juana molina doga

Juana Molina presenta “Doga”, un viaje sonoro hacia el interior de un bosque

Con sintetizadores, juegos de palabras y paisajes sonoros que evocan naturaleza, el álbum invita a adentrarse en su universo único.


La música experimental de Juana Molina regresa en Doga con toda su fuerza y con la cuota de originalidad que caracteriza su estilo. Vuelve con sintetizadores, mantras y canciones que cuentan cuentos. Amante de las palabras, las utiliza no para narrar historias con una estructura tradicional de principio, nudo y desenlace, sino como sonidos que se integran en la propia génesis de la canción.

La artista rompe todos los esquemas de cómo tiene que ser un álbum. Se trata de un disco conceptual, es decir, que todas las canciones tienen un hilo entre sí, pero no porque la obra siga una estructura determinada, sino porque evocan a los mismos sentimientos y conceptos: naturaleza, rituales, bosque; el sonido tiene una energía que resalta el mundo natural y también el de los sueños.

La canción que abre el álbum, “Uno es árbol”, evoca un clima misterioso relacionado con lo onírico; la compositora juega con las palabras las desarma, las susurra, las desdobla para poder hacerlas canción. En “la paradoja”, se genera un ritmo envolvente y fuerte, la letra, inconexa y a la vez coherente, reza: “Indolente, injusto, intenso, altivo, me internó / suave, honesto, atento, ingenioso, lo amo / engreído, me cansé / generoso, me casé / rígido, valiente, sabio y necio / ¿qué hago?”.

“Siestas ahí” es una de las canciones más dulces del álbum, se puede pensar como una canción de amor a lo Juana Molina. La melodía y los balbuceos se sienten como si estuvieran relatando el nacimiento de algo: un amor, un vínculo, una comunidad.

Juana tiene un patio salvaje que crece desmedidamente, en “Inundan un zorzal” parece describir un paseo por este lugar. Cuando la canción se queda sin letra los sonidos imitan al viento: bajan, suben y envuelven. “Va rara” es el track que más se parece a un cuento, el primer verso dice: “Alguna vez las formas del espacio / me sugirieron planos y dibujos / esa historia que conté / me la robé de un libro de embrujos”. La voz va tomando diferentes tonos que aportan textura, su forma singular de usarla es puro juego, volviéndose un instrumento que está a disposición de la canción.

En Doga, Juana Molina parece responder a preguntas del tipo: ¿cómo suena un bosque? ¿Cómo suena un ritual en el que participan criaturas extrañas? Y al escucharla surgen las reflexiones: ¿cómo suena la mente de Juana Molina? ¿De dónde salen esos sonidos, que, a la vez, se oyen como terrenales y extraños?

La penúltima canción se titula con una palabra inventada “Intringulado”; eso es lo que caracteriza a Juana como artista: inventa, rompe, desarma, y crea desde lo auténtico.

No es un disco recomendable para escuchar con auriculares en la calle, sino que requiere un oído atento para poder ingresar al trance que la obra propone. Son diez temas pero de larga duración: “rina soi”, el track que cierra el disco, por completo instrumental, dura nueve minutos. Cada tema se toma el tiempo necesario para crear un paisaje sonoro experimental.

Los comienzos y finales de los tracks están trabajados con delicadeza y detalle; son composiciones que se piensan para adentrarte en un momento, en un ambiente, en un mood, para después, lentamente, despedirte.

Juana dice que al empezar a tocar entra en un mundo muy alejado de la realidad, un plano de música pura, sin ideas, preconceptos ni intenciones. “A veces me siento una médium entre vaya a saber quién y la música”, confiesa, y sus seguidores le creen.


Escuchá Doga de Juana Molina y más lanzamientos del 2025 en nuestra playlist de Spotify.

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