Con un Vorterix lleno, Isla de Caras presentó Líneas Generales, su nuevo disco, en un show atravesado por visuales vibrantes y un sonido más rockero.
Un jueves a la noche en Palermo puede ser cualquier cosa, pero en Vorterix tuvo nombre propio: Isla de Caras. Al entrar al recinto, el público se topaba con un puesto de merchandising coronado por una gigantografía de Santiago Martínez, su tecladista. Ese detalle ya anticipaba el protagonismo que tendría la banda en un show que no fue solo música, sino también puesta en escena y guiños a su universo estético.
Las luces bajaron y la apertura con “Intro” y “Veneno” generó un murmullo compartido entre la gente. Después llegaron “Mirar películas” y “Amigos”, dos clásicos recientes que terminaron de romper el hielo. En las pantallas, flores multicolores y personajes digitales con gestos robóticos parecían salidos de The Sims, y funcionaban como una extensión de la música: un mundo paralelo, entre lo lúdico y lo extraño, en el que el público se comprometió sin dudar.

Con “Despacio”, “Culto de voyeurs”, “Todo el universo” y “Mi droga favorita”, la banda empezó a mostrar su nueva piel. Las guitarras subieron el volumen, la base marcó un pulso más firme y el sonido se volvió más crudo pero sin sacar del “mood” a la audiencia.
Canciones para escuchar de cerca
El centro de la lista invitó a bajar un cambio. “Tormenta”, “No me puedo divertir”, “Insurgentes”, “Mi historia entre tus dedos”, “Camas separadas” y “Cartera Perdida” construyeron un clima introspectivo. En ese tramo, el público no solo cantó: también escuchó, acompañando con silencios atentos y celulares en alto que iluminaban el teatro.

La recta final se cargó de energía con “El favor”, “Todo esto es nuestro”, “Discoteca”, “Una caricia” y “Partenaire”, para luego encaminarse hacia el cierre con “Cerca lejos”, “Demostrar interés”, “Trampas”, “Tu forma de decir adiós” y “Cavidad”. El desenlace llegó con “La piedra” y “Tiempo”, dos canciones que condensaron el espíritu de la noche: una banda que se anima a virar hacia un sonido más crudo y contundente, pero que conserva su impronta melódica y popera. En Vorterix, Isla de Caras celebró el presente y proyectó su futuro con un recital que equilibró fuerza y sensibilidad.
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