Mariano Otero Lado B

Mariano Otero: el alquimista

En un nuevo capítulo de Lado B, charlamos con Mariano Otero: productor, bajista, director y hasta profesor. En la entrevista contó cómo fueron sus inicios en la música, su experiencia como director musical de Fito Páez y Vicentico, y las producciones que hizo con El Kuelgue, Mi Amigo Invencible, Marilina Bertoldi y muchos más.


Mariano Otero es sinónimo de música. Criado en la vieja escuela del jazz y con un padre que le inculcó la cultura musical desde pequeño, poco a poco se convirtió en uno de los productores de mayor renombre de la actualidad. Pasó de tener su banda a ser profesor, luego a convertirse en director musical de artistas de peso como Fito Páez y Vicentico, y finalmente a producir varios discos de músicos que hoy marcan la escena argentina.

Desde El Kuelgue, Mi Amigo Invencible y Juan Ingaramo hasta Marilina Bertoldi, Hipnótica o Rayos Láser, todos pasaron por la mano de Otero. Desde su estudio, “Días Perfectos”, cuenta cómo fue trabajar con cada uno de ellos y cuáles son sus próximos proyectos.

Mariano Otero Lado B
Estudio “Días Perfectos”. Foto: Miranda Lucena

– Contame cómo fueron tus comienzos en la música. ¿En qué momento supiste que querías dedicarte a esto?

No sé si tuve tiempo de saberlo. Se fue dando solo. Mi papá era músico, así que en mi casa había mucha música y muchos instrumentos. Desde chico jugaba a poner discos, grabar cassettes de la radio o tocar las guitarras de mi viejo a escondidas. Después empecé a tomar clases, armé una banda de rock en la secundaria y más adelante estudié música formalmente. Pero desde siempre estuve metido en ese mundo gracias a mi viejo y sus amigos: él tenía un estudio en casa, era aficionado a grabar, y con los años fuimos sumando consolas, cintas abiertas y todo tipo de equipos, aunque siempre en plan low cost, desde el conurbano.

– ¿Cuánto te duró la etapa de bandas?

Tuve una banda que se llamaba Martes 12. Empezamos a los quince, tocando en la escuela, y duramos hasta los dieciocho. Dejé porque quería estudiar más seriamente, dedicarme a tocar bien el instrumento —el bajo, el contrabajo— y aprender música en serio. Sentía que la banda me desenfocaba. Además, admiraba mucho a mi viejo, quería ser respetado por él y poder discutir de música en su mismo nivel. Así que dejé de tocar en bandas y empecé a estudiar formalmente, pero guardo un recuerdo muy lindo de esa etapa.

– ¿Y cuándo empezaste a decantarte por la producción?

Fue algo natural. A los diecinueve produje mi primer disco, de una banda stone de Avellaneda. Siempre grabé cosas porque en casa teníamos equipos. Ese primer disco lo hicimos en un estudio que hoy es la Escuela de Música Contemporánea, que después fui profe. Después, durante mis años de jazz, composición y viajes, produje mi propia música y cosas más chicas: discos de músicos de jazz.

Más tarde me llamó Fito Páez para tocar. Antes de eso había producido un par de discos de Iván Noble, con quien también toqué y fui director musical. Estando con Iván me llamó Fito para la gira de El amor después del amor 20 años. Estuve siete años con él. En ese tiempo me vinculé más con el rock y dejé la docencia. Desde entonces produje más discos de rock y pop, y seguí mejorando mi estudio en casa. No hubo un punto de inicio: siempre lo hice.

– Estamos en Días Perfectos, ¿cómo fuiste armando este estudio?

Tuve estudios en varias casas. Cuando me separé, en 2014, compré este PH pensando solo en hacer un estudio fuera de mi casa. Lo diseñó Carlos Piris. Yo quería hacerlo abajo, pero él me convenció de construir en la terraza. Quería un estudio abierto, sin control room, con un control grande y dinámico para producir y tocar. En 2015 lo terminé de armar y lo llamé primero “Insigno” y después lo bauticé “Días Perfectos”.

Mariano Otero Lado B
Estudio “Días Perfectos”. Foto: Miranda Lucena

– Tocaste con Fito, pero también sos productor de una nueva escena. Empecemos por lo reciente: la nominación al Latin Grammy con Marilina. ¿Cómo fue ese trabajo?

Fue hermoso. Marilina vino con un disco muy armado y cerrado desde su casa. Buscaba alguien que la ayudara a cerrar el proceso, a revisar y grabar lo necesario. Ella ya tenía la producción estética hecha; yo fui un compañero para ordenar y ajustar. Fuimos canción por canción, viendo qué mantener, qué regrabar, qué doblar. La mezcla fue con Paco Amenábar y el máster con Daniel Oviedo. Es un disco increíble. Sobre la nominación… me alegra, aunque no sé qué pensar de los premios. Pero siempre está bueno que pasen cosas.

– Otro disco importante fue Hola precioso, de El Kuelgue. ¿Cómo fue trabajar con ellos?

Nos hicimos muy amigos. Me contactaron porque habían escuchado el disco de covers de Rosario Ortega y querían trabajar conmigo. Les hice una propuesta, una observación sobre su momento artístico. Estaban en un momento peculiar, y siento que eso ayudó: el estudio fue una especie de plastilina para rearmar todo.

Trabajamos con canciones que estaban medio deformes, las pulimos y también aparecieron temas nuevos. Desde el principio sentíamos entusiasmo: el disco nos divertía, nos generaba algo. Y ese entusiasmo se contagió. Fue un proceso hermoso. Ahora ya estamos haciendo un disco nuevo.

– Después llegó Mi Amigo Invencible y su disco Arco y flecha, además del single con Zoe. ¿Cómo fue trabajar con ellos?

Más que “fue”, sigue siendo. Estamos haciendo el disco nuevo. Nos conocimos en una sesión que no terminó saliendo, pero pegamos buena onda. Son músicos increíbles, muy talentosos, divertidos, con una búsqueda clara de canciones. Queríamos un sonido donde ganaran las melodías y las letras. Cuando apareció “Caballos”, nos emocionó. Fue un proceso muy lindo.

– ¿Te resulta gratificante cuando una banda te dice que quiere volver a trabajar con vos?

Sí, es hermoso, pero también hay que estar preparado para que no pase. Siempre intento dar todo, poner el corazón y aprender de cada disco. Si después quieren seguir, genial; si no, también está bien. Me encanta ver a los artistas crecer, que puedan hacerlo solos. Si la otra persona la pasó bien y logró algo artístico, ya está: misión cumplida.

– ¿Y qué pasa cuando los números no acompañan, cuando un disco que amás no tiene tantas reproducciones?

Pasa. Hacés discos hermosos que no tienen repercusión. Pero si la experiencia fue linda, eso ya vale. A veces mostrás algo con emoción, convencido, y afuera no pasa nada. Es parte del juego.

– Te quería preguntar por Florián, con quien acompañaste sus primeros pasos solistas.

Sí, con Flor hicimos mucha música juntos. Nos conocimos cuando yo tocaba con Vicentico, él también estaba en la banda. En los viajes empezamos a grabar temas y de ahí nació su etapa solista. Es un músico increíble, de esos que viven con la música todo el tiempo. Ahora no trabajamos juntos, pero me encanta verlo seguir su camino. Siento que lo acompañé en un momento importante.

– Vayamos a Córdoba: trabajaste con Hipnótica y con Rayos Láser.

A los chicos de Hipnótica los amo. Hernán trabaja conmigo en el estudio, es parte de Días Perfectos. Con ellos hicimos tres temas del disco anterior (Mixto): “Fuego”, “Cambiar” y “Ciudad” (con Chiara Parravicini). Son músicos impresionantes.

Con Rayos Láser también tengo una relación hermosa. Era fan de la banda antes de trabajar con ellos, y me encantó hacer su disco. Tomás es un compositor increíble. Son de esas bandas que uno admira y además termina haciéndose amigo. Ojalá sigamos haciendo más discos juntos.

– Sigamos en Córdoba: produjiste el nuevo disco de Juan Ingaramo.

Empezamos sin pensar en un disco, solo juntándonos a hacer canciones. Nos divertíamos y el proyecto fue tomando forma. Grabamos más de veinte temas, buscando el sonido y la estética que él quería. Viajé a Nueva York a grabar con Leo Genovese, con teclados vintage y todo un set analógico. También participaron músicos argentinos increíbles. Fue un proceso muy lindo, entre amigos, todo el tiempo pensando en la música.

– Desde tu punto de vista, ¿qué debe aportar un productor al artista?

Tiene que producir lo que falta. Completar los espacios vacíos. No tener una idea preconcebida, sino estar abierto a lo que el artista necesita. Yo trato de escuchar mucho, entender qué quiere decir —y a veces qué no se anima a decir— y acompañarlo en ese proceso.

Hay productores más técnicos, otros más músicos, otros más conceptuales. No hay una fórmula. Lo importante es la sensibilidad y tener las herramientas para resolver lo que haga falta o saber quién puede hacerlo.

– En la previa me contabas que siempre tenés varios proyectos a la vez. ¿Cómo elegís con quién trabajar?

Lo siento. Hay algo humano que me tiene que enganchar, y algo artístico que me divierta. Si me gusta la persona y siento que me voy a divertir, ya estoy adentro. Me cuesta decir que no, por eso suelo hacer varias cosas a la vez. Me encanta estar en el estudio, hacer música, rodearme de músicos.

– ¿Y qué proyectos actuales podés contar?

Estoy trabajando en el disco nuevo de El Kuelgue, en el de Feli Ruiz —un músico mendocino muy talentoso—, y en el nuevo disco de Suba, que es una artista increíble. También en el debut solista de Ivonne Guzmán, cantante de La Delio Valdez, y en el nuevo de Mujer Cebra. Además, estoy produciendo Pappo x Juanse Vol. 2, con temas que no entraron en el primero, y seguimos con Mi Amigo Invencible. Hay de todo, por suerte.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Deslizar arriba

Hola! Si querés utilizar esta imagen, escribinos!