Una de las bandas con más potencial del indie tuvo su paso demoledor por la Ciudad de Buenos Aires.
Ya era de noche, pero La Confitería oscureció aún más cuando subieron los cinco integrantes de Terrores Nocturnos, todos vestidos de negro. La remera de Flema que vestía el cantante y guitarrista Marcos Aramburu y su pelo rubio platinado eran un aviso de lo que se venía: punk, pero adaptado al siglo XXI.
Sonaron los cuatro palillos marcados por Juli Pérez (voz en Julepe) y empezó a sonar la introducción de “El funeral de los monos“, canción que da el nombre y cierra el único disco de la banda. La versión fue más rápida que la original, hecho que se repetiría a lo largo del show, acentuando la potencia de las composiciones.
Lo siguieron “Atrás de todos” y “Todavía no”, confirmando que además de la música de Ricky Espinosa, las letras igualan la crudeza de la música. Si bien las referencias a la muerte y los cementerios son insistentes, el resultado final no genera miedo o tristeza, sino nostalgia de algo que todavía no pasó. Armónicamente se notan guiños al noise rock americano (Sonic Youth o Pixies), mientras que el viaje sónico es complementado por melodías del indie de los 00s, con tonos vocales cercanos a los de Santiago Motorizado y una fuerte influencia de la banda platense y LAPTRA en general (especialmente la trilogía de EPs de Él Mató).
Entre relampagueantes luces rojas y azules, los Terrores también aprovecharon para tocar temas inéditos, como lo fue “Compañero“, en la mitad del setlist. Con respecto a las de su álbum de 2018, la voz no tiene los efectos y los paneos de estudio lo que provoca una conexión más atrapante con el público. Esta conexión es más interna y estrictamente musical, ya que en vez de interactuar con la gente, prefieren manifestarse tocando.
Luego de agradecer al público que asistió a pesar del frío en la Ciudad, Marcos anunció las últimas dos canciones. La primera fue “Pura costumbre”. donde canta “En la ciudad ya no sale el sol / los árboles crecen por pura costumbre”, sobre dos acordes mayores que se repiten en los más de 3 minutos de duración, dejando en claro que la ruptura entre la complejidad de la letra y la música no es coincidencia, si no algo buscado.
“Terrores nocturnos” fue otra sorpresa de la noche. Esta canción inédita, que da el nombre a la banda, fue el broche final de un recital muy prolijo y sentido del quinteto, quienes demostraron que están bien plantados para ser el futuro del indie argentino.