La cordobesa fusiona géneros latinoamericanos con orquestas bajo la producción de Juan Campodónico.
Las tres canciones que Zoe Gotusso había lanzado en solitario (a la par de su carrera en Salvapantallas) buscaban diferentes destinos musicales. “Un bossa +” era lo que decía el título, “Monoambiente en Capital” tenía una vibra más SMS y “Calefón” fue el germen de Mi primer día triste, el álbum debut de la cantante.
Zoe viajó hasta Uruguay, alquiló un departamento y se quedó allí durante todo el proceso de grabación. Su amor por las identidades musicales del país vecino (tanto en sus géneros como en sus representantes) quedó retratado en la versión de “Amándote”, de Jaime Roos, uno de los artistas más icónicos de la cultura uruguaya.
Para sumarle más ingredientes “celestes”, convocó para su equipo a Juan Campodónico (Jorge Drexler, El Cuarteto de Nos, La Vela Puerca) para que produjera enteramente el trabajo. Además del formidable ingeniero de sonido Julio Berta, los históricos Hugo Fattoruso (piano) y Martín Ibarburu (batería) se sumaron a Diego Mema (guitarra), argentino y compañero hasta el final de Salvapantallas.
Como era de esperarse, la calidez abunda en Mi primer día triste. La presencia en primer plano de instrumentos acústicos (guitarra, percusión, violines) otorgan a las letras íntimas de Gotusso un cómodo lugar para explayarse. En “Desnuda”, insinúa: “El otro día te vi, estabas más linda / me dieron ganas quizás de ser lo prohibido“.
Pero sin dudas el instrumento principal es la voz de la cordobesa. Estas dulces melodías son complementadas con diferentes juegos vocales, sean susurros (“Ganas“), silbidos (“Ya”) o simplemente onomatopeyas (“Mi primer día triste”, “María”). Además, Zoe utiliza su registro grave de una manera muy particular, ya que al esforzarse para llegar a notas casi imposibles genera un timbre único y tambaleante.
La producción de Campodónico tiene un aporte fundamental en el disco. “Cuarto creciente“, “Desnuda” y “Ganas” revisitan sus partes A o B y crean estas nuevas partes C repletas de cuerdas mientras que “Ya” y “María” no tienen miedo en acercarse a lo electrónico y al acústico, respectivamente.
Además del indie pop electrónico que ya escuchábamos en Salvapantallas, que ahora lo vemos de forma acústica en “Ganas” o “Desnuda”, también podemos encontrar un bossa en una versión acústica y otra con banda (“María”) y un candombe con la clave de son bien marcada (“La culpa”).
Era usual escuchar el cover de “Amándote” en los recitales de Zoe. Comparado con el track de Sur (1986), posee un tempo más lento y una instrumentación mucho más desierta. Los contratiempos originales -típicos del candombe- se transforman en un arpegio infinito de guitarra que no necesita de los tamboriles ni los teclados grabados en el “Amándote” primigenio.
Mi primer día triste no es un disco oscuro o aquejado, ni tampoco quiere representar a la tristeza. Lo que muestra es la fragilidad y honestidad que siente Zoe al exponerse con sus canciones, tan enérgicas y cargadas de afecto.
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