Catalina Ammaturo despide el año con “La pena”, un EP sincero que se despoja de todo para volver a empezar.
Después del éxito de Chica violeta (2023), Catalina Ammaturo respiró hondo y volvió a empezar. Si en su álbum debut mezclaba bronca y melancolía para intentar atravesar airosa la pérdida (de la adolescencia, de un amor, lo que fuese) y ver qué viene después, La pena supone una derrota absoluta. Desgarradora y por sobre todas las cosas genuina, Ammaturo hace un monumento al llanto en su nuevo EP. Porque cuando ya no se puede hacer más que llorar, ¿para qué negarlo?
La pena abre contundente y no da vueltas sobre el tema: “Qué pena amar / no me deja odiarte / ¿a dónde vas? / yo quería cuidarte“, canta en “Intro (Lo que espero)”. De acá en más el telón se corre y en tan solo seis canciones recapitula todos las heridas del amor no correspondido, del rechazo y la decepción.
Indefinidamente
Pero si algo tiene claro Ammaturo es que el dolor es circular. La dolorosa introducción del EP se engancha magistralmente con “Caminar en cristal”, sin lugar a dudas el tema más arriba de La pena. Casi altanera, creyéndose más allá del desamor, canta como en viaje sobre un convertible, como si no valiera la pena mirar para atrás. “Soy muy bonita para esto“, se dice a si misma, “¿Que me odiás? / ¿Qué decís? / Andá y jurá que no pensas en mi“, interpela con desdén entre suspiros.
Continúa “Poción”, cara más agresiva y rockera del EP. La bronca aflora y pide venganza; va enumerando los pasos como para realizar un gualicho que por fin la libre de la pena sin ahorrar dolores. “Cae desde el cielo con mi pena fatal / Copera no conviene entrar / Va a comerte crudo el corazón de metal / ¿Quién te va a apagar después de pecar?.
De ahí en más es caerse a un abismo sin fondo. Ammaturo juega sucio y, donde amagó con empoderarse o renegar, revela una seguidilla de temas que son el corazón, aún sangrante, del EP. “Y nada sirve”, “Indefiniamente” y “Could´ve been you” dan la vuelta y vuelven a empezar con el dolor. Sacando lo mejor de sí para una interpretación grave y despojada al mejor estilo Lana del Rey entrega las mejores letras de su carrera. Es todo pureza y sinceridad al punto que no puede evitar acongojarse cuando las canta en vivo y esa es su mayor virtud. Catalina Ammaturo es, más que cualquier otra cosa, una artista genuina que no teme llorar. El círculo se cierra sobre si mismo y termina casi donde empezó.
Y nada sirve
La grandeza de La pena está, más allá de la excelente interpretación de Ammaturo (de las mejores voces que se pueden encontrar en la escena actual), en la simpleza sobre la que descansa. Lo que hace especial y único a este trabajo sobre el desamor es la fragilidad con que se expresa y la devoción de su poética. La pena es casi como escucharle el corazón latir.
En un momento donde el amor parece expresarse en términos de mercado y el artista aparenta estar blindado y en constante ascenso, Catalina Ammaturo reniega de esta lógica y propone un viaje vicioso y sin propósito aparente. Más aún, lo hace desde la más honda miseria. A contramano y embarrada, muestra un dolor genuino y oscuro donde nada sirve y está bien que así sea. Porque lejos de armar una puesta en escena donde el dolor esté filtrado, Ammaturo se atreve a mostrar lo peor de sí en un ciclo que no deja de comenzar y reconoce fracasar.
La pena es superadora en muchos sentidos porque sin restarle mérito a Chica violeta perfecciona muchas de sus carencias. Demostrando una madurez en sus procesos artísticos, también refleja un trabajo mucho más minucioso y logrado. Mas compacto, sin duda, pero mucho más preciso en sus intenciones. “Condenada / Una cruz hecha de sal / Dos de suerte / Y no errarle al apuntar / Va con intención como un favor / ¿Quién sino? / Me está escapando de adentro“, canta en “Poción” y creo que refleja con fidelidad los frutos de su trabajo.
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