En una épica presentación que lo tuvo todo, el vocalista y bajista de Él Mató repasó clásicos de la banda, joyas en solitario y hasta covers en uno de los mejores shows del año.
La importancia de Santiago Motorizado para el indie argentino no precisa mucha justificación. ¿Por qué lo haría? Como líder de Él Mató a un Policía Motorizado, el músico platense es responsable de haberle puesto voz a gran parte de las canciones más emblemáticas de la escena de las dos últimas décadas. Y, por su cuenta, ha demostrado también una inusual versatilidad a la hora de explorar otros sonidos –en ocasiones complementarios, pero también distintos– a los de su banda, entre colaboraciones, excursiones solitarias y bandas sonoras. Pero, por si llegaban a quedar dudas de su leyenda, el show del pasado domingo en Niceto se encargó de disiparlas. Ante un auditorio colmado y atento, el artista dio una presentación consagratoria entre clásicos, covers y más de una sorpresa.
Tras el show de apertura a cargo de Nina Suárez, Santiago –acompañado esta vez por un seleccionado de músicos de la escena y no sus compinches habituales– abrió la noche de la mano de “Tanto tonto”, uno de los cortes más rockeros del soundtrack que estrenó el año pasado para la remasterización de Okupas. Se trató de un comienzo de alto voltaje, ideal para poner a la audiencia a tono. Pero de ahí en más, la puerta quedaría abierta a un diverso grupo de géneros y emociones, parte de un set abarcativo de más de veinte canciones en el que no faltó nada. Incluso hubo, claro está, espacio para clásicos de su banda. La entrañable “Yoni B”, ejemplo de la prosa sensible y amiguera del artista, se llevó algunos de los primeros cantos por parte de los seguidores de Él Mató, a los pocos minutos de recital.
En su elemento y a sus anchas, Santiago Motorizado lideró la noche para darse todos los gustos, empezando por el calzar la guitarra en vez del bajo con el que solemos verlo en su banda. El héroe del indie bromeó con el público e invitó amigos al escenario; cantó solo y también acompañado. Entre los primero secuaces en unírsele en escena estuvo Anabella Cartolano, con la vocalista de Las Ligas Menores prestando su cálido timbre a la breve pero eficaz “Bajo las sombras”; mientras que Nina Suárez tuvo un segundo round con el público en la bailable “El fuego cálido”. Sin embargo, el feat de la noche que dejó a más de uno con la boca abierta fue el del mismísimo Vicentico. El legendario cantante de los Cadillacs y Santiago se lucieron a dúo en “Tonto corazón”, una cumbia a pura sazón y ritmo que muestra que lo de Motorizado trasciende géneros.
Porque si algo probó la velada fue la versatilidad de su maestro de ceremonias. En “Muchacha de los ojos negros” el músico cedió el rol de la guitarra a Pipe Quintans para lanzarse a hacer una zamba con la soltura de quien conoce el género de adentro hacia afuera. Y en la evocativa “La juventud” –cantada por Melingo en su versión en estudio– Santiago se le midió al tango sin titubear y con confianza. Pero incluso una vez de regreso en el terreno del indie, el vocalista de Él Mató demostró no tener problemas en jugar de visitante, haciendo suyas dos de las más queridas canciones de 107 Faunos y Las Ligas Menores: “Jazmín chino” y “Europa” respectivamente. La escena platense, como no podía ser de otra manera, también tuvo su momento.
El tramo final de la noche encontró a Santiago solo en el escenario, guitarra en mano, para una seguidilla de versiones desnudas de algunos de los clásicos más queridos del quinteto que comanda. Hubo algo mágico y representativo del poder de las canciones del artista cuando tras los primeros acordes del tema más de una docena de celulares se alzaron para captar en video “El tesoro”, el himno del indie que terminó de consagrar a Él Mató unos cinco años atrás. El canto comunal se continuó luego con “La noche eterna”, con la voz del público siguiendo a coro cada estrofa; y en “Chica de oro”, a cuyo explosivo estribillo fue difícil resistirse. El que los temas brillaran incluso en formato reducido y sin acompañamiento de los demás instrumentos fue la mejor demostración posible de que el material de una buena composición es inoxidable.
Sabiéndose ganador y habiendo conquistado a su público una vez más, Santiago se despidió tras poco más de hora y media de show con un cover de “You are so beautiful” de Joe Cocker, tras pedirle antes a la audiencia que gritara cuando él dijera “Buenos Aires”. El gag, aplaudido y seguido por los fanáticos, fue una pequeña muestra de la mágica e impredecible atmósfera de un show que lo tuvo todo: emoción, juego e incluso baile, pero por sobre todo buenas canciones, en su más puro sentido. ¿Más o menos bien? No – impecable.