La banda de Beccar cerró el año en Mandarine Park con un show largo y a puro baile.
La pandemia del 2020 será recordada por todes durante muchos tiempo. Un año difícil donde lo que más falto para muches fueron los recitales en vivo. Es por eso que cuando Sonoriviera anunció el recital de Bandalos Chinos en Mandarine Park, un rayo de esperanza asomó para poder dar un cierre a esta etapa.
Ubicados en cabinas con capacidad para dos personas, 500 almas coparon las dos funciones del grupo de Beccar, que se aprestaba a presentar por primera vez Paranoia Pop con público a un nivel masivo. A las 20:30 puntual, la banda salió al escenario, la guitarra de Iñaki Colombo soltó el primer acorde distorsionado y Salvador Colombo tocó el piano de la canción de estadio de Bandalos Chinos: “Mi manera de ser”.
Sin pausas, siguió “Super V”, con el saxo de Pablo Vidal (El Kuelgue) rompiendo los límites de los agudos. “Buenas noches. Qué lindo vernos las caras de vuelta”, fueron las primeras palabras de Goyo Degano al público, antes de que comenzara la introducción de “El club de la montaña”.
“Paranoia pop” fue el cuarto tema de un setlist que arrancó con una tormenta de hits. Algunes esperaron atentes a si Louta hacía una aparición para el interludio rapeado de la canción, pero el artista estaba brindando su propio recital en simultáneo en Obras Sanitarias. En su lugar estuvo la grabación original del disco.
El clima de la velada se presentó ideal para la unión de baile y canto. Viento suave, temperatura amena y el leve aroma a río, que se encontraba directamente detrás del público. En ese marco, Bandalos Chinos repasó BACH (2018) como complemento a su más nuevo disco, en el cual priman más las baladas que los temas de altos tempos.
“Sin señal”, “A la cabeza” , “Chu chu” (con complicidad del público) y “La herida” coronaron una seguidilla de Paranoia Pop que derivó en un interludio instrumental. Se pudieron escuchar versiones orquestales de las primeras dos canciones que, guardando distancias, recordaron a las versiones que George Martin hacía de las canciones de los Beatles en Yellow Submarine.
Luego tocó levantar el ritmo nuevamente. La épica sesentosa fue evocada una vez más en “El ídolo”, con imágenes de fondo de la “bachmanía” representada en el videoclip de la canción. Le siguieron “Tema de Susana” y el muy aplaudido “Departamento”.
Luego de “Demasiado”, llegó otra de las paradas esperadas por el público: “Tu órbita”. Todes sabíamos lo que se venía, el solo final extendido con esa melodía arabesca de Pablo Vidal y compañía, que en este caso también contempló un solo de percusión por Maxi Sayes y otro de guitarra por Iñaki Colombo. Mientras tanto, el resto de la banda continuaba desplegando una prolijidad a la que, por falta de shows, nos habíamos desacostumbrado.
Nuevamente tocó el momento de lentos, y así se sucedieron ininterrumpidamente “AYNMG” y “Fulnabis”. A continuación, Tomás Verduga abandonó la batería para unirse a su hermano, Tomás, mientras que Nicolás Rodríguez del Pozo dejó su bajo y se arrimó a Iñaki Colombo al frente del escenario. Junto a Goyo, los cinco recrearon el momento íntimo en el que fue concebida y grabada “Los puntos“, la última canción de Paranoia Pop, mientras que Salvador quedó haciendo sonar su característico piano.
El cierre de la noche llegó con tres poderosas canciones. “Vámonos de viaje”, “El temblor” y “Dije tu nombre” fue la tríada elegida para el final del show. En cada estrofa, estribillo y final, los Bandalos exudaban su alegría y disfrute por estar tocando en vivo, y el público respondía con canto y aplausos. La despedida fue con puños en alto y abrazos, la única manera en la que podía ser luego de las dificultades de este año, de los estrenos a distancia, de los abrazos contenidos. Este tiempo lo necesitaba.