La banda ícono del indie rock en español celebró Super terror y desempolvó viejos clásicos en dos noches increíbles con localidades agotadas.
Él Mató a un Policía Motorizado hizo historia este fin de semana con dos fechas sold out en el legendario Luna Park. La banda platense presentó su último disco, Super terror, por primera vez en Buenos Aires, pero el show fue mucho más que eso: la lista de temas consistió en un recorrido por toda su discografía, intercalando canciones del nuevo álbum con clásicos de todas las épocas.
Mientras se acercaban las nueve de la noche, las cercanías del Luna Park ya estaban copadas por grupos de amigos, latas de cerveza y ansiedad de que empiece el show. Adentro del estadio, mientras entraba el público, sonaban temas de jazz suave y baladas en inglés de los sesenta, hasta que finalmente y de golpe las luces se apagaron, anunciando el inicio de una noche completa.
Él Mató abrió su show con “El magnetismo” -como de costumbre-, poniendo a cantar al unísono desde el primer momento del recital a más de ocho mil fanáticos. El comienzo del espectáculo estuvo marcado por una tranquilidad ritual que no iba a durar mucho, porque la banda siguió con “Un segundo plan”, donde el público se soltó, desató los primeros pogos de la noche y puso en evidencia que este tema de estreno es un nuevo clásico. “Todo lo que me importa no existe más / quiero saber por quién morir”.
El show avanzó con varios hits de la década pasada, en la que Él Mató saltó a la popularidad. A “La noche eterna”, le siguieron “Las luces” y “El perro”. La banda retrocedió aún más cronológicamente con “Vienen bajando”, que por la repetición y la simpleza de su letra y música se parece a una especie de rezo colectivo, y “Navidad en Los Santos”. Esta es la fiesta que Él Mató nos prometió.
También hubo canciones destinadas a los seguidores de larga data de la banda, regalos exclusivos para el público de cada noche. En la primera fecha sonó “Sábado”, un tema adolescente y enternecedor que representa la etapa más punk de la banda, mientras que en la segunda destacó “Amigo piedra”, un clásico sobre la amistad.
Él Mató volvió al camino de sus temas más populares cerca de la mitad del espectáculo con “Más o menos bien” y “El tesoro”, canciones en las que se puso a cantar a todo el Luna Park, y “Destrucción”, con su característica coda en la que el público desempeña un rol importante aplaudiendo al ritmo de la batería. La fiesta de presentación de Super terror siguió con “Voy a disparar al aire”, “Tantas cosas buenas”, “Diamante roto” y “Medalla de oro”: el público demostró haber abrazado el estilo de esta nueva etapa de la banda.
A esa altura de la noche y después de la seguidillas de hits, se serenó el clima adentro del estadio para abrirle paso a “Excalibur”, y una marea de flashes iluminó el Estadio, mientras Santi cantaba “¿Por qué tuviste que decirme eso?”. Antes de que nos terminemos de amoldar en esta calma, la guitarra del Niño Elefante marcó el comienzo de “El mundo extraño”, tema en el que Él Mató volvió con la fuerza de una tormenta eléctrica encarando uno de los momentos más emotivos de la fecha, pero por suerte no el último.
Desde las primeras palabras de “Coronado”, la gente demostraba que seguía igual de prendida que al principio del show, y esta sensación se profundizó con “Yoni B”, un clásico en el que el público estalló desatando los pogos más feroces de la noche en el campo del Luna Park.
Santi anunció el último tema con cierta complicidad, como si no quisiera que lo tomemos muy en serio. Y esta despedida fue diferente cada noche. El sábado sonó “Chica rutera”. Entre su letra que se repite, la intensidad de la música que va creciendo y el componente emotivo que tienen los primeros hits de una banda, se sintió en el estadio que todo estaba en su lugar. El domingo, en cambio, la banda hizo una canción que toca solo en fechas muy especiales. El clásico de clásicos del indie nacional: “Guitarra comunista” apareció sobre las lágrimas de sus seguidores más acérrimos, las cuales se negaban a caer para que sus portadores puedan seguir cantando sin mezquinar ni una molécula de emoción un tema intenso, nostálgico y eterno. A Él Mató nadie los merece, no. Ni yo, que soy el mejor.
La banda se iba yendo del escenario y el público por un momento temió lo peor: que la noche terminara. Después de unos minutos volvieron en un dúo de teclado y voz para hacer “El universo”. Un momento de intimidad que agarró a los asistentes con las defensas bajas, acompañado por visuales de un auto en llamas que sólo podían hacer pensar en la intimidad de un fogón en el que todos estábamos invitados.
Este encore siguió con el que iba a ser el último tema de Super terror de la noche, “Moderato”, y el final llegó con canciones infaltables: “Ahora imagino cosas”, “Fuego”, “Chica de oro” Y “Mi próximo movimiento”, que nos regaló el pogo final y un cierre bien arriba a un show espectacular.
Fueron dos noches increíbles donde se cruzaron los seguidores de Navidad de reserva con los de Super terror, y por supuesto, con todos aquellos que se fueron sumando en el medio. Él Mató ya no es más la banda de una generación sino -por lo menos- la de dos. Hace veinte años ni el platense más optimista del indie local hubiera imaginado este presente para la banda liderada por Santiago Motorizado: llenando dos Luna Park, evolucionando en su música en la forma que lo hicieron y convirtiéndose en el faro más luminoso para un sinfín de bandas del nuevo rock nacional.
El público de esta fecha doble sabía que no se trataba solo de un recital más. Ni siquiera de un gran recital. Algo en el aire del mítico estadio dejaba entrever que lo de esas noches era algo más trascendental. Se trataba entonces, de la consagración -tardía pero necesaria- de una banda que viene pujando hace dos décadas. Él Mató entró por la puerta grande a la historia del rock nacional de la misma forma en la que abrió todas las puertas de su carrera: con esfuerzo, autogestión y forjando un vínculo noble tanto con su obra como con sus seguidores. Y nosotros estuvimos ahí, poniendo la emoción al servicio cada canción, sintiéndonos en comunión otra vez y celebrando el fuego. “Renacer y despertar / coronar al rey del lugar”.
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Notaza. Más completa imposible
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