La mezcla generacional dio por sentado la fiesta popera influenciada por los años 90. Estética, actitud y originalidad fueron los condimentos de la noche.
Camperas o chupines de cuero, chalecos de jeans y boinas; remeras XXL con bermudas; camisas estampadas hasta decenas de remeras de distintas bandas generacionales como The Smiths, The Stooges, Mujer Cebra hasta de Eminem. Toda esta combinación de ropa en el público se dio gracias a la variedad y la curaduría del Festival Refresco, que para su edición 2024 se encargó de tomar un poco de todo.
El refresco llegó hasta en el clima, una noche liviana y calma para contrarrestar el efusivo golpe de Revistas en Niceto. Como si una bocanada de ruido trepara los espejos y nos atrapase a puro bajo y sintes, los avellanedenses presentaron canciones oscuras de barrio, con ese post punk del conurbano que nos enamora (con visuales de infraestructura del Gran Buenos Aires). El primer punto alto fue cuando sonó “Pelean” seguido de “El deseo”.
Las guitarras y el bajo se encargaron de atropellarnos y llevarnos de viaje con sus sintetizadores armoniosos. Como si de menor a mayor fuera, siguieron con “Polución”, nombre de su último EP y de los temas más significativos de la banda. El grito de protesta se vio acompañado de un claro mensaje a favor de la cultura y de amor hacia el otro: “Cuidémonos y cuidemos los espacios”.
El final, como el punto más alto, fue para “¿Que importa?”. Con la invitación del Príncipe Idiota, entre la locura de Rulli y el baile de Mariano nos fuimos despidiendo de la primera banda con el estribillo a coro: “¿Qué importa si me voy? / ¿qué importa si me voy? / nadie me vio escapando / ¿qué importa si no estoy?”.
Para la segunda banda ya se vio venir ese aluvión juvenil de la banda de Ryan, adolescentes con distintas influencias interpretando lo que les da la gana, a su ritmo y tono. Es así que ingresaron al escenario con la intro de “Una vela”, temazo de los Intoxicados que posteriormente, y luego de un saludo breve, fue entonado con un ritmo más pesado, rockero y casi sensual por parte de Dante.
Desde el segundo tema, el bajo fue protagonista absoluto: en “No es una novela” sonó de arranque, potente, pesado, del primer under argento. Cata, dueña de este sonido, daba saltos mientras tocaba, desafiaba la gente con la mirada, y, además, cantó “Peluquería” en uno de los mejores momentos de la noche.
Nuestro cantante rockero y un poco pretencioso no se desacomodaba del rock, cantando a capella lo que le pintaba: “¿Y quién me va a entregar sus emociones? / ¿quién me va a pedir que nunca le abandone? / ¿quién me tapará esta noche si hace frío?”, citaba a Sanz para mostrarse virtuoso y lúdico.
Luego de una lista temas pogueros, unos nuevos y una invitada para un intimo tema de solo dos guitarras y luces bajas, llegó el cierre del emocionando “Poné un disco”, esa irreverente forma adolescente de atrapar las necesidades auditivas y tomar un poco lo que ya conocemos para hacer una canción pegajosa y fiestera.
Entre los pogos perdimos a nuestro vocalista, entre saludos se regalan remeras al público y la juventud está asegurada para seguir el rock más representativo de los ’90 en el 2024.
Luego de este aluvión jovial, llegaba el aluvión popero, una de las bandas que inclinó la cancha hacia el electropop porteño y modelaría una arista del indie. Luego de la fusión para crear Ok Pirámides, volvieron Los Látigos y fue a pura fiesta.
Con visuales minimalistas, focos fuertes y a contraluz, nos hacían pensar en la vuelta misteriosa del dúo, hoy cuarteto. Una lista impecable, de punta a punta, como una fiesta de gala con música fuerte: “Que tentación” fue el principio del agite, recordando la voz de Marcelo, esos sintes tan básicos y clásicos dieron el pie para la primera gran canción, “Tan tan tan”, un especie de carrera de imágenes y amores presentada por esa voz canchera en brazos en alto. Inquieto, activo y alegre, la fiesta tenía olor a reunión de amigos con más amigos.
Las emociones reencontradas tenían picos altos como “Toda la vida” o “¿Cuál es tu rock?” donde nuevamente Marce enloqueció con su gente para entonar al unísono los clásicos del pop con tintes rockeras: “Nos obligan a verte / nos obligan a escuchar tu voz / en la maratón de la única estación / de rock”.
La aproximación a la electrónica es real, “Nocturno” se presentó como la vuelta de hacia este género, bases simples de sintetizador, una batería suave y una voz rasposa y larga que penetra con coros sobre nuestros pasos, este es el ultimo lanzamiento de Los Látigos quienes en el 2023 comenzaron su vuelta.
Con la llegada del final, se veía venir los temas clásicos, “Luces sensacional”, esa avalancha de acordes que frena para sentir un teclado simpático y persuasivo, nos obligaba a salta y bailar esperando el coro: “Luces sensacional / cada vez que despierto a tu lado / con tu estado emocional / anulado del pasado arruinado”. La fiesta es segura, no puede no haber un coro, gente saltando y quienes agitan, como si se tratase de una cancha, con la mano a la par de las estrofas.
Para el final nos acompañaron luces rojas que rompían las figuras de nuestros protagonistas, “Usame y tirame” fue la canción que se dispuso de solos de guitarras agudos y finos, bailes y gritos de Marce en el marco del salto unificado del público.
El Festival Refresco siempre da en la tecla, ya sea por la mezcla, la ocasión o simplemente por la actitud de los protagonistas. Acá se dio sobre los tres tópicos: gente +30 esperando a sus Látigos, la banda de Ryan haciendo el aguante y toda la movida autogestiva de los Revistas.
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