Con actitud punk y estética gótica, la banda marplatense presentó ante un público efusivo su tercer álbum de estudio Entre sombras.
Transcurría otra noche agradable en la gran ciudad. La esquina de la avenida Niceto transitaba con habitualidad. Así, lentamente, Tomates en Verano sería el trío encargado de dar la bienvenida desde el escenario para agrupar con mucha actitud a la gente que llegaba poco a poco al club de Palermo. Sería una noche dedicada, por qué no, a la escena alternativa marplatense. Como siempre, la timidez por parte del público se perdería con el transcurso de las primeras canciones hasta convertirse en aplausos. Fue así como entre saludos y cervezas, risas y diversión, y un Niceto que estaba lleno, que la gente ya estaba preparada para recibir a sus Buenos Vampiros.
Con su característica estética punk-gótica, la aparición de la banda rápidamente ambientó la sala con su concepto de nocturnidad romántica. Con dicha presencia, el repertorio comenzaría con la presentación completa y ordenada de su tercer y último álbum, Entre sombras. De esta manera, “La calma del cementerio”, “Puede ver el mar en tus ojos” y “Tengo frío” fueron la expresión inicial del clímax que la noche posteriormente evocaría y de las reacciones que el público tendría durante todo el recital. La apariencia no debía engañar: a pesar de su presunta oscuridad, una dualidad de bondad y sensibilidad también caracteriza a estos Buenos Vampiros. Sus letras lo reflejaban.
Seguidamente, “Caminando” y “Jugando en la oscuridad” demostraron que el pogo o “mosh” sería la normalidad y no la excepción de la noche. Inclusive, varias veces por canción. La musicalidad que la banda transmitía especialmente en sus estribillos era, de alguna manera, liberalizadora y constantemente evocadora de paisajes y transiciones nocturnas y ancestrales, pero expresados desde un sentimiento puro que lograba conmover. Luego, “Alguien te espera” representó una pequeña variación de trance para dar lugar arriba del escenario a un momento de performance cuando el payaso, síntesis de la emocionalidad que atraviesan las canciones del álbum, acompaño a la banda en “Canción para Rufina”.
El repertorio continuó con “No tengo idea”, “Una vez más” y “Desorbitado”, que al finalizar motivó el grito de un público exultante al ritmo de “Ohh, soy un buen vampiro”. La gente disfrutaba. Así, las primeras notas de “Déjenme solo” elevaron la voz y el sentimiento se cristalizó en un momento de mucha intimidad. El álbum había terminado, pero la noche continuaría. Luego de cinco minutos de descanso, necesarios para hidratarse, la banda extendería sus canciones hasta los inicios. Para eso, motivó aún más a un público que no había parado de moverse.
Con “Paranormal” y “La arena” esa actitud fue total. El pogo estaba renovado, comprometido y más vibrante. Sin embargo, un momento de calma era indispensable. Con esa intención, la banda invitó al escenario a Nina Suárez para interpretar una hermosa versión de “14 de febrero”. Los corazones celebraban. Seguidamente, con “Me paralicé” y “El perro” fue la ocasión especial para agradecer. De hecho, “¡Un saludo a la gente de Chivilcoy!” Con el violín arriba del escenario, los Buenos Vampiros interpretaron una versión de “Momentos”, para luego continuar con “Otra vez” y su canción destaca “Desmotivada”. El último invitado subiría para tocar “Tanques de Guerra”. El final se acercaba con una gran versión de “Verano” en la que la banda desplegó un climax instrumental intenso y hasta ofreció un sólo de batería que suscitó muchos aplausos. Así, los Buenos Vampiros se despedirían de Niceto con “Todo el mal” en lo que sin duda había sido una noche para disfrutar y conectarse con su público
Con una propuesta artística novedosa para nuestra escena local y renovada desde su contemporaneidad, la banda marplatense sigue convocando desde sus canciones y su estética. No debemos fijarnos en sus vestimentas, sino en sus declaraciones. Historias vívidas de amor y un sentimiento romántico para abordar la vida son la expresión más pura de estos Buenos Vampiros, que eligen la oscuridad para mostrar los aspectos inocentes, bellos y sinceros de sus experiencias. De esta manera, la banda consagró un gran noche en el templo de Palermo a la espera de una nueva aparición, para que lo gótico y romántico se fusionen nuevamente arriba del escenario.