Con el filo de la memoria como arma, el documental de Juanjo Pereira reflexiona sobre la dictadura de Stroessner y abre un debate en torno a los sistemas democráticos.
¿Cómo se construye un pueblo sin memoria? ¿Cómo estar seguro de quién sos si una parte de tu historia nunca te fue contada? Bajo las banderas, el sol (2025) persigue algunos de estos interrogantes mientras recupera el archivo de años olvidados a propósito. Paraguay comparte con muchos de sus países vecinos una historia marcada por dictaduras. Entre las décadas de los 60s y 70s, la región se vio atravesada por una violación sistemática de los derechos humanos, y en el caso paraguayo no solo tuvo la dictadura más larga de todas ellas sino que además, nunca fue reconocida como tal. Juanjo Pereira empieza a construir esta película como un vehículo para poder nombrar esta etapa tan fundamental de su país y en su documental nos muestra cómo se construye un relato cuando el material es casi nulo. Fundamentalmente abre un debate sobre las falsas democracias y el peso que tiene lo oficial al momento de conformar la idea de una nación.
En 1989 finaliza, después de 34 años, la dictadura de Alfredo Stroessner. Durante este tiempo, los medios habían sido intervenidos y lo que se mostraba además de ser una propaganda al gobierno, compartía una gramática del poder que englobaba el totalitarismo, la censura, y la construcción del concepto de nación a partir del artificio. El régimen no solo manipuló y estetizó la manera de representarse, sino que después lo desapareció. Sobre los restos y lo que quedó reconstruye Pereira. A partir de una búsqueda de material oficial y de otros países (Argentina, Brasil, Alemania, Japón, Estados Unidos, Taiwán, España, Reino Unido y Francia) Bajo las banderas, el sol logra representar la dictadura de Stroessner como un fenómeno prolongado, casi interminable en el que se despliega su lógica: las elecciones armadas, las obras monumentales, el silencio impuesto y la fuga final hacia un exilio sin juicio en Brasil.
Hay una generación entera que creció sin saber qué fue lo que pasó porque la dictadura de Stroessner nunca fue juzgada y por lo tanto tampoco es reconocida ni enseñada como tal. El nombre de Alfredo Stroessner no tiene el peso que le corresponde, no está asociado a su contexto. Es uno más de los presidentes de Paraguay y ese vacío en la enseñanza es una deuda vigente del gobierno con sus ciudadanos. La historia oficial se detiene casi con pudor en la Guerra del Chaco, lo que vino después fue olvidado como una elección consciente a favor del discurso que se busca construir, aún en la actualidad con el Partido Colorado ocupando el estado. Ahí es donde intercede Pereira para incomodar y abrir la puerta a nuevas interpretaciones.
En esos archivos, aunque estén filmados desde el punto de vista del poder, se ven vestigios de una memoria colectiva. Un archivo de una época, de los rostros testigos de la historia, su manera de vestir, la música que escuchaban, sus intereses. La gran hazaña del director es encontrar los detalles en el relato oficial: el quiebre, los gestos que detalan otro tipo de lecturas. Intenta hacer una deconstrucción de la imagen del poder y tomar, por ejemplo, la mirada al costado de una imagen en la que hace foco y se detiene para transmitir esa sensación, antes pasada por alto. Sin voz en off, el relato se construye desde las imágenes y lo ya dicho, pero dotándolas de otro sentido a través de la edición. El resultado es una experiencia sensorial, una película que no explica, que sugiere, que propone mirar, detenerse, hacer espacio para que la memoria se instale. Lo que arranca como una búsqueda personal se vuelve una especie de arqueología de la memoria: entre archivos dispersos, y registros que sobreviven de milagro al paso del tiempo. Pereira pone en juego no solo la memoria, sino la huella que dejó ese silencio.
Ganadora de esta edición del BAFICI en Competencia Internacional, Bajo las banderas, el sol estrena en un momento en que reafloran películas que retratan procesos dictatoriales en latinoamérica como lo fue Argentina, 1985 (2022) y “Aún estoy aquí” (2024). El caso de Stroessner puso en juego el concepto de democracia en su momento y hoy es un antecedente claro para pensar las nuevas prácticas democráticas que dejan margen para su propia manipulación. En tiempos de borramiento de la memoria, de negacionismo, documentales como este son un gesto de reparación, que aparecen con la necesidad casi imperiosa de ayudar a la memoria.
Paraguay no tiene una cinemateca o un espacio donde se resguarden sus archivos. Sin embargo películas como Bajo las banderas, el sol, que incorporan ese material, le devuelven de cierta manera su potencial político como campo de batalla para debates e intercambios. Al igual que la materia, la memoria ni se crea ni se destruye, se transforma y se apoya en lo efímero, en el gesto pequeño como aliados infalibles para mantenerse encendida.