El segundo álbum de la banda rosarina, Poemas de barrio, es un canto a la amistad, al recreo y a las aventuras barriales.
Poemas de barrio es como un himno de tiempos pasados que creías olvidados, pero que siguen más vigentes que nunca: la calle, les amigues, el amor adolescente o ese flash que alguna vez te alcanza para cambiarte para siempre. Este full álbum está en pañales, salió hace apenas unas semanas, tiempo que parece irrelevante e imperecedero con el pasar de los días, pero que en esta ocasión está cargado de mucha significación por la situación que estamos pasando como sociedad.
Para cuando re-escribo esta reseña, hace unos cinco días que se decretó la cuarentena preventiva y obligatoria en la República Argentina. Es por esto que me parece un momento ideal para rescatar este disco. ¿A qué me refiero? a lo que su nombre indica: el barrio ¿Te preguntaste qué es? Seguro que no, o no demasiado. Hasta parece un concepto obsoleto cuando descubrimos que existen otros circuitos urbanos por los cuales moverse. Y a ese punto voy.
La música son historias que se enmarcan, nacen, cambian, suben y bajan en los territorios de la ciudad. Nos salen al encuentro, se te meten adentro y activan, o te acompañan, fluyen. “Nuevas Generaciones”, primer track del disco, nos cuenta cómo un territorio que parecía nuestro, del que muchas veces nos toca irnos o circular por otros espacio, es ocupado personajes nuevos que se apropian de ellos y los resignifican. Es así que nacen nuevas vivencias y viejas leyendas quedan el olvido en las mismas calles. Nostalgia pura. “Poemas de barrio” (con nombre homónimo), es otro de los capítulos que suma esta línea de relato, las cortadas de 2 o 3 cuadras, el típico kiosco de la esquina emblemática, la placita, los vecinxs de toda la vida, los que vienen y se van sin relacionarse con nadie.
El amor es una recurrencia en sus canciones, viéndose claramente en la tríada “¿Vuelve nuestro amor?”, “Unas latas” y “Alejados”. La inconfundible voz de Lu Aymar relata una serie de desencuentros, dudas y debates internos en la que seguramente muches nos hemos encontrado en alguna etapa de nuestras vidas. Unas de las frases que más me gustaron es “Espero en algún reci yo te vuelva a encontrar / aunque siempre vuelvas a tu casa / te guardo unas latas por si pasas por acá”. ¿A quién no le pasó de pispear entre la gente del publico si está esa persona con la que queremos cruzarnos “de casualidad” ? ¿O verla caminando por la calle o en el supermercado? Esas ansias llenas de esperanzas inundan la ciudad, historias de gente que se encuentra o ya no se encuentra más. Cosas de la vida.
Los últimos dos tracks, “Torneo de Verano” y “Campeones de la esquina”, bien a los Cuidado, Hércules vigila, son temas más nostálgicos en el sentido de que evocan situaciones que vivíamos cuando eramos niñes, cuando nuestra única preocupación era salir a jugar, terminar ese partido y tomarse la Coca fresca con la vaquita que se armaba para poder comprarla. TdV te genera empatía, te esperanza, te saca al balcón al patio de tu casa a disfrutar del aire y el solcito de la tarde. Su esencia es una mezcla de sus personalidades, su amistad y lo mejor de la tradición indie de la ciudad (como Daddy Rocks y Alucinaria, entre otras)
La banda forma parte de un sello independiente llamado Remedio Casero Discos (que ya hemos mencionado en otras notas, e incluso en la entrevista realizada por Indie Club). Este sello los edita en un formato que parecía caduco como es el cassette (ni siquiera el CD) y que hoy permite al fan melómano tener un material hermoso como este álbum, tocarlo, mirarlo, reproducirlo y coleccionarlo (objeto-fetiche). Sin dudas, un detalle que le aporta mucho sabor al proyecto.
Vayan, escúchenlxs, escuchen sus letras y disfruten de todas estas evocaciones hermosas que este material de casi 17 minutos.
Quiero hacer....jajajaj fechita juntes cuando pase la cuarentona!!