpe Bestia va conquistando Konex, la gente se comporta como manada, salta y cae al mismo tiempo, uno, dos y tres personas suben al mosh en un mismo momento. Este juego se ensaya de los dos lados, no hay porque dudar de la experiencia de la gente yendo a ver a la Bestia.
“Humo negro” fue de esos temas que condensan el clima, de atmosfera pesada, punteos y arreglos largos, distorsión y sonido kraut tipico. Usado como previa o trampolín hacia momentos siguientes de mucho pogo, “Rondador nocturno” y “Sabés!” fueron de los más pogueados, el último con una versión más larga donde el juego metalero del último disco entra en este tema clásico. Tom hace brillar su guitarra con los riffs más afilados de la noche; Marky no se queda atrás, a la izquierda teníamos otros punteos iguales de metaleros y distorsionados. Una verdadera muestra de banda en pocos minutos para el deleite de los exigentes.

La noche fue desarrollándose entre himnos y pogos, gente que volaba y una bandera Argentina se extendía entre el público con la cara de Maradona. Para bajar un poco, “Patrullas del terror” sonaba en versión acústica y con un Tom Quintans solitario con una sola luz iluminándolo. Casi íntimo, pero con un público siempre interactivo.
Llegó el turnos de los invitados, Nina Suárez aun tenía algo más para ofrecernos: “Resto del Mundo” y una versión con su peculiar voz, emocionaba a todos, un cariño inmenso se hace notar desde la gente y la banda. Cuando canta “Ya pasó el tiempo / de nunca responder / de no saber por qué / estoy contento / te lo quiero decir / aunque vos lo sepas bien”, es otro momento intimo, para conectar con la letra, la banda, Nina, el momento y el entorno.

Finalizado este momento, lo restante es cuenta atrás para finalizar, da el efecto de que al ser los últimos hay que dejar todo. Las canciones no son opacas, nos piden y exigen ese grito extra, entre ellas “El Rock and roll paso de moda” y “Wagen del pueblo” vibraron alto entre la gente, algunas rondas entre las columnas del Konex fueron testigo de una demencial forma de cantar al escuchar ese punteo. Orgullosos de su banda cada uno entona fuerte “Es un auto nuevo para mi / aunque para vos sea viejo / lo llevo en mi corazón / oh oh oh oh”.
“Vamos a destruir” fue el elegido para cerrar una noche épica lleno de bandas amigas, y todo tipo de simbolismos nacionales y ochenteros. Tom subiendo su guitarra y mirándola, como se le cantase, gesticulación clásica con las manos y su buzo Adidas de Oasis, era la postal perfecta de la noche.
El ciclo Sonido Konex vuelve a brillar, esta vez por la curaduría particular más que por la búsqueda de nuevos sonidos, fecha que difícilmente volvamos a poder apreciar en vivo con tres monstruos de bandas para dinamitar el escenario porteño.
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