Un giro artístico aborda la impronta del cantante de 107 Faunos: una atrevida forma de enfrentar al mundo plástico que nos rodea.
Javier Sisti Ripoll, o simplemente Gato de los 107 Faunos, es una de las figuras trascendentales del sonido platense. Con su impronta de hacer lo que quiera, entre lo satírico y lo personal logra plasmar un disco conceptual en Aburrimiento suicida, en donde convergen distintos sonidos como el techno, kraut, deep house, entre tantos otros. Gato 107 juega con sintetizadores agudos y complementa con su voz, poemas personales chocan con la atmósfera eléctrica, filtros y distorsiones unen y compactan la voz.
Las canciones se presentan al unísono como un grito profundo y desesperado. De entrada, el título del álbum es una punta de esa temática, virando entre lo existencial y la crítica que se le puede hacer a la vida. “Hielo quebrado” o “Bardear y llorar” actúan como reflexiones o pensamiento intrusivos, mientras que “Black friday” o “N27” reniegan sobre el existencialismo o el consumismo.
Entre “Remera de Burzum” y “Luna congelada” encontramos cierta oscuridad, sugestionado por las voces, los temas inducen a un sonido ambient siniestro. Sintes, baterías de ritmos y un tipo de voz puntual crean estás sensaciones lúgubres.
Lo cierto es que cada canción comprende un universo un poco tétrico y desilusionado de la realidad.Aburrimiento suicida es un llamado de atención, también una forma de escape que quizás encuentre uno, algún tema que interpele situaciones de nuestro marco actual.
Siete temas alcanzan para girar y patearte la cabeza. Como si de un filtro se tratara, los puristas quedan afuera y los dispuestos a divertirse entran a jugar con este disco lleno de datos para loopear en la oscuridad.
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