El artista charló con Indie Club sobre su reciente disco, Pasado mañana, y todo lo que su universo plantea: sus influencias de joven y la nueva música por venir.
Galean parece no frenar nunca. Acaba de sacar su tercer disco como solista, Pasado mañana, y durante el año pasado lanzó dos EPs de cuarentena con varias músicos como colaboradores. Además, estuvo en la banda Aloe durante 2014 y 2019, año donde sacaría El mago, su segundo LP en solitario.
“Siempre está adentro mío esa cuestión más ecléctica”, explica Rodrigo Lalli Galean, después de revelar que ya tiene fecha para grabar dos nuevas canciones en un estudio, a días nomás de haber publicado Pasado mañana. “Una es un candombe y la otra es un bolero. No es que yo sea músico del género latinoamericano, pero me rodeo de esa música y me inspira. Me da la libertad de poder hacer ese género, como C. Tangana, salvando las distancias”, añade el guitarrista, sin ansias de entrar en comparaciones.
Descrito como “la forma máxima” de los álbumes que hizo, Pasado mañana viaja en el tiempo y cuenta historias que todavía no pasaron. Con una armonía compleja, una poesía inquieta y una producción moderna, Galean plasma en ocho tracks (más un remix) sus percepciones sobre el pasado, presente y el futuro.
¿Estás un poco cansado de que te relacionemos con Spinetta?
No me molesta para nada, aunque trato de no llevarlo para ese lado. Es un personaje muy admirable y ya la comparación te ubica en un lugar inferior. Por un lado me parece un honor, pero por otro es como… ¿Todos los que hacemos acordes raros nos parecemos a Spinetta, entonces? Sí siento que hay una similitud, como un camino, una búsqueda de autenticidad… Explorar lo raro desde lo pop o lo pop desde lo raro. Escuché a Spinetta pero no soy mega fanático, hay más una hermandad que admiración.
¿Qué otras influencias te reconocés?
Hay bastante del rock nacional argentino, pero el viejo. Estos seres de los ’60, Lito Nebbia; yo era fana de Los Gatos porque mi viejo me pasó un cassette. Los Beatles, Los Gatos; esa canción simple, profunda, que te está transmitiendo algo pero que de repente tiran una armonía distinta, sin llegar a ser rara. Después sí fui descubriendo Pescado, Spinetta, Serú, pero ya más grande, a los 20 años. Hasta los 20 no escuché a Spinetta. Yo estaba en la banda Aloe y me decían: “¡Las cosas que hacés vos son re Invisible!”, y yo les respondía: “¿Qué es Invisible? Nunca escuché”. Y ahí se me abrió un universo donde dije: “Ok, puedo hacer esto, esto tuvo un lugar en la historia”. Porque hasta ese momento me sentía bastante huérfano. Hasta la adolescencia, mis letras pasaban por otro lado, no tan poéticas quizás, más barriales. Con todo ese bagaje también vino King Crimson, música psicodélica… La música de Uruguay me gusta mucho, El Príncipe, Eduardo Mateo.
En tu release de prensa hablás sobre la vanguardia, lo futurista y lo que representa Pasado mañana para vos. ¿Creés que va a ser una experiencia diferente escuchar Pasado mañana en un futuro?
Ojalá se reinterprete. Todo reinterpretado está buenísimo. Pasado mañana cierra una etapa que había arrancado con mi primer disco. En un punto, me saca una mochila de encima. Siento que Pasado mañana es la forma máxima de algo que hice. Tejiendo la marea (2016), mi primer disco, es muy serio. Es como lindo, y eso a veces hace que no sea del todo fluido. O sea, está buenísimo el disco pero es como muy “señor disco”. Era otra época, 2016, yo estaba en Aloe todavía. Después de eso salió El mago (2019), que lo grabé todo en mi casa. Ahí me permití jugar un montón, improvisar y probar todas las locuras que ya hacía, pero que quizás en Aloe no me lo estaba permitiendo tanto porque era una banda más seria. Pasado mañana es la mezcla de los dos, tiene eso creativo medio loco, pero también un audio mucho más hi-fi, una búsqueda más correcta de la obra.
Y ahora ya estoy muy en otra, ya estoy preproduciendo el cuarto disco, tengo como 30 temas nuevos que me encantan. Los dejé de escuchar porque siento que los voy a quemar. Es algo más pop, mas directo, mas simple, mas volver a la canción. Recién este año descubrí El amor después del amor (disco de Fito Páez) y es un discazo, hit tras hit. Transmite algo muy increíble, estoy intentando ir hacia esa simpleza: acordes más simples sin dejar de ser lo que soy. Quiero crecer pero no venderme a un modo exitista de componer para lograr ciertas cosas. Crecer a mi modo, que es la única manera.
Con Juan Mango charlamos sobre la alquimia en sus canciones, cosa que también la noto en las tuyas. ¿Te pasa a vos también?
Para mí, las canciones son un viaje, de principio a fin. De repente una canción arranca en una tonalidad y termina en otra que nada que ver, a veces sin pensarlo. En ese raptus creativo hay como una locura, una emoción de niño, que me genera estar componiendo una canción. Y cuando la escucho, gozo. Lo que más me hace disfrutar es que la canción mute adentro de ella.
A mí me tocó reseñar “Ave atonal” y lo describí como un “indie progresivo” y sentí eso mismo que decís, pasan muchas cosas en dos minutos y medio.
Sí, hay algo orgánico ahí que a veces va a ser más pensado y a veces menos. La mayoría de las veces es como que va apareciendo. Hace un tiempo que no compongo porque estoy con muchas cosas, sacando el disco, grabando, jammeando, jugando y no le doy espacio. Ahora voy a grabar el próximo disco y va a ser una producción mas lenta. Pasado mañana tardó un montón en salir, por eso también el nombre. Yo ya lo tenía en el cajón desde antes de la pandemia, esperando por el momento indicado. En marzo saqué “Esperar sin esperar”, que iba a ser parte del disco, pero llegó la pandemia a los días y decidí tomármelo todo con calma y no apurarme para sacar un disco que no sabía si iba a tener el efecto que quería que tuviera. Si bien algunos discos salieron cuando arrancó la pandemia, al principio era de lo único que se hablaba, todos los medios hablaban de eso. Cuando saqué “Ave atonal” se decretó de vuelta la cuarentena y fue bastante duro para mi ser, que quiere tener todo bajo control, porque la vida me dijo: “Loco, no tenés el control de nada, disfrutá”. Así que este disco fue un gran aprendizaje de eso.
¿Cómo fue trabajar con Esme Escalante? ¿Cómo fue el contacto con los artistas que colaboran en Pasado mañana?
Salvo con Darío (Jalfin), que le escribí para que participara y se re copó, con Esme, Cande (Zamar) y Juan (Mango) somos re amigos, nos re queremos y admiramos. Fue re fluido, yo la estaba conociendo a ella gracias al Chacal, que es como un gestor cultural. Yo la había escuchado a ella cantar “Millones” en un fogón, y al otro día volví a mi casa, compuse “Ave atonal” y fue como “este tema está inspirado en Esme, quiero que lo cante”. Ella se re copó, de hecho el videoclip lo filmamos en su casa.
Con Juan podría haber elegido otro tema, tipo el más hitero, el más pop… Sin embargo, ese tema (“Ahora”) es más distinto a lo que él hace, si no era como hago un tema parecido a él y lo invito, no tenía mucho sentido. Y con Cande tenemos también un amistad de hace muchísimos años y le busqué el lugar. A veces me pasa que hago un tema y digo: “Lo quiero hacer con tal artista”, pero pasa el tiempo y pienso: “No, mejor este tema lo hago con tal artista, y tal tema con tal otro”. La idea y la inspiración van bajando a la realidad y voy viendo.
El primer corte de difusión fue “Øval“, que es el más raro, el más electrónico. ¿Cómo fue esa elección?
En ese momento estaba trabajando con un sello y teníamos un delirio en la cabeza sobre lo que queríamos transmitir, que después no se llegó a entender del todo. Saqué “Øval” y la recepción fue dividida, a algunos les encantó y a otros fue como “mmm, medio raro, ¿qué onda?”. Me sentí un poco mal la verdad, porque fue como “uf, no estaba esperando esta respuesta”, pero ahora que salió el disco entero, “Øval” entró en playlists y siento que está teniendo el reconocimiento que se merece. Es una canción bastante osada, teníamos una visión de un disco conceptual, en vez de abrirlo con un hit, abrirlo con una intro. “Øval” es como una intro que te dice: “Che, se viene este mundo nuevo, electrónico”. Después medio en el camino nos fuimos dando cuenta que esa estrategia no me iba a funcionar y había que jugar un poco mas. Estaba pensando demasiado todo y por momentos no estaba siendo orgánico, era muy lineal. Entonces solté eso y empezaron a pasar cosas copadas. Ahí saqué “Ave atonal”, con el videoclip en Super 8, después salió “Sube a la nube” con un videoclip que hicimos en Córdoba en el verano, que ni en pedo fue como esperamos. Estábamos buscando unas nubes con sol y nunca hubo sol (risas). “Querés nubes? te doy niebla”, uno no tiene el control. Todo llega cuando tiene que llegar y como tiene que llegar.
Mi preferido es “No mentías”, ¿qué ruptura retrata la letra?
A veces tengo la facilidad de evocar sentimientos que están negados o reprimidos, tanto por mí como por la sociedad. Entonces quizás en ese momento yo no estaba atravesando por una ruptura literal, pero sí todas las rupturas que habité y todas las rupturas que vendrán, y todas las rupturas que las demás personas sufrieron. Como que tengo esa antena para conectar con el colectivo. A veces está bueno y a veces es un garrón, te sentís mal y no sabes por qué. Todo el 2019 y 2020 estuve atravesando una separación, “No mentías” es re triste pero todavía no había cortado con esa persona cuando la compuse. Habla de un futuro, por eso Pasado mañana creo que tiene muchos significados, porque a veces habla de algún futuro: “Algún día ‘hola’ va a ser ‘chau’”.
Hago muchas paráfrasis dentro de las canciones porque forman parte de algo similar. Es loco que te guste ese tema porque a la mayoría les gusta, y yo lo grabe de una manera re lo-fi: guitarra de línea y voz grabada con un dinámico viejo. Era al que menos fe le tenía, el más desnudo, el que más me deja pagando, arranco con un falsete… Los temas que estoy haciendo ahora van más por ese lado. Me di cuenta que poder hacer algo identificable es mucho más comprometido con las personas, con mi lugar como artista. La forma de transmitir un mensaje tiene que ser clara. No me pongo en salvador, en militante de la cultura, porque no soy así, porque mi forma de militar la cultura es a través de la poesía, pero, ¿cómo? Más simple, así: “no mentías”.
El arte de tapa es un cassette/magazine, pero a la vez con ese mundo verde sobre otro más devastado. ¿Cómo lo hiciste?
Durante el verano estuve 2 meses en Córdoba y fue muy ida y vuelta sobre del concepto que quería transmitir. El nombre surgió en el verano: yo el disco lo tenia terminado pero no tenia nombre. A mí me gustaba mucho lo que hace Franco Ballester, unos renders 3D. El disco se llama Pasado mañana y tenía dos mundos, un objeto que es del futuro pero lo encontrás en el pasado y viceversa. Eso lo relaciono mucho al disco, ojalá que en el futuro escuchen mi disco y digan: “Este pibe estaba bajando una data, no era un loquito” o “sí era un loquito, pero igual estaba bajando una data” (risas). Mi cuerpo ya no va a estar pero la música va a seguir ahí. Pero sentía que no se terminaba de retratar esa cuestión del pasado, el render 3D es muy futurista, muy frío. La imagen es muy realista, te genera una sensación en el ojo medio rara, como que no estamos acostumbrados a ver objetos realistas pero en 3D. Entonces a mi novia se le ocurrió la idea del cassette. Llame a @dietcokeplease, un pibe de 20 años muy talentoso, y él re cazó la onda del cassette por más que no haya crecido con eso.
¿Hay fecha presentación del disco?
En diciembre voy a presentarlo con full band, invitades, todo. A mí me gusta hacer todo con fuegos artificiales. Y ahora voy a ir confirmando fechas en Misiones, Córdoba, San Juan y Mendoza. Voy a ir solo y disparando las pistas, ya estuve armando las sesiones para que no se sienta que estoy yo solo tocando. El año pasado hice un streaming con pistas y voz que lo vio bastante gente. El streaming está buenísimo, en algún momento lo voy a resubir.
Si tuvieras que armar un festival con cinco artistas del indie, ¿a quiénes elegirías?
El line up tendría que ser gigante (risas). Me encantaría hacerlo con Weste, Juana Aguirre, Fermín, Juan Mango y Paul Higgs.