En su nuevo disco, Viagra Boys entrega una dosis de punk distorsionado, humor absurdo y crítica social feroz.
Con Viagr Aboys, la banda sueca vuelve a demostrar que el caos también puede tener estructura. El disco propone un recorrido áspero y ruidoso que logra transmitir algo genuino. Viagra Boys encuentra belleza en lo grotesco y sentido en el caos.
El álbum abre con “Man Made of Meat”, un tema que se burla de las últimas obsesiones de la cultura yankee: la perfección e idealización del cuerpo, el capitalismo y de la vida moderna. La letra hace referencias a OnlyFans y cadenas de comida rápida. Todo está dicho con humor, pero hay incomodidad de fondo.
En “Uno II”, inspirado en el perro galgo del cantante, se percibe un sonido más trabajado. La producción, a cargo de Pelle Gunnerfeldt, introduce teclados y saxofones que enriquecen la textura sin perder la energía punk. Es un cambio sutil, pero significativo en la evolución del grupo.
Las letras combinan humor negro con desesperación, y la música acompaña esa tensión constante. Es un disco que no pide permiso para incomodar. Cada canción desafía la noción de lo “escuchable”, pero sin caer en el capricho. Todo parece tener una razón, por más absurda que sea.
Una especie de crítica generacional al sinsentido contemporáneo sin pretensiones de resolver algo. No hay respuestas, solo preguntas gritadas al aire sobre una base de bajo distorsionado.
Viagr Aboys no es un álbum amable, ni accesible: suena sucio, urgente y en ocasiones irritante. Pero esa fricción es lo que lo hace valioso. En tiempos donde muchos artistas buscan agradar, esta banda apuesta por el impacto.
Desde una mirada indie más tradicional, el disco puede resultar excesivo. Pero para quienes buscan una propuesta que rompa con lo conocido, este trabajo ofrece una experiencia potente. Entre gritos y saxos desafinados, Viagra Boys vuelve a incomodar con estilo.