Previo al estreno en Cine.ar, la directora del film charló con Indie Club sobre su punto de partida, el rol de la mujer y las desigualdades de género en la escena musical y del cine.
“¿Cómo puede ser que hay cosas tan interesantes y no hay notas sobre esto? Hay que registrarlo”, fue uno de los disparadores que tuvo Marilina Giménez para comenzar a grabar shows y entrevistas de músicas independientes. La directora de Una banda de chicas transitaba la noche de Buenos Aires en primera persona. Hasta el 2013 y durante seis años tocó el bajo en Yilet, banda que integró junto con Marina La Grasta y Ani Castoldi. Sus vivencias en la escena musical under la llevaron a darse cuenta de la infinidad de bandas de mujeres con las que compartían fecha y que, en varias ocasiones, no se conocían entre sí. “Nos agrupaban por descarte, las fechas no tenían un porqué. Tenían el criterio de ´son todas minitas, van juntas´”
Es así que Marilina tomó la decisión de generar material audiovisual capturando todo lo que sucedía y que la mayoría ignoraba por tratarse de chicas haciendo rock. Dejó el bajo por la cámara y en 2015 comenzó con la idea concreta de recopilar todo el material que había grabado y salir en búsqueda de más. El resultado fue Una Banda de Chicas, relato con perspectiva de género que muestra desde adentro y en palabras de las protagonistas cuáles y cómo son las dificultades que deben pasar y soportar en la música. Entre las bandas y artistas se encuentran: Chocolate Remix, Ibiza Pareo, Kobra Kei, Kumbia Queers, Las Kellies, Las Taradas, Liers, Miss Bolivia, Sasha Sathya, She Devils, Yilet.
La película transitó por diversos festivales de cine tanto nacionales como internacionales, además de proyectarse en el Malba desde noviembre a febrero de este año. Actualmente podrá verse desde el jueves 9 de julio en la plataforma Cine.ar y estará disponible durante dos meses. Cada jueves tocará una banda diferente desde diversas provincias del país y hoy el estreno va a estar acompañado por un show online de Ibiza Pareo a las 20hs desde su canal de YouTube.
¿Cómo fue la decisión de dejar de tocar para dedicarte de lleno al cine?
Se fue dando. Las cosas con la banda no se daban como esperábamos y me empezó tirar más el hecho de que quería hacer la película. Nos separamos a fines del 2013 y en el 2015 empecé concretamente a hacerla. Desde ese entonces no toco más, tuve intentos de volver pero te consume mucho tiempo. Todas mis horas después del trabajo, y cuando no lo tenía, se las dediqué a Una Banda de Chicas. Además estuve todo el año pasado yendo a estrenos por distintos países, porque hay que acompañar eso.
Comparado con tus vivencias en la escena musical, ¿cómo es el rol de la mujer en lo audiovisual? ¿Qué limitaciones tuviste?
Los escenarios se repiten. Pasa en todos los lugares y no sólo en la música. Por eso está bueno lo que pasó desde la instauración del Ni Una Menos, para cuestionarnos estas desigualdades. Se comenzó a denunciar que por ser mujeres, trans, travestis y lesbianas nos matan. A nivel audiovisual los roles para las chicas son vestuario, producción, arte y maquillaje. Cuando hacés cámara o sonido, como en mi caso, te estás saliendo de tu rol. Yo empecé a trabajar en 2003/2004 en la industria como sonidista cuando terminé la facultad y ya tuve que batallar desde ahí con mi rol. Veía cómo mis compañeros ascendían mucho más rápido a sonidistas y ganaban mucho más.
Eso tiene que ver por cómo se dan los roles cuando hay una industria, es decir, plata de por medio. Porque en realidad si te ponés a hacer una peli vos mismo, queda dentro del under y ahí funciona como una banda. Hay posibilidades de hacerlo y hacer tus cosas pero hay que ver si después tenés la difusión y repercusión. Es mucho más complejo el camino laboral. Con les musiques pasa lo mismo. ¿Quiénes viven de la música? ¿Cuántas chicas de todo el documental viven de la música? Si pensás en bandas siempre te van a decir bandas de varones.
¿Cuál fue el puntapié inicial que te llevó a comenzar a registrar material?
Con Yilet nos propusimos tocar mucho. Pensábamos que con el sólo deseo lo íbamos a cumplir. Nos pasó que era muy difícil conseguir fechas que estuvieran buenas y también que siempre nos agrupaban con otras chicas. Nos dábamos cuenta que éramos un montón haciendo cosas y que no nos conocíamos entre sí. Eso me disparó la pregunta de por qué no nos conocíamos y por qué teníamos la sensación de ser las únicas en la escena. Entonces empecé a buscar notas en los diarios, en los canales de música, en YouTube y no encontraba nada. “¿Cómo puede ser que hay cosas tan interesantes y no hay notas sobre esto? Hay que registrarlo”, pensé. Además me llamaba la atención que nos agruparan sin que hubiera una ideología o un porqué de la fecha. El punto estaba en que “son todas minitas, van juntas”, sin criterio. Sólo por descarte.
¿Cómo fue el proceso de elegir lo que querías contar?
Bastante complicado. Tenía muchas entrevistas. En un principio quería grabar a todas las mujeres de Latinoamérica, hablar sobre los referentes, contar el ingreso de las chicas en la música desde los 80´, 90´ y 2000. Pero no se puede contar todo en una película. No entendía cómo no había un documental sobre esto, entonces por eso quería mostrar toda la historia. Fue muy importante la entrada de la co-guionista, porque hicimos recortes y establecí qué quería contar.
¿Y en cuanto a la selección de todo el material grabado?
Hice entrevistas de dos horas a cada una de las chicas que aparecen e incluso otras que no aparecen en el documental. Fue muy difícil decidir cuánto mostrar de entrevista y cuánto de otras cosas. Porque con el docu quería transmitir la sensación de estar en un festival o en un recital. Sentir que estás ahí, presente. A la vez quería dar a conocer un poco de cada banda y artistas y eso no podía ser sólo mostrando shows o sólo entrevistas. Si incorporaba muchos testimonios la película se iba para otro lado y no era la idea. Por eso fue complejo el proceso del guión y del montaje. Además tuvo sus cortes, no es que terminamos de grabar y después estuvimos un año montando. Eso fue sobre todo por cómo se dieron las cuotas del INCAA, todo muy espacioso y siempre estábamos pendientes de ese tema.
¿Cómo fue la elección del equipo que te acompañó?
El primer equipo con el que empecé a hacer las primeras especulaciones y con quienes empecé a grabar fueron Pablo Vieitez, trabajé mucho con él y fue quien me dio el pie inicial; Manuel Mazzaro, con quien hice la carrera de Diseño de Imagen y Sonido; y Florencia Vogliano, que en ese momento era mi pareja. Luego empecé con la búsqueda de otras personas siendo más consciente de que quería que fueran mujeres. Si la película habla de la visibilidad, también el equipo tenía que tener igualdad. Así se sumó Florencia Jaworowski (productora ejecutiva), Julia Straface (edición), Lucía Cavallotti (guionista) y Sofía Straface (dirección de sonido). Se fue sumando gente a medida que íbamos consiguiendo plata para los distintos procesos, fueron todas personas que fui buscando.
¿El nombre de la película pasa un poco por ese lado?
Yo siempre digo que Una Banda de Chicas es mi banda de chicas. Hay un 70 por ciento de chicas y 30 de chicos. Los varones que están son varones gay y uno sólo es heterosexual y está bastante deconstruido (risas).
¿Te imaginabas toda la repercusión que tuvo Una Banda de Chicas?
No me lo imaginaba como fue pero sí lo quería. Tenía en claro que no quería que fuera una película que filmara y editara yo y la vieran sólo mis amigues. Quería que tuviera una visibilización de todas las chicas y de toda una escena que estaba sucediendo. Traspasar el núcleo más cercano. Entonces por eso fueron tantos años de dedicación. A fines del 2015 nos conocimos con Florencia Jaworowski para presentar carpeta en el INCAA y también en el Mecenazgo. Todo ese proceso fue para que la película creciera, si bien los subsidios eran chicos. Es distinto tener algo de plata que no tener nada. Por eso también pude hacer toda la elección de mi equipo con el fin de tratar de llegar lo más que se pueda a más cantidad de público.
Me encanto la entrevista. Existos con la película