La banda bonaerense publicó en septiembre su segundo LP, Multitud, luego de ser anticipado por dos singles en épocas pandémicas.
Luego de tres años, muchos shows y una pandemia, Todo El Verano publicó su segundo disco, Multitud. Una obra espectral que evidencia el proceso madurativo que tuvo la banda desde su primer disco, Danza (2017).
Los hermanos Lamastra nos deleitan con su último LP, cargado de melodías enamoradizas y atmósferas oníricas, protagonizados por sintetizadores y efectos de guitarra que despliegan un efecto sonoro hipnotizante por medio de un “loop de matices”. Por más que los ocho tracks que componen el disco tengan como común denominador el sonido techno pop, cada canción conserva una particularidad propia que da como resultado una única historia que se toma 23 minutos para completar su relato. Esto hace que podamos transitar momentos confortablemente suaves al escuchar temas como “Algo quema” y dar un gran salto sin fallar a la coherencia del disco al adentrarnos en la oscura sensualidad de “Fulgor”.
“Si ya me acostumbré a mirar siempre de lejos”, frase de “Tropical“, es una buena cita que podría definir la postura narrativa del protagonista de Multitud, el cual nos habla desde una perspectiva reflexiva. Uno podría imaginar a un relator sedado al mejor estilo de “Comfortably Numb” de Pink Floyd, mientras contempla y describe las cosas que suceden a su alrededor y como le afectan para bien y mal. Esta decisión lirica se fundamenta y justifica con la portada del álbum, la cual luce un cubo de cristal vacío en medio de un bosque. Un montón de ideas se pueden asociar a esta imagen y el título, multitud, es una pista más. El encierro, la lejanía, el vacío, la cuestión contemplativa, las realidades que no se tocan, pero se observan y el distanciamiento como interlocutor son síntomas del concepto que une el sonido y significado de este disco al confesarse con frases como “ya no sé cómo hacer para salir de acá / tanto tiempo mirándose, se nos va”.
Desde el momento en el que la cortina onírica de “Humo” nos da la bienvenida al disco, hasta la invitación que nos hace el protagonista de “Vamos”, último tema del disco, para irnos a un mundo participativo en el que podemos ser protagonistas de nuestra historia, nos adentramos en un mundo con distintos matices electrónicos y constantes cambios de velocidades. Y, como una suerte de uróboros, la serpiente que se come su propia cola, “Vamos” nos despide con unas chapas muy similares al del inicio del “Humo”, lo cual sugiere que al terminar el disco podría comenzar nuevamente y dar inicio a un loop eterno.
El cambio de paradigma que marcó el trío de hermanos desde su primer disco es notable. Teniendo como co-creador de esta obra Tweety González, Todo el Verano se despegó de su época de Danza y su estilo musical analógico y rockero. Esta asociación promete un largo y prometedor porvenir para esta estación convertida en banda, su búsqueda sonora.