La artista, de la mano de Alex Anwandter, se pone al frente de su proyecto y debuta como cantante con un disco pop bailable, acompañado de letras directas y sinceras.
María Wolff tan solo tenía un EP instrumental llamado 23/4 lanzado en 2018 y se dedicaba más que nada a la producción. Pero un día conoció a Alex Anwandter y todo cambió. El chileno vio un diamante en bruto y decidió producirle su disco debut Rápido mamá, donde el pop bailable domina la canción y en el cual participan músicos de renombre como Fernando Samalea (Charly García, Gustavo Cerati).
El álbum abre con “Hazte hombre”, que invita a entrar a la disco armada por María y adentrarse en su mundo pop. Ahí, el bajo entra como una piña al oído, mientras que los sintetizadores y la guitarra con tinte funk logran la simbiosis perfecta para iniciar un disco. El solo de teclado llegando al cierre del tema le pone el broche de oro. En cuanto a la letra, es la canción que mejor refleja el cambio rotundo que tuvo que hacer María para esta etapa de su carrera, soltando el rol de productora para alentarse a ir al frente y cantar. “Ah ya no sos una niña / hazte hombre y por favor canta”, frase que la cantante adoptó como un mantra para animarse a lanzar este disco.
“Decírtelo”, que tiene una reminiscencia a “No soy un extraño” de Clics modernos de Charly García, baja un poco la intensidad de su antecesor, llevando el pop bailable a una base prácticamente lo-fi. Luego, poco a poco, el tema se va en fade out con una transición instrumental en una mancomunión perfecta entre bajo, batería y piano.
“Mi novia no me banca más” sigue la línea de “Decírtelo”, pero a diferencia de este que tiene un sonido más plano, María sube un poco la intensidad y vuelve a retomar esa esencia groove que tiene todo el disco, agregándole vientos tocados por Richard Nant y Ramiro Flores que terminan de darle forma. La letra es la literalidad hecha canción. Un fiel reflejo de ese sentimiento que puede tener cualquier persona con su pareja, una mezcla de inseguridad y del síndrome del impostor, que hace creer que uno no se merece a esa persona que lo acompaña.
“El baile” es un viaje directo a los 80s y, como dice el nombre del track, te teletransporta a una discoteca donde suena Virus de fondo y la sensualidad desborda el lugar. Esto no solo deja ver la mano de Alex Anwandter en producción, sino también las distintas influencias que María Wolff tiene y muestra a lo largo de Rápido mamá. La aparición de la viola le da ese toque princeano, creando una composición que parece salida de Purple Rain. “El baile es corto y pesado, viene y se va / es tiempo pero no está perdido / rápido, que yo ya tengo frío”, un mensaje para los propios y ajenos de que la vida es aquí y ahora, no hay que esperar al mañana.
Rápido mamá abre con todo, transita la calma en el medio y en “Esta noche vamos a hablar de vos” vuelve a subir la intensidad para entregarse de lleno al pop bailable, con pequeños sonidos que retrotraen a Dime precioso o El Diablo en el cuerpo de Alex. Mientras suena la canción, los pies y la cabeza no pueden hacer otra cosa que seguir el ritmo atrapante del bajo.
“La cita” es la conjunción entre la lucha por un amor y la valoración propia, la búsqueda de algo superior. “¡Hoy! quiero que te vayas hoy / y que no vuelvas a verlo / ¡Hoy! quiero que te vayas hoy / y que veas lo que veo”. Directa, simple y concisa, esa es la mejor forma de definir a María como letrista. Entre sintetizadores y máquina de ritmos, la cantante busca luchar por algo mejor desde la incertidumbre. Para “Rápido mamá”, canción que le pone nombre al álbum y la cual es la más intensa, María Wolff mezcla pop, funk y disco, todo junto en una pieza en la cual el groove se apodera del ambiente, llevando al oyente directo a la pista de baile.
Como Juliana Gattas con “Taxi al infierno” en Maquillada en la cama, “Terminé de trabajar” es el track por excelencia para cerrar un disco más que completo y que abre un mundo nuevo para Wolff. “Quiero ocuparme de mis sentimientos / quizás pueda brillar por un momento fuera de ahí”, esboza la artista mientras se adentra de lleno un beat que rememora grandes iconos pop como Madonna o Kylie Minogue. Como dice el nombre de la canción, el trabajo ya está hecho, ahora solo queda la parte más linda que es la de gozarlo, entregándose de lleno al mundo de María.
Alex Anwandter ayudó y puso su sello desde el lado de la producción, pero lo que hizo fue poner la semilla para que María Wolff florezca y de a conocer su voz, regalando un disco debut fino y completo. Además de disfrutarlo, solo queda esperar que la cantante lo lleve de gira y que el público pueda deleitarse y bailar en vivo junto a ella.
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