Desde la oscuridad sofocante del electropop, Tanya emerge como la sombra terrible de Juana Rozas.
Juana Rozas está en el ojo de la tormenta desde hace algunos años. De aquel lejano y etéreo nacimiento que supuso Vladi (2022), el camino fue torciéndose hacia sonidos oscuros y pesados; de la cuna al nicho sin paradas. Su single “Im a star” (2024), probablemente, fue el punto de quiebre definitivo. Adentrándose en la espesura de un techno disidente al mejor estilo Brat (2024), supo fusionar los sonidos del nuevo under porteño con una narrativa desesperante con Tanya.
¿Quién es Tanya?
Y es que en Juana Rozas confluye la pulsión de la noche con las obsesiones de un personaje de giallo. Hay misterios manchados de sangre y una voz que retumba, sin dar tregua, sobre los acelerados beats el technopop. Tanya es tanto un álbum como una historia que se desenvuelve con ferocidad. Rozas se demuestra violenta y desprolija, enferma de si misma; capaz de hacer coexistir las melodías surreales de su primer álbum en canciones como “Tanya loca” o “Ridículo” (en colaboración con Santiago Motorizado) con esa potencia que roza lo esquizo de “Puerta” o “Buenísimo”.
Pero dejando de lado las cualidades de Rozas vale la pena preguntarse: ¿quién es Tanya? El álbum es a la vez construcción y búsqueda. Riega los tracks con pistas para descubrir a esta mujer incorrecta y atacada por la multitud, los cuerpos y los golpes de altoparlante. Frente a ella se dibuja Antonio, hombre del que solo sabemos a través de sus gritos pero con quien se intuye la rabia de un amor que no termina de cerrar. Pero aún en el campo del rave, quizás tomándolo como excusa, Tanya reflexiona sobre los vínculos (con el otro y con ella misma). La violencia pareciera ser el camuflaje de todo dolor.
Para matar este cuerpo que es mío
Pero Tanya no se permite caer en el hedonismo ni en la lástima. Silenciosa sobre el beat, sobre los gritos, funda un ritual para salir de sí misma. Tanya es en gran medida un exorcismo. “Bad Choice”, en este sentido, funciona como declaración de principios: “El futuro ya lo vi / está ardiendo frente a mí / malas decisiones lo que queda para mí“. Como proponiendo la ruina como única forma de volver a fundarse, abre la puerta al abismo techno que utilizará para purgarse.
“Besito a las flores”, en colaboración con la grandiosa Chita, actúa de contrapunta y tematiza la resurrección. “¿Por qué me voy? Porque no estás / Si sos feliz, yo soy feliz / Si me mentís, escóndelo / escóndelo, no quiero saber / porque te quiero y me hace daño tu querer“, canta a modo de despedida, bañada en sangre en el videoclip. Así Juana Rozas, con su impronta gótica y under, traza el recorrido de la muerte y la (nueva) vida.
Tanya es más que el nuevo álbum de Juana Rozas y su proyecto más ambicioso. Tomando lo mejor de sus trabajos anteriores e insuflándoles nueva vida con el aura infame del submundo rave, logra construir un pequeño universo propio de derrotas orgullosas y revanchas furiosas. Sumado a una dirección de arte impecable que se tradujo en un cortometraje de casi media hora, será el reconocimiento de Rozas en el lugar que le corresponde en la escena hace ya bastante tiempo.
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