Antolín reflexiona sobre el tiempo en “Condenado al siglo XX”

El artista sacó luego de seis años su nuevo disco junto a un juego interactivo donde están presentes diferentes tipos de sentimientos.


Hijo del indie platense y de su sonido, Antolín ya lleva una carrera extensa sacando discos desde 2008. Seis años después de Paraíso cancelado, el artista lanzó su álbum Condenado al Siglo XX. En este trabajo se ve un cambio en las guitarras acústicas y el lo fi casero; este disco trae cosas nuevas sin perder su estilo. El teclado y otros puntos de vista más atmosféricos llevan a otros lugares, pero sin perder el pilar central de la canción.

Antolín hace obra de los elementos más recurrentes en sus canciones como la melancolía, la nostalgia, el paso del tiempo. Todos estas características están en este trabajo de diez canciones sin perder la sencillez y su mensaje directo.

El LP también cuenta con su propio juego interactivo producido y programado por Ezequiel Rivero. Una aventura gráfica que tiene lugar en una habitación y con diferentes objetos y personajes con los que interactuar, los cuales cuentan con frases del disco o de escritores. Entre ambas obras se complementan para así crear algo distinto. El juego también tiene mucha inspiración en los juegos de Sierra Games como Mystery House.

Condenado al siglo XX inicia con “Planta rodadora”. Un ritmo lento con un solitario teclado va incorporando diferentes elementos y una declaración de principios para arrancar el viaje melancólico. Con los coros de Andrea Guzmán cantan: “A veces me siento seguro / como en un capullo / y a veces estoy muriendo por ahí”. Sigue con mucha intensidad en “Ladrón de almuerzos”. Con la guitarra con tonos más indie enaltece a la figura de los anti-héroes. Como una aventura va narrando las victorias, las derrotas y los momentos de soltar: “Quizás  / ahora es el momento de vagar / caminando hasta la catedral”.

La visión más desesperanzada y amarga hasta ahora está en “Los canales más altos”. Con un pedido de ayuda para escapar de su mundo monótono alrededor de la tecnología, pero es un pedido vacío y recurrente. Esta difiere y contrasta con la dulzura de las notas y la voz de Antolín.

Llega la desoladora y pesimista pausa en “Sahara” que antecede a “Mujercitas”. Canción inspirada por la novela del mismo nombre de Louisa May Alcott, pero sobre Beth, la hermana menor en la historia. Su esencia de pura de bondad y su final inspiran el costado artístico y encontrar consuelo a través de su figura. Su muerte y lo que representa este personaje por su timidez la felicidad que consigue al obtener su piano despierta diferentes sensaciones: “Voy a soñar con su bondad abnegada / de niña santa / derrotada / ni siquiera morir le importaba”.

condenado al siglo XX tapa

El disco cambia y es dinámico, siempre esta en movimiento tratando de hacernos sentir diferentes formas y distintos ambientes en el camino. “Serenia” va metiendo más capas de sonido por medio del bajo y la esperanza entra en escena en imágenes que se crean desde la desgracia: “Podés llorar por dos días enteros / un chico tuvo hipo por 63 años / podés andar por los mismos senderos / la vida es como un río turbio”.

El tranvía nostálgico sigue en “Records de soledad”, que como dice el título trata sobre estar solo, problematizando estas situaciones pero consiguiendo ayuda en refugios. Antolín encuentra el romanticismo en cosas como los videojuegos, la lectura, la tecnología (de una forma nostálgica), pero también el espacio para ver los cambios de épocas en diferentes ámbitos o en uno mismo.

“Computadora vampira” es un relato donde Pauline Fondevila pone la voz y representa a esa parte robótica fría que expone los rezagos del siglo XX, pero también el olvido humanizando su carácter. El dinamismo de este disco nos trae “Murciélagos y hortensias”. Al principio, el ritmo y los coros nos llenan de alegría los oídos, pero detrás de eso, como si fuera un disfraz, está la letra. Entre la nostalgia de una juventud que se fue y un futuro gris que ya está cerca, pero no quiere enfrentarlo.

El disco cierra con la melancólica “Grúas en el viento”. El viaje termina en un ambiente electrónico con efectos en la voz de Antolín, que reflexiona sobre el tiempo. Entre esperanza y desazón, retoma problemas de la actualidad, el vivir el ahora y no poder ver más allá un futuro y cómo repercute en relaciones: “Por las tardes corto el pasto por monedas / te regalo las neuronas que me quedan / la alegría de vivir sin futuro / esperando que alguien llame a mi puerta”. Cerrando con un teclado solitario y triste, como en “Planta rodadora”, y una grabación que remite a otro espacio en el tiempo.

Antolín, luego de seis largos años de Paraíso cancelado, volvió con una obra llena de sentimientos y reflexión a la exposición en este mundo peligroso. Pero también funciona como una cura por el paso del tiempo ante heridas abiertas.

Condenado al siglo XX está producido por Antolín y Ezequiel Rivero. Voces grabadas por Manuel Schaller en Oídos Contentos y masterizado por Juan Novello. Escuchalo en nuestra playlist de lanzamientos del 2024 en Spotify.

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