
Elegancia, hiphop y dance crip en el Coliseo de la mano de Trueno
El referente del hip hop en Argentina encendió un teatro explotado en la primera edición de la Red Bull Symphonic Argentina.
El viernes pasado debutó en Argentina la Red Bull Symphonic, un formato en el que se acercan los mundos de la música popular y la música clásica, llevando artistas de distintos géneros a cantar sus canciones con una orquesta sinfónica de fondo. En nuestro país, el primer elegido para esta misión fue Trueno, que llevó su sonido hip hop y sus banderas de la Comuna 4 a otro nivel con un show emocionante en el Teatro Coliseo.
La orquesta sinfónica, con cincuenta músicos en escena, dio la bienvenida al público con una introducción de agudo misterio, que se fue intensificando hasta que entró Trueno como un piedrazo para bajar hasta la calle con el sonido del hip hop. La mezcla de géneros se reflejaba también en el código de vestimenta: Desde Trueno hasta Ezequiel Silberstein -director de la orquesta-, todos con traje negro y zapatillas blancas.
Desde el comienzo, destacaron tanto el virtuosismo de los músicos como el buen criterio y determinación del director de orquesta. La batería y la percusión durante todo el show hicieron un trabajo minimalista y contundente, dejando lugar a que las cuerdas tomaran las riendas de la base rítmica. Sobre esto trabajó Trueno.

Pasaron muchos años, pero incluso los más despistados tuvimos alguna cercanía con el fenómeno de El Quinto Escalón. Ahí, aparecían pibes de todas las edades a demostrar su talento, pero Mateo Palacios -A.K.A Trueno- destacaba en los mismos términos con los que se define hoy día, como un “guacho atrevido”. Desde entonces, siguió compitiendo en batallas de gallos hasta ganar la Red Bull Argentina en 2019. Ese mismo año, explotó en popularidad con las sesiones junto a Bizarrap, llegando a convertirse una de ellas en el video de freestyle más visto del mundo.
Desde entonces, Trueno profesionalizó su carrera como lo hace un boxeador. Hoy en el escenario rapea, baila y hasta actúa, y abajo del escenario compone y graba discos que dan mucho que hablar. Como si fuera poco, Mateo Palacios se puede colgar otra medalla: es el artista que hizo masivo en nuestro país el género hip hop, no sólo con su sonido de calle sino también con su estética urbana norteamericana. Trueno le imprime su identidad barrial y todo su público abraza el combo completo como propio.
El pizzicato de los violines emulaba el motivo de “The Next Episode”, de Dr. Dre, en una introducción que daría pie a que Trueno empiece con: “Esto es real gangsta love”. El público acompañaba cada palabra y se empezaba a sentir atrapado por las butacas del teatro. Para cantar “Cruz” subió su partenaire KMI420 que, juntó con Pedro Peligro -padre de Trueno- estarían cubriéndole la espalda durante buena parte de la noche.

Además de temás como “The roof is on fire” y “Ohh baby”, Trueno también cantó sobre el arpegio de una guitarra clásica “Mamichula”, uno de sus primeros hits, donde la voz femenina estuvo a cargo de las coristas de la orquesta.
Cerca del final, el show llegó a su momento más alto con dos temas que reivindican lo nuestro. Por un lado, una flauta y un bombo legüero, en clave folklórica, abrieron paso a “Tierra Zanta”. Ahí, Milo J -que acaba de estrenar su último disco- apareció de imprevisto para acompañar a Trueno en el momento más emotivo del show. Por el otro, en la calma, una luz cenital se posó sobre Rodolfo Mederos, que se puso a tocar el bandoneón. Solo, por un rato. Toca y todo el público lo mira como hipnotizado. Con pocas notas, la guitarra clásica le da el pie a Trueno para cantar “Argentina”. La noche terminó con toda la potencia, haciendo saltar los tapones de la orquesta, con “Fuck Da Police” y “Violento”.