La banda porteña agotó su cuarto Movistar Arena y dio un show de dos horas que superó cualquier tipo de expectativas.
Lo que alguna vez fue un sueño de un grupo de amigos del colegio, el 13 de agosto de 2025 se convirtió en realidad. Por cuarta vez, El Kuelgue agotó localidades en el Movistar Arena, estadio de Villa Crespo, barrio que los vio nacer y crecer. La presencia de revendedores de remeras y gorras en los alrededores del establecimiento, algo que parecía irrisorio para una banda que cultivó su éxito desde la autogestión, es la prueba más tangible de su crecimiento exponencial. No fue solo un show, sino la celebración de una carrera que superó todas las expectativas.
A pesar de ser un miércoles, el ambiente era el de un sábado a la noche. La gente buscaba una pausa en la rutina, y a las 21:22, El Kuelgue se las dio. Tras una introducción misteriosa que subió la adrenalina, las luces se apagaron por completo. Acto seguido, los músicos salieron al escenario con “Ir derecho”.
En una performance teatral característica de la banda, el show fue avanzando con “Hola precioso”, “Circunvalación”, “Ayer real” y “Chiste” para confundir al espectador ideal, como bien dice su letra. A continuación resonó “La máquina”, último lanzamiento del grupo junto a No Te Va a Gustar, y luego llegó el momento de la primera invitada de la noche, Zoe Gotusso, para interpretar “Carta para no llorar”.
En la mitad de la velada, las luces volvieron a apagarse y una vez que se prendieron enfocaron hacia un segundo escenario. Una especie de “living pseudoimprovisado”, definido así por Julián Kartún y Santiago Martínez, en donde ambos jugaron a las improvisaciones y luego cantaron a piano y voz “Wonderboy” y “El paraíso de los perros”.
Una de las sorpresas más llamativas del show fue el cover de “Miss you” de The Rolling Stones interpretado por Luna y Lara, dos de las voces femeninas que conforman el coro que luego acompañó los temas “Diganselo” y “Cristo es Marquitos Di Palma”. Para el cierre de esta secuencia, Mateo Sujatovich, mejor conocido como “El Ruso”, apareció arriba del escenario en un abrir y cerrar de ojos y se encargó de fusionar a El Kuelgue y Conociendo Rusia con un cover de “Mil Horas” de Los Abuelos de La Nada y también cantando “Quiero que me llames”.
En un recital de El Kuelgue, cuando todos los artistas se retiran del escenario, exceptuando a Julián Kartún y a Benjamín López Barrios, es porque se viene el momento preferido de la gente: Parque Acuático. En esta ocasión, Kartún se dejó llevar por la esencia del juego e hizo partícipe del momento a un hombre del público que acompañó los coros de la canción con silbidos similares al de un pájaro, otorgándole así un giro más original.
Después de un estallido de energía provocado por “Peluquita” y “Sinoca”, que devolvieron el pogo al recinto, la banda tendió un puente directo al pasado con un enganchado que integró “Dele tiempo”, “Cariño reptil”’ y “Milanesa”, en un gesto de complicidad que teletransportó a todos los oyentes que viven encapsulados en la nostalgia hacia el 2015, demostrando también que lo viejo siempre funciona.
Andate a dormir vos
Cuando todos pensaban que la noche llegaba a su fin, mientras que Julián Kartún le pedía a su audiencia que “muestre a su mono” al ritmo de “Still in the Groove” de Ray Parker Jr, el verdadero factor sorpresa irrumpió en el medio del escenario: Fabio, el “Mono” de Kapanga cantando el estribillo de “El Mono Relojero”: “Andate a dormir vos / yo quiero estar de la cabeza / poder tomar una cerveza / y emborrachar mi corazón”. Con esa dosis de locura y rock, El Kuelgue y Kapanga unieron sus mundos para hacer volar por los aires el Movistar Arena.
“La curva” fue la canción con la que la banda cerró la noche. Desde los primeros acordes la gente saltó con euforia sin parar bajo una lluvia de papel picado gritando y cantando al unísono: “Yo quiero ver dónde está Julieta”.
El show de El Kuelgue en el Movistar Arena se convirtió en la prueba fehaciente de que el éxito no siempre reside en las grandes fórmulas, sino en la autenticidad. Al final del día, el recital fue una fiesta que honra la amistad, la música y el espíritu de una banda que logró conquistar a miles sin perder jamás su esencia.
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