Nathy Peluso muestra el arte de no pedir permiso en “Malportada”
En su nuevo EP, Nathy Peluso vuelve a recordarnos que el poder y el drama, cuando pasan por su voz, se convierten en pura celebración.
Si Grasa fue un rugido que abrazaba la exageración y el exceso como banderas, Malportada, el nuevo EP de Nathy Peluso, parece llegar desde un lugar más luminoso, pero igual de apasionado, hay fuego, pero también calma. Nathy ya no necesita gritar para demostrar quién es, se la escucha libre, segura y divertida en su propio universo tropical.
El EP se construye sobre una idea clara: el amor y el empoderamiento como ejes inseparables. En cada ritmo, cada guiño y cada verso se percibe ese vaivén entre amar y amarse, entre el deseo y la autonomía. Nathy transforma la intensidad del amor en movimiento, el desamor en humor y el exceso en una forma de libertad. Lo suyo no es la serenidad, es la euforia consciente, el goce de saberse protagonista de su propia historia.
Musicalmente, Malportada lleva la salsa al centro de la escena, pero con una mirada moderna y urbana. No se trata de una recreación nostálgica, sino de una apropiación personal. Peluso toma los sonidos latinos y los pinta con su estilo teatral, sensual, callejero y sofisticado al mismo tiempo. Es un trabajo que se mueve entre lo clásico y lo contemporáneo, con una producción viva, orgánica, que te hace querer bailar. Esa es su magia: convertir el desborde en ritmo.
En este trabajo, su personaje se muestra completo. Hay fuerza, deseo, humor, contradicción. La mujer que antes necesitaba imponer respeto ahora simplemente disfruta. Se permite ser todas las versiones de sí misma: la que galopa, la que se desborda, la que sana, la que se ríe. Malportada es justamente eso, el retrato de una artista que abraza su dualidad sin pedir permiso, que juega con su propia imagen y la vuelve arma, disfraz y verdad al mismo tiempo.
Lo que lo diferencia de su último álbum Grasa no es la falta de intensidad, sino el modo de habitarla. En Grasa, Nathy Peluso se afirmaba en el exceso; en esta etapa, se desliza con soltura. Ya no está construyendo un personaje, está disfrutando de serlo. Lo latino no es un adorno, es su identidad llevada con orgullo a cualquier escenario, incluso a las calles de Manhattan, pintándolo todo con su color, su picardía y su ritmo.
Con apenas seis canciones, la ganadora de tres Latin Grammys logra capturar un estado: el de una mujer que aprendió a bailar con sus contradicciones. Malportada es una carta de amor a sí misma y a su cultura, una celebración del deseo sin culpa y del empoderamiento sin solemnidad. Es la prueba de que el arte de Peluso no está en elegir un solo camino, sino en moverse con gracia entre todos, sabiendo que, mientras haya ritmo, ninguna herida pesa demasiado.
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