
Él Mató a un Policía Motorizado en Obras: nacer, morir y renacer
La banda platense se presentó en el mítico templo del rock para celebrar los veinte años de su icónica trilogía dedicada al nacimiento, la vida y la muerte.
Al igual que el año pasado, cuando celebraron los 20 años de su disco homónimo en el C Art Media, Él Mató a un Policía Motorizado se hizo presente en el Estadio Obras para festejar el aniversario de Navidad de reserva, Un millón de euros y Día de los Muertos. Pero el show fue más que eso: fue una ceremonia en la que se congregaron los fans de la banda desde “Cemento” hasta los que se sumaron en la ola de La síntesis O’Konor, para en una misma noche nacer, morir y renacer en una misa rockera que quedará para la historia.
Y como fue avisada la gente, tocaron toda la trilogía en orden, comenzando por Navidad de reserva (2005), siendo el disco ideal para prepararse para las fiestas y dando nacimiento a una velada emocionante con tan solo una frase: “Es la fiesta que te prometí”. Obras ya era una caldera, y entre guitarras y la voz de Santiago Motorizado bien al frente dieron paso a “Viejo ebrio y perdido”, recordando que esta vida recién estaba por comenzar. “Brindaremos, viejo perdido / Pelearemos, viejo perdido / En las calles hoy se escucharán las canciones de la Navidad”, entonó Santiago mientras todos flameaban remeras y se entregaban a los primeros pogos de la noche.

Por si no se había entendido todavía que esto iba a ser un show de rock, “El héroe de la Navidad” lo terminó de confirmar. Además, por primera vez en la historia de la banda, tocaron en vivo “Noches buenas” y la canción que coronó la primera parte de la trilogía fue “Navidad de reserva”. “Esta mañana dijiste que no ibas a volver / No importa, es más cómodo así / destruyo mi cuerpo con drogas y alcohol”, porque como tocó nacer, ahora toca vivir y para eso estaba Un millón de euros (2006).
La segunda parte, que trata de la vida, fue la que más hits le regaló a Él Mató y que hasta el día de hoy los acompañan en los vivos. Porque este disco habla de eso: del amor, los amigos, la plata y el barrio. Todas las temáticas que atraviesan al ser humano mientras se encuentra con él mismo y ve cómo sobrevivir a este mundo tan cruel como hermoso. “Chica rutera”, “Amigo piedra” y “Vienen bajando” se llevaron todos los reflectores de este bloque y, casi como si el grupo se fuera achicando en el escenario, cerraron con “Lenguas de fuego en el cielo”, transformando a Obras en peregrinos que buscaban redención antes de que la llama de la vida se extinga: “Gigante en el cielo / Gigante lluvia eterna / Quiero pedir perdón”.

Después de casi hora y media de show, ahora solo quedaba despedirse de este plano con Día de los Muertos (2008), y como dice Motorizado en “El día del huracán”: “Esperando el Armagedón, vos y yo / Contando los que morirán que conocemos”. Pero si este era el final, que la despedida sea luchando; como un grito de guerra, las miles de personas presentes en Obras cantaron al unísono “ahora estoy arriba de mi casa con un rifle”, uniéndose todos en un abrazo de juventud eterna. A pesar de que la muerte ya estaba tocando la puerta, Él Mató sabía que iban a renacer y, como un mantra, en “La celebración del fuego” se cantó a todo pulmón: “En el diciembre final será un nuevo amanecer para la galaxia”.
Ya está, la banda había dado la fiesta que había prometido, la misión estaba cumplida. Y sin dejar su humor de lado, Santiago esbozó: “Me quedaría en cuero como Pato Sardelli, pero no da. Gracias por todo”, y se retiraron por unos momentos del escenario. El grupo se siente cómodo en los venues donde se puede sentir el calor del público y los cuales les recuerdan a los antros en los que tocaron en estos más de 20 años de vida. Así que no faltó mucho para que vuelvan y digan “¿quieren más?”, y el resto fue historia.

Como Jesús, pero en este caso en el cuarto bloque de la noche, Él Mató renació desde las cenizas para terminar de explotar Obras con una seguidilla de himnos generacionales: “El magnetismo”, “La noche eterna” o “Diamante roto” hicieron que el estadio se entregue por completo al agite. El cierre definitivo se lo llevó “Chica de oro” y, a pedido del público, “Guitarra comunista”.
Así, Él Mató a un Policía Motorizado celebró una trilogía fundacional y clave en su carrera, rememorando su etapa más rockera y demostrando que en la simpleza de sus primeras composiciones había un mensaje profundo. Más de dos horas de show, treinta canciones y una noche épica sirvieron para cerrar el año de la mejor manera y recordar por qué son una de las bandas más importantes de las últimas dos décadas.
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