
El Club Audiovisual y “Relicario”: vulnerabilidad y ruido como lenguaje
Entre capas y texturas crudas, la banda explora la fragilidad emocional en su faceta más humana.
En un mundo donde las identidades se desdibujan en un entorno que se va poniendo cada vez más cruel, apostar por la vulnerabilidad es un acto de rebeldía. En Relicario, El Club Audiovisual habla sobre la desconexión emocional, la pérdida, el querer, la fragilidad. Este es el tercer disco de la banda que inició en 2015 para tocar música durante el verano y hoy están en otra posición. El cuarteto está integrado por Delfina Gel (cantante, bajista), Juan Costa Viaggio (baterista), Matías Vertula y Tomás Pelaez (guitarras y voces).
Cambiaron mucho disco tras disco. El primero, Ya no estamos tan solos, de 2019, es un gran trabajo que cae en muchos tropos del género shoegaze. Dentro de él se encuentran letras con corazón y toman mucho de la energía juvenil de los EPs anteriores. Su disco homónimo de 2023 trajo un sonido alternativo y crudo, parecía una reinvención con un disco muy sólido. Este tercero vuelve a mutar, con un sonido denso dentro del noise y dream pop.
Se nota que crecieron y que pasó agua bajo el puente. Pero no solo musicalmente, sino que el mundo cambió. No estamos en el mismo mundo de 2019 y 2023, estamos aún ante un panorama más acelerado y extremadamente líquido. Las letras son más maduras, o por lo menos no vienen siendo lo mismo. Es panorámico, pasando de canciones gigantes llenas de secciones a canciones minimalistas. Dentro de esa construcción del mundo de Relicario, El Club Audiovisual muestra esa faceta humana y expuesta. Con errores, que se permite sentir, se permite bajar la armadura por unos momentos.
La participación de Dayvan (Saramalacara y Rojuu) se nota en algunos pasajes donde se siente esa cuota de lo digital y de otro mundo. Mientras más digitalizada o más actual es su música, pero plantean el alejamiento de las personas a través de la tecnología. También cuenta con Estanislao Lopez en la producción que ya es cuota de confianza de calidad dentro de una escena.
Es una versión hasta oscura y real por parte de la banda, no solo lírica y de personificación, sino en el sonido. Profundizan en lo más introspectiva y experimental, hay un aura oscura que atraviesa como una sombra sobrevolando por todo el álbum.
“Y si hoy lo quemo todo / incendiando mi pasado”
Temas como “Cuántas veces me deje llevar?” te dan un gran vistazo a los cambios e indicios del disco. Inicia con otras tonalidades en la guitarras, comprimidas y adulteradas. Muchos más espacios para la instrumental y las guitarras, además de ritmos pesados y lentos. Eso se suma a lo dramático que suena a veces, con las interpretaciones, las voces, todo cuadra en el rompecabezas: “No hay final hoy no apagó la luz / en este incendio / me prendo fuego”.
Directamente con “Armadura”, “Tu sombra” y “Lejos de mí”, producen fragilidad y ruptura, cómo uno se puede perder para luego volver a encontrarse. En Relicario también están envueltas las canciones entre dos voces en muchos pasajes de las canciones: esa dualidad vocal se vuelve una huella emotiva en todo el álbum.
En “No soy yo” vemos otra variante de la banda, introvertida, pequeña, hasta minimalista. Condice con el mensaje más personal y aspero: “Cuánto tiempo para mí / cuánto tiempo va a ser igual / quizá todo el tiempo / seguirá estando igual / y no soy yo / y no soy yo”. “De repente” trae ese rock alternativo que te crujen los huesos y llega hasta las venas. Hay algo en la caracterización que lo hace tan personal como único; otra banda no podría hacerlo de esta forma, las variantes del disco son los integrantes a corazón abierto.
“Si me entendiera / Llevaría una vida nueva / A mi manera”
“Antes de que vuelva” es una de las baladas del disco. Tan apasionante en un inicio en un principio pacifico mientras va creciendo va sumando muchas capas y texturas desde la interpretación de voz como lo que sucede con las guitarras en el verso: “Sigo buscando abrigo en tu armario / Sigo buscándote”. En “Las luces” la introspección vuelve en forma desgarradora. El disco cambia de formas, de ritmo, a uno hasta más pausado, volátil, pesado atmosféricamente, mucho por parte de la parte rítmica y líneas de bajo densas. Entre distorsiones de voz y ruido se escucha en forma de ciclo: “Hoy siento / no existe / hoy siento / no existe” .
La banda trató de alejar un poco de las convencionales formas de hacer una canción en este disco, pero como si fuera algo que tienen tan dentro suyo, las facilidades para crear melodías pop resuenan en la cabeza y dan hasta una vuelta cinematográfica. En ese eje cierran con “El mundo no es solo para mí” y “Lo que me llevo”, una canción más tradicional en algunos versos, pero deformada: “Si te digo que no / siento frio en mi interior / si te digo que no / siento frio en mi interior”.
El Club Audiovisual hizo un disco que va de retazos que juntos van armando una armadura por piezas, pero que a la vez está rota y busca rearmarse emocionalmente. Construido en el sonido por la faceta que vuelve de noise pop y shoegaze potente pero con una cuota digital en la producción que le da otras capas y texturas. Ya habían cambiado su sonido en su disco homónimo de 2023, más juvenil y alternativo, hasta explosivo. Esa combinación de dolor, vulnerabilidad y emoción en cada palabra que avanza. relicario es un disco que te deja expuesto, pero también un poco más vivo.
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