
Dillom y su exorcismo más grande en Vélez
Con una apuesta escénica abismal y un recorrido por toda su carrera, Dillom despidió la era de Por Cesárea y dio paso a lo nuevo en un show con múltiples momentos que quedarán marcados a fuego y que, por si quedaba alguna duda, terminó de coronarlo como la voz de toda una generación.
Quién diría que la suspensión de un show crearía todo un mito alrededor. Desde las advertencias de Pity Álvarez hasta lo que fue una espera agonizante por una nueva fecha, todos esos condimentos hicieron que el show de Dillom en el estadio de Vélez Sársfield fuera una jornada histórica. Y que se haya realizado tan cerca de las fechas no fue casualidad, porque lo que se vivió fue una verdadera celebración.
Con el corazón latiendo fuerte en el medio del estadio, comenzó lo que sería algo más que un recital común. Las miles de personas que se acercaron estaban buscando algo más, algo que los llenara hasta lo más profundo del alma. Por eso, Dillom armó su exorcismo más grande hasta el momento: una experiencia de más de dos horas donde sus feligreses pudieron entregarse al ritual, expulsar sus demonios y renacer entre pogos, donde la sudoración por el calor pasó a ser agua bendita y el abrazo del ajeno se convirtió en el de un hermano.

La puesta lo llevó todo a otro nivel. El universo que plantea Por Cesárea estuvo representado a la perfección en cada detalle: desde las luces y la escenografía hasta las visuales. Tampoco faltó el despliegue del cantante, que lo dio todo y más. Sus pasos prohibidos, las variantes de outfits y hasta sus tiradas de cabeza al piso generaron un éxtasis incontrolable en el ambiente. Pero no lo hizo solo. Juan López, Broke Carrey, Muerejoven, K4 e Ill Quentin se hicieron presentes para acompañar a su amigo y demostrar que hoy Bohemian Groove no es un simple sello, sino una familia. Y, por si quedaba alguna duda de la importancia que le da a la gente que lo rodea, presentó un tema inédito titulado “Amigos”, dedicado a todos los que lo acompañaron desde que era un chico tratando de hacerse un espacio en la música hasta llegar al show más importante de su carrera.
La noche pasó por varios momentos icónicos: una versión íntima, solo a piano y voz, de “La primera”; la aparición de Lali, que no solo cantó “La carie”, sino que también fue la encargada de transformarlo en el monstruo de “Muñecas”; la combinación de “Personal Jesús” con “Reality”; y un costado rockero bien marcado con canciones como “Rojo profundo” y “Coyote”. A eso se le sumó la aparición del Pity en pantallas y la invitación a Juanse para cantar juntos “Enlace”, de Los Ratones Paranoicos. Y, claro, no faltó el solo magistral de guitarra de una eminencia del rock nacional.

Punto y aparte para la banda que lo acompañó durante toda la noche, con un nivel altísimo. El Gringo dominando la guitarra, Franco Dolzani como un comodín increíble, Santiago Ludueña hecho un pulpo en la batería y el Cuarteto Divergente, liderado por Alejandro Terán en cuerdas. Para que no falte el humor ácido y absurdo que siempre atraviesa los shows de Dillom, el Gringo tiró grandes perlas como “We are Charlie Kirk” o, mientras hacía tiempo hasta que volviera el cantante al escenario, se puso a tocar la canción de Bob Esponja.
Pero, como todo ritual, también tuvo su final. Después de unas palabras de agradecimiento, Dillom se retiró por un rato del escenario para volver trajeado y sorprender al público con un cover de “My Way”, de Sinatra. Una decisión más que atinada: si alguien sabe hacer las cosas a su manera, es él. Pero no se iba a despedir así. “Buenos tiempos” fue el tema elegido para coronar una noche de épica, gloria y varios flequillos cortados. Adiós 2025, adiós Por Cesárea y bienvenido un nuevo capítulo de un artista que se convirtió en la voz de toda una generación.
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