Mora y Germán profundizan sonidos propios como el shoegaze, pero, a su vez, incorporan más versatilidad sumando guitarra y bajo.
Los tiempos que transitamos son un poco inciertos con crisis de distintos tipos, nos hacen sentir un contexto apocalíptico. Riel crea un disco sumergido en esto: crisis, marcos y conflictos sociales.
Un poco de ello podemos ver con sus adelantos como “Blanco & negro”, canción que parte de la polaridad social que vivimos, las divisiones y peleas que nos tocan vivenciar.
También “1990”, que nos detalla las plasticidad y época que maleo un poco la actualidad, lo bueno y lo malo de esta generación tan marcada en nuestro país. En conjunto, los siete temas del disco son fruto de lo que se avecina: el fin.
Como si se tratara de un juego de palabras Principio del fin comienza, justamente, por “El fin”. Un perfecto imaginario colectivo del amor antes del fin, los ritmos responden al clásico sonido del dúo.
El eje no es el inevitable apocalipsis, si no en el disfrute antes que esto suceda, el amor, la compañía y los sentimientos que generan: “Tu voz es lo único que escucho / antes de dormir / tal vez el mundo termine mañana / yo solo quiero tenerte en mi cama”.
El track siguiente es el aclamado “TKM”, quien tuvo su presentación oficial en la sesión KEXP. Un tema cargado de energía y la vuelta al amor, ese sentir que no olvidamos de algún romance suprimido en las siglas T.K.M. Acá German se luce por demás, una batería precisa, fina y fuerte, la voz adolescente que perdura en Mora complejizan y enriquecen lo que es, el segundo track.
El enriquecimiento sonoro es la nueva cara de Riel, en presentaciones, sesiones, incluso en el mismo disco notamos otra guitarra y la incorporación de un bajo suave. “No lo entenderías” es la conjunción de todo esto, acordes del sello de Mora y a su vez, los punteos viajeros.
Un punto a destacar del disco, entre varios, es la invitación a El Club Audiovisual para tocar “Desamor”, con quienes comparten sello. Una canción delicada con aristas del Club, dream pop que nos sumerge en los sentimientos post tristeza amorosa. Una letra sincera, directa y muy adolescente interpelan a la recuperación de corazón: “Van días que estoy mejor / ya no pienso / no pienso en vos / en vos y yo”.
Algo interesante es la vuelta que sentimos hacia los procesos humanos, el amor esperanzador, el desamor, las polaridades de la sociedad y más ideas que Riel analiza, comprende e indaga. Como si de filosofía analítica habláramos, tenemos un disco que recorre dos épocas pero a su vez afirma que el fin es inevitable.
El cierre está a cargo de “Sueño lúcido”, una voz en off de Mora relatando o contándole a alguien un hecho importante, una marca traducida en recuerdo. O simplemente un sueño de similares características. Un recurso parecido utilizaron en la canción “Espacio interior” donde Mora habla de cómo nos enamoramos, recordando cada detalle.
Acá pasa lo mismo, muchos detalles mezclados con distorsiones que nos invitan a cerrar los ojos e imaginar cómo el relato descriptivo nos posiciona en la orilla del mar, una postal de verano y un atardecer.
Todo el disco tiene su mano invisible, Estanislao Lopez quien actúa detrás de los discos de Casa del Puente sería el masterplan de todo esto. Quizás tenga poca intromisión, pero el detalle tiene la firma de Estanislao.
En esta nueva cara de los Riel tenemos a Mora en voz y guitarra; Germán Loretti a cargo de la batería; por primera vez tenemos un bajo a cargo de Estanislao López y por último la incorporación de una segunda guitarra por Federico Stuart.
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