El proyecto de Mateo Sujatovich llenó dos Nicetos a puro baile, canto y emoción. Relatos de un artista en plena explosión.
Pareciera solo ayer que Conociendo Rusia tuvo su primer Niceto… y es porque fue solo ayer. A meses (seis, para ser exactos) de su primera presentación en el afamado escenario porteño, el Ruso metió fecha doble soldout para introducir al público a su más reciente disco, Cabildo y Juramento.
Sin banda soporte, al igual que en su primer show, el público aguardó pacientemente que se hicieran las diez de la noche escuchando viejos tangos mientras el telón yacía y las luces eran más bien tenues. En la oscuridad, la anticipación se formaba para un recital que le tendría bien activo.
Un grito de emoción se produjo mientras se revelaba la imagen de la banda y sonaba la canción que da nombre al segundo álbum de Conociendo Rusia. Niceto se llenó de canción, desde el escenario hasta el fondo, pues la gente no dejó en ningún momento de corear los versos recitados por Sujatovich.
El escenario estaba complementado por cuatro torres que proyectaban imágenes del video con el que fuera lanzado Cabildo y Juramento, mientras que en el fondo se apreciaba la silueta de Buenos Aires formada por luces de neón. Él, con un traje rosa, una remera blanca y una cadena a lo gángster ruso en el cuello, mientras que su banda aparecía toda en tonos blancos y negros, con excepción de un vestido violeta para Feli Colina, a cargo de los coros y guitarra acústica.
El concierto prosiguió con “Cicatriz”, de su primer disco, homónimo. Fran Azorai desplegaba sus sintetizadores desde un piano de cola blanco ubicado a la izquierda y al frente del escenario, mientras que en el otro extremo se ubicaba Guille Salort con su batería con ritmo ajustado al de un reloj atómico. Atrás, aparecían Kuj (bajo), Nicolás Btesh (guitarra), Feli Colina y una sección de vientos conformada por saxo tenor, trompeta y trombón.
Entrado el show, comenzaron a sonar los acordes de “Cosas para decirte” y no más que eso, ya que la voz fue completada por todo Niceto. Las luces se apagaron y, mientras Azorai tocaba una pieza instrumental, el Ruso se subió al balcón del local junto a los vientos para tocar “La mexicana”, su primer single del 2019.
Antes de finalizar el show, Mateo agradeció al público por haber venido, consultó quien iría a la siguiente función (al día siguiente) y lanzó una sorpresa: “¿Y si les digo que el año que viene hay un Gran Rex?”. Así comenzó “Quiero que me llames”. A esta altura, uno pensaría estar acostumbrado al sonido ensordecedor de la gente coreando junto a la banda las canciones, pero no. Hay un agregado a cada show cuando se sabe que un Niceto entero lo está disfrutando a ese nivel, y el Ruso lo sentía.
Antes de comenzar la última canción, ya se escuchaba su estribillo: “Y si me pierdo en el intento…”. “Loco en el desierto” cerró un recital que nos dejó llenos y satisfechos. Pedimos la cuenta y agradecemos presenciar recitales de esos que solo suceden una vez (en este caso, dos), en el cual puede verse el momento en el que un artista se transforma en una estrella.
📷 Santiago Bianchi