Usted Señalemelo Obras Sanitarias

Con entradas agotadas, Usted Señalemelo rompió su primer estadio Obras Sanitarias

Después de un regreso íntimo en Vorterix, el trío mendocino abrió las puertas para celebrar su vuelta a los shows en un templo del rock colmado.


“¡Pará! ¡pará! ¡pará!” -le grita Juan a Cocó Orozco haciendo que cese de tocar unos teclados- “¿Qué pasa bobos? ¿Qué pasa bobas? Esto es Usted Señalemelo ayer, hoy y siempre… ¡Gracias por estar!”. Al mismo tiempo, camina por una pasarela en medio del mítico estadio Obras Sanitarias y pierde la mirada entre el público con una adrenalina total como si fuese la primera vez que ve a tantas personas extasiadas por la música que Usted Señalemelo hace. Es una alusión a la frase “;¿Qué mirás, bobo? ¡Andá pa’ allá!” que el futbolista argentino Lionel Messi había gritado días atrás luego de un partido contra Países Bajos por la Copa Mundial de Fútbol.

Su respiración, la forma en que su pecho se infla y se desinfla, da a entender que está agitado. La banda viene de casi cuatro años seguidos sin hacer un show en vivo ni publicar nada y en noviembre dieron un show en el Teatro Vorterix. Es entendible que quieran brindar un espectáculo con toda la energía posible, y de alguna manera lo están logrando. Luego de esto comienzan a tocar “Pana” del disco II, aquel que editaron en 2017. Sobre el fondo hay tres pantallas rectangulares en vertical que muestran a los miembros en color azul y algunas imágenes psicodélicas.

Son casi las siete y media de la tarde y apenas se puede caminar por la vereda de aquel icónico templo del rock ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde la Avenida del Libertador hacia las calles Manuel B. Sánchez y Núñez se despliegan tres filas que avanzan rápido; dos para platea y una para campo. Algunas caras más jóvenes parecen estar asistiendo a su primer recital y se entremezclan con los más veteranos. Los vendedores de bebidas ambulantes se desesperan por que alguien les compre algo antes de que el hielo de las neveras se les derrita por el calor de los días previos al verano. Adentro hay otra energía, una especie de tensión que se juega mirando atentos al escenario a la espera de alguna señal que implícitamente diga “Se viene Usted Señalemelo”. Para descontracturar un poco está el patio cervecero, donde algunas personas aprovechan a comprar algo para beber y sentarse sobre el pasto a charlar. Ese cartel colocado allí que dice “Vivo en Obras” realmente tiene sentido; Obras se vive a flor de piel, pero también es la casa de miles de artistas y de personas afines al mundo de la música.

Muchas veces los hogares son el lugar idóneo para las fiestas o celebraciones, y esta vuelta es una de esas. Ahora, como toda buena fiesta debe tener un buen plato de entrada o algo que al principio llame la atención de todos los invitados de tal manera que se vayan encantados por todo lo sucedido. Ese rol es el que juega Fermín Ugarte, quien hace poco lanzó el EP Mañana es peor. El cantante y compositor se sube al escenario acompañado por un DJ y un tecladista. Su camisa roja, que por delante tiene el dibujo de lo que parece ser un tigre, está abierta y en el medio deja ver una remera negra con una carita triste en blanco que es el logo de su último trabajo. Además lleva puestos unos anteojos para sol y unos pantalones cortos deportivos que le dan una gran flexibilidad a la hora de moverse por el escenario. Para romper el hielo tocan “Logos”, un tema que en cierto modo recuerda a Daft Punk y que forma parte de su primer EP, titulado Domiciliaria. Con pasos lentos cargados de cierto toque seductor, Ugarte conquista al público a pesar de ser casi un desconocido.

“Che, qué loco todo esto que está pasando. Yo estoy como… ¡La selección!”, dice Fermín y agita con el brazo izquierdo desde abajo hacia arriba a puño cerrado como si una sensación de gloria le corriera por las venas. Esa misma sensación es quizás la que hace que en “Luz y fuerza” se pueda ver cómo Ugarte señala hacia arriba con la mano derecha para luego tocarse el corazón al caer rendido con una rodilla al suelo, la otra arriba y su cabeza baja. Parece estar entregado hacia alguna otra persona en ese afán de que no “rompa su corazón” rendido por “un año fatal”. La presentación termina con “Dinamita” y aquel logo de la cara triste toma mucho más sentido con esa letra tan repetitiva que trata sobre “buscar algo nuevo”. De esa forma el artista deja la tarima caliente para una de las mejores bandas de los últimos años. Producto de esto y de ese fervor generado por la fiebre mundialista los espectadores comienzan a cantar “Abuela”, la versión mundialista de “Go West” de Pet Shop Boys.

Mientras tanto, de fondo suena música de suspenso a base de teclados y de alguna que otra percusión, lo que genera una sensación de profundidad entre la oscuridad de aquel gigantesco escenario. Algunas luces azules y blancas ubicadas a los costados del mismo apuntan al campo con una intensidad muy baja. Al mirar hacia el techo se observa una gran nube de humo artificial. De repente, sobre el suelo, en el fondo se encienden unos reflectores amarillos y se escuchan unos sintetizadores. Desde lejos se pueden vislumbrar a un bajista y un tecladista que acompañan al guitarrista Gabriel “Cocó” Orózco, el baterista Lucca Beguerie Petrich y el cantante Juan Saieg, quien además lleva colgada una guitarra. Mientras las pantallas muestran algunas imágenes psicodélicas, la banda arranca a tocar “Nuevo comienzo”. En ese momento toda la ansiedad se vuelca en un pequeño pogo y en el canto desaforado de una multitud.

Usted Señalemelo Obras Sanitarias
Foto: Guido Adler

El segundo tema es “Plastilina”, donde se puede ver a un Juan que se descuelga la guitarra para caminar por la pasarela, señalar al público, volver, bailar sensualmente y la agitarla una y otra vez. El cantante lleva puesta una remera negra ajustada con mangas de media y pantalones anchos plateados. Uno de los grandes momentos de la noche viene un tema después cuando las luces se apagan y comienza a sonar una percusión. De esa forma el vocalista se vuelve a colgar su guitarra y suben al escenario el trombonista Maximiliano Russo y el trompetista Fermín Echeveste de la banda Morbo y Mambo. Todo eso desemboca en “Pastizal”, tema que lanzaron en 2019 y que fue lo último que se supo de la agrupación antes de que desaparecieran. El escenario se transforma en una selva con imágenes de plantas diseñadas en colores fluorescentes y juegos de luces verdes, azules y blancas. Es como si esa historia fantástica de la canción se volviera realidad, como si realmente hubiesen estado perdidos y después de un largo camino se reencontrará con su público.

Para “Otra vez”, Gaby se sale de su posición para irse caminando hacia el lateral derecho. Mientras hace eso observa atentamente al público como queriendo devorar su atención y a su vez darles ese amor entre artista y seguidores que no puede faltar en un buen recital. Su camisa larga azul y la pollera escocesa van de un lado al otro y junto a su pelo largo rizado le dan un aspecto algo místico. En sintonía con esto, el estribillo “Otra vez llegó y de alguna manera / siempre estás acá” genera una especie de simbiosis entre los espectadores y el power trío que deja en claro la necesidad que ellos tenían de tocar en vivo. Luego de esto estrenan “Las flores sangran”, canción que recuerda mucho a Soda Stereo tanto con esa sensualidad que imponían en muchos de sus temas, así como en la energía que transmitían en vivo. Sin embargo, el estribillo pone en esa estética musical indie con coros agudos que resaltan casi a la par de la voz principal.

Ni bien terminan, las luces se apagan y empiezan a tocar “Seis” como una introducción a “La bestia”. Durante los primeros minutos de esta canción, el bajista y el tecladista pasan a estar en un tercer plano desde la oscuridad dejando una sensación de soledad e intimidad para con el trío, que están alumbrados por algunos reflectores. Sin embargo, hacia el final se los vuelve a alumbrar y retoman su presencia. Casi al principio, Juan se sienta frente a la batería mientras Cocó toca viola y se pasea por todos lados. En un momento el guitarrista se sienta al lado pero no tarda en volver a pararse. Ese ritmo se aguanta durante casi todo el show; de a ratos se pone inquieto, pero luego retoma su lugar. A los pocos minutos Saieg deja de cantar y Orozco toma su micrófono para continuar con la canción. Ese tiempo es algo mágico porque lo saca de sus casillas para ponerlo al frente del barco y después devolverle el protagonismo a Mango. Por detrás, Lucca mete algunas percusiones muy disimuladas para marcar el tempo. El baterista, que quizás sea uno de los mejores de Argentina, sabe muy bien donde hacer de las suyas y poner su creatividad a jugar.

Usted Señalemelo Obras Sanitarias
Foto: Guido Adler

El tema funciona muy bien como una apertura hacia “Textos”, donde Mango vuelve a colgarse una guitarra eléctrica. De repente todas las voces del estadio se unen para cantar el estribillo “Sabes donde voy, no sabes dónde estoy / ¿Quién me llevará hasta vos?”. De esa forma se abren el paso para tocar “Nena”, una balada romántica nueva con aires de fantasía que se gana la atención de todos los espectadores. El ambiente se vuelve más calmo cuando las luces se vuelven a apagar dejando a la banda iluminada por un par de reflectores rojos y estos tocan “Rhodulo”. Ese jazz sirve como entretiempo para que tanto Fermín como Maximiliano vuelvan a subir para “Siento”, donde la gente se corea hasta los vientos. Sin embargo, acto seguido empieza a sonar “Alfredo” y hacia el medio una mano revolea un vaso con alguna bebida, lo que indica que lo mejor está por venir.

Durante algunos segundos un silencio inunda el estadio y es roto por Saieg cuando explica que, “Hay que hacer un bache porque Lucca rompió el bombo y el tacho”. Mientras vuelve a caminar lentamente sobre la pasarela agrega que, “Este show es una especie de transición hacia la nueva era dorada”. Los espectadores se aprovechan de la situación para cantar “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar” una reversión oficial de “Muchachos, esta noche me emborracho”, de La Mosca Tse-Tse. La atención se desvía del fondo cuando Saieg se vuelve para buscar a Cocó y empiezan a tocar “Agua marfil” posicionándose agachados nuevamente en el frente. A estos dos se suma Beguerie, quien sale desde el lado derecho del escenario para pararse entre medio de ambos. Luego de esto se agacha y el cantante le ofrece el micrófono, a lo que este aprovecha para cambiar la letra y cantar un “Corramos Lio, no mirés atrás”. La canción termina con todos retomando sus posiciones y el vocalista desviviéndose de cara al público como si algún recuerdo triste se robara su cabeza y la tomara por completo. Todo vuelve a su ritmo con “Tu salto”, donde miles de manos demuestran estar en la misma órbita que los músicos dejando hasta la última gota de oxígeno en sus pulmones para cantar aquella poesía con toques de ciencia ficción espacial.

Otro punto fuerte se da al tocar “Mañana”, cuando Gaby termina de desatar aquel nudo que casi no le dejaba moverse de su lugar sin los demás para animarse a recorrer la pasarela solo. Ni bien la pisa, lanza un solo de guitarra espeluznante mientras se muerde los labios como si realmente pudiera saborear ese sonido rockero que a más de uno de los presentes le pone los pelos de punta. Pero lo mejor viene después con “Laser 420”, momento para el cual Lucca parece no dar más del cansancio y abre la boca para respirar mientras algunas gotas de sudor salen desde su frente y le recorren toda la cara. El último estribillo termina de romper el pogo con una decena de vasos de agua o Coca Cola siendo lanzados desde todas partes del estadio. En ese preciso instante el olor a transpiración colma todo el predio y es la señal de un trabajo bien hecho que continúa de una manera mucho más tranquila con “Puedo morir, puedo caer”.

Al terminar, todo se oscurece salvo el fondo, que queda iluminado con rojo y las pantallas, que muestran unas animaciones similares a cometas que se mueven hacia arriba. En simultáneo suena música electrónica, que es acompañada por un juego de reflectores de luz blanca que siguen el ritmo. Mientras tanto, algunas personas entre el público bailan sorprendidos por ese cambio tan radical que recuerda un poco a Hernan Cattaneo y a otros DJs de ese estilo. Pero nada es en vano y enseguida comienza a sonar “Agüetas”, cuya melodía orgásmica sirve para terminar de entrar en transe y relajarse. En línea con esto el final se lo lleva “Big bang”, que combina la euforia y la alegría del pogo brindadas desde el principio con aquella energía sexual que se fue desplegando durante todo el recital para explotar en los dos temas anteriores. Eso último se observa en las pantallas, que muestran a los músicos bajo los colores del arcoíris como un estímulo visual que en conjunto con toda la iluminación producen una atmósfera idónea para encarar a alguien y besarse desenfrenadamente.

Con show impactante, la agrupación mendocina que estuvo desaparecida desde 2019 demostró seguir más viva que nunca y no solo eso, sino que también adelantó algunos temas de su próximo trabajo. Además se trata de su primer estadio Obras Sanitarias y agotaron entradas, por lo que demuestran ser una banda con la capacidad para crecer a dimensiones mucho más grandes. Un cantante que sabe jugar con su voz entre los agudos y los graves, un guitarrista cuya técnica es brillante e infalible y un baterista que va desde lo simple hasta lo complejo son la combinación perfecta para generar ese “big bang” y “explotar”. Por otra parte, la banda anunció una gira internacional que los llevará a tocar en diferentes festivales el año que viene. En primer lugar, el 17 de marzo se presentarán en la edición chilena del Lollapalooza. Luego estarán brindando un show el Asunciónico de Paraguay el martes 21. En México estarán el 31 de marzo formando parte Pal Norte en Monterrey y el 2 de abril desembarcarán en la capital del país durante el Ceremonia. En cuanto a España, la banda tocará en el Primavera Sound de Barcelona el 29 de mayo y en el Primavera en la Ciudad de Madrid el 6 de junio.

Usted Señalemelo Obras Sanitarias Gabriel Orozco
Foto: Guido Adler
Usted Señalemelo Obras Sanitarias Juan Saieg
Foto: Guido Adler

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