La canción es un torbellino de emociones donde el enojo, la tristeza y la incertidumbre se disfrazan de un indiepop envolvente que te atrapa sin darte cuenta.
El pasado 25 de febrero, Blair lanzó “Todo lo que tengo”, el primer adelanto de su esperado segundo álbum. La artista ya venía dejando pistas de lo que se traía entre manos, mostrando fragmentos en sus redes y en sus shows, pero ahora todo cobra sentido. “Todo lo que tengo” es el tipo de canción que te hace mover la cabeza sin que lo notes, hasta que, de repente, la letra te sacude y entendés que hay algo mucho más profundo latiendo detrás del ritmo pegadizo.
La producción de Nicolás Cotton, junto a Blair y Dante Saulino, juega con un contraste brutal: la canción suena vibrante, incluso bailable, pero cuando prestás atención a la letra, te golpea de lleno. Blair canta sobre sentirse atrapada, sobre una lucha que la lleva a los pensamientos más oscuros: “Tengo pulsión inconsciente de tomarme el veneno”, dice en un verso que no pasa desapercibido. Hay una sensación de vacío que se hace cada vez más fuerte a medida que la canción avanza, pero lo interesante es cómo logra convertir esa angustia en algo que no se siente pesado, sino hipnótico. Cada frase parece sacada de una confesión personal y, al mismo tiempo, es universal, porque ¿quién no ha sentido alguna vez que está encerrado en sus propios pensamientos?
El videoclip es el broche de oro de esta entrega. Dirigido por Dana Campanello y grabado en una iglesia, con Blair vestida de blanco, moviéndose con una intensidad casi desesperada, arrastrándose por el suelo y soltando su pelo rubio. Es un despliegue visual que refuerza la dualidad de la canción: lo sagrado y lo caótico, la fragilidad y la fuerza en un mismo plano. La imagen de ella en ese espacio es impactante, porque parece estar buscando algo, tal vez redención, tal vez una salida, pero al final solo queda la sensación de que está atrapada en su propio universo. La estética no es un detalle menor, sino una pieza clave de lo que quiere transmitir: esta nueva etapa está marcada por el choque entre la solemnidad y la desesperación, entre la fe y la duda.
“Todo lo que tengo” no es solo un adelanto, es una declaración de principios de Blair. La artista no teme exponer su vulnerabilidad ni a jugar con las emociones de sus oyentes. Su música no se conforma con sonar bien, busca incomodar, generar preguntas, sacudir. Si este es el punto de partida de su próximo álbum, todo indica que estamos frente a una obra que va a dar de qué hablar.
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