Reunidos para tocar en Camping, los tres grupos desplegaron sonidos alternativos a pura guitarra ruidosa y melodías frágiles.
Cuando caía la tarde y el indeciso invierno volvía a ponerse frío, Camping abrió sus puertas al público que esperaba paciente en el bar contiguo. La noche conjugaría los sonidos alternativos y ruidosos de Mujercitas Terror, Los Inciertos y Nina Suárez.
Mujercitas Terror dio inicio a la velada con su mixtura de punk y death rock que vienen elaborando desde hace más de veinte años. El trío, compuesto actualmente por Daniela Zahra, Marcelo Moreyra y Federico Losa, mostró su estética gótica y lofi en un puñado de canciones rápidas en las que Daniela, con su peculiar forma de tocar el bajo -casi pellizcándolo-, fantaseaba con la oscuridad.
El cierre de su set fue con una singular versión “Promess”, de Fiesta muda (2015). A pesar de un inconveniente con el pedal de bombo de Federico, Daniela y Marcelo decidieron empezar a tocar de igual forma, generando un clima más onírico y suave. Una vez resuelto el problema, Losa improvisó una entrada a la canción que quedó tan bien que, de no haber hecho explícito la falla, cualquiera habría pensado que estaba ensayado.
Después llegó el turno de Los Inciertos, el quinteto comandado por Julieta Salas, que, con el trío “Todo un universo”, “Justamente ahora” y “Hasta el centro del océano” pusieron el mood en un tono más canción indie.
Recogiendo algunas influencias de Las Ligas Menores, pero con un carácter decididamente propio y alternativo, los necochenses sumaron guiños al surf rock y coros bien punk (y alguna voz principal también) de la mano del bajista Facundo Bávaro. El tono relajado de la voz de Julieta, los sonidos electrónicos del octapad Roland y las teclas de Nahuel Barros supieron crear un clima personal, con ambientes muy variados.
El comienzo del show de Nina Suárez fue con el track que disparó su postergado debut en las plataformas digitales: el rockero “Quequén”. Le siguieron varios temas inéditos, todos ellos recorriendo diferentes costados íntimos y honestos de la cantante, con un imaginario lírico del primer Alex Turner: situaciones en relaciones que parecen simples pero vistas desde un ojo sagaz y poético.
Las diferentes bases rítmicas de Manolo Lamothe (Cabeza Flotante) sabían seguir las diferentes intensidades que necesitaban las canciones. Abriendo al ride cuando se necesitaba y con una utilización exacta del tom y la chancha para agregarle peso a algunas secciones. El cuarteto se completaba con Marcos Canosa en la guitarra (también de Cabeza Flotante) y Chicho Guisolfi en bajo (Bestia Bebé).
“Bueno, esta canción se llama… Adivinen cómo se llama”, amagó Nina antes de presentar “Chinos ojos rojos” (adivinada por una persona del público, gracias al estribillo) que, si no quedaba claro el título, un verso terminaba “Las flores que no sabés dónde ponerlas / si no son para fumar”.
El final del recital se dio con su segundo (y por ahora último) lanzamiento, “Corrida al arco”, dedicada en Camping a todos sus amigos que les gusta el fútbol. Antes de bajar del escenario, la hija de Rosario Bléfari y Fabio Suárez dejó la guitarra acoplando, mostrando no sólo sus raíces noise, sino sintetizando y enmarcando la velada de tres bandas unidas por el ruido, el postpunk y la melancolía.
