Con el eclecticismo y la experimentación de guías, Fede Milstein nos conduce entre beats y rimas mutantes que escapan de la fácil clasificación.
Lo mejor de ¿De qué sentido común me estás hablando?, el álbum debut de Basket, es que no solo es un gran primer paso en el formato larga duración, sino también una bocanada de aire fresco para los oídos. A lo largo de la placa, Federico Milstein, ex-guitarrista de Arcos, demuestra que no le tiene miedo a la experimentación, probando su suerte entre diversos géneros e influencias. Si bien anclado principalmente, al menos desde lo vocal, en rimas y cadencias de tinte hip hop -cancheras, rápidas e infecciosas-, los beats saltan de forma inquieta de tema en tema, desafiando la fácil clasificación.
“Sentido común”, la primera canción del álbum, da comienzo con un sample de película de antaño para rápidamente mutar en un groove de house funky y pegadizo. “¿Qué vas a hacer para diferenciarte?”, lanza Basket tras un cambio de beat. Su respuesta parecería ser tomar un poco de cada lado, meterlo en una licuadora y ver qué sale. Ante todo pronóstico, el Frankenstein musical funciona: el eclecticismo, nunca agotador, da a la placa un aire juguetón y demuestra -sin presumir- las inquietudes sonoras del artista.
Hay puntos de contacto o referencias -el rap mutante marca 90s de Beck, el hip hop rockero de Molotov, acentos inclasificables a lo Illya Kuryaki- pero el resultado final es propio de Milstein, posicionándolo como una voz a la cual prestar atención. Entre cada volantazo estilístico, de la base breakbeat de “Chispas All Around” al collage lisérgico de “Pinche gringo”, Basket se muestra un logrado conductor de orquesta, guiando al oyente con sus rimas voladas y desafiantes. “Pienso todo el tiempo por encima del resto / solamente lo hago, me mantiene contento”, desafía en “Bullrich 55”. En “Gwen”, la agita bien directo: “¿Qué me estás tratando de decir? / En lo que a mí respecta, solo sos un gil”.
Cerrando tras poco más de 20 minutos, el disco presenta a Milstein como un alquimista hábil, capaz de dar coherencia a retazos musicales aparentemente contradictorios. El nombre del trabajo no podría ser más apto: parecería ser la respuesta de su autor a la pregunta sobre si el experimento va a funcionar. El sentido común nos diría que no lo va a hacer, pero Basket nos devuelve la pelota: ¿De qué sentido común me estás hablando?
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