Luego de dos años de trabajo junto al productor Diego Acosta, se estrenó Medianoche Radio Club, el segundo lanzamiento discográfico de la artista porteña.
Cuando el sonido electrónico se apodera del querido pop-rock se forma la banda sonora perfecta para una noche llena de bailes lentos, seducción, confesiones y todos los climas propios de una aventura nocturna que encontrará su fin en el amanecer. Podemos describir el segundo disco de Jazmín Esquivel con esta sentencia optimista, el cual juega con este abrazo de géneros e inaugura una nueva época sonora en su carrera musical.
Jazmín ha dejado atrás los instrumentos de cuerdas como protagonistas, el aire folk y las percusiones analógicas que caracterizaron Púrpura, su anterior álbum. En esta nueva publicación su obra se ha sumergido en un mundo tecno, abandonando el ambiente rural para adentrarse en un mundo urbano y oscuro. Los sintetizadores oníricos, las voces con reverb y los bits bailables son los nuevos protagonistas de MRC.
Medianoche Radio Club está compuesto por diez canciones. Cada una es un mundo aislado y al mismo tiempo están integradas a un todo más imponente que la duración del track. Todos los temas comparten una lógica sonora y lirica, más allá de la autonomía que pueden cobrar con los arreglos finos propios de esta sonoridad tecno. Esto hace que el disco sea un autentico recorrido.
El disco inicia con “MRC“, las iniciales del nombre del disco nos dan la bienvenida a un mundo en el que todavía no nos hemos adentrado de la mano de Esquivel. Ideal para todo inicio, el ambiente generado en la primera canción es nos invita a sumergirnos de a poco en el entorno subacuático que se mantiene latente en toda la obra de Jazmín. Esta suerte de submarino está logrado con los ruidos ahogados, efectos reverberosos que decoran tanto la voz como los colchones instrumentales. Se destaca la voz dulce y versátil de la cantante, ya que dirige el ritmo y los segmentos de la canción.
El aire submarino es interpelado por el beat bailable y las guitarras funkys de “Y regalámelo”, track que le agrega dinamismo al inicio del disco. Instrumentalmente todo aparenta estar más al frente, acompañando a la protagonista en este panorama sonoro. Este tema, además, nos regala uno de los estribos más memorables al reiterar: “Quiero, pero no puedo / me dijiste“. Algo similar ocurre más adelante con “Historias“, la cual mezcla el clima onírico con una base que va al frente: “Tus demonios van a / llenarte las historias / que no contás“.
La voz retoma su protagonismo en el tercer tema del disco, “Nunca te tuve”. Una intro casi a capella revela una voz agónica y rodeada de eco, que emula el encierro y la soledad. Una guitarra lejana que encarna de a poco la frontalidad del sonido se cohttps://www.youtube.com/watch?v=oYmWkTamyvE&ab_channel=Jazm%C3%ADnEsquivelntagia de la voz que va cargándose de rabia. La fuerza del tema deambula, va y viene, como un péndulo. De la misma manera realiza su escalada “Todos quieren algo de mí“, en donde los instrumentos se asoman tímidamente hasta que la canción toma forma.
El sonido lo-fi, que últimamente estuvo de moda para ambientar nuestras actividades durante el encierro, ha tenido su influencia este lanzamiento. “Misiones“ protagoniza este clima, además de dejarnos otro gran estribo que convoca la complicidad de una seca en el monte (“fuego para mí / fuego para vos“). El intercambio entre instrumentos es más notorio y contrasta, como dos polos opuestos, con su antecesora. Las percusiones, las guitarras y los juegos de intensidad se ponen de manifiesto por primera vez en el disco.
“No puedo volver” es una canción brillante, lenta y desgarradora. Los punteados de sintetizadores ayudan a intercalar entre una Jazmín pausada y moribunda y una Jazmín rapera, que acelera su ritmo sin dejar de proclamar las carencias, cantando: “Quiero poseer lo que hoy no tengo / ¿cuánto hay que esperar?”
El final del disco toma mayor fuerza y pasos de baile, teniendo a las ya anticipadas “El chico de la película” y “Una mierda” y, como agregado del disco, “La última”.
En este final se encaran diversos matices característicamente más rabiosos que los anteriores temas. Desde el bombo en negras y el bajo octavado que choca con un estribo risueño de “El chico de la película”, pasando por la letra furiosa y combativa de “Una mierda” que no vacila al gritar “Te calmas o te calmo yo”, hasta llegar a la pieza más rockera (“La última”) del disco, por sus desafiantes y sólidos riffs de guitarras.
Acompañada por Flor Iribarne (sintetizadores, teclados y bajos), Mauro Arizzi (baterías y percusiones) Martín Insúa (guitarra eléctrica) y Joaquin Muriel (bajo) Jazmín nos regaló diez canciones, varios videoclips que acompañan el disco y una metamórfica experiencia que transcurre en este hermoso Medianoche Radio Club .