El noveno disco del rapero viene con una propuesta diferente: no quiere profundidad, no quiere que lo filmes, quiere que bailes.
A menos de un año del lanzamiento de Chromakopia, un disco introspectivo y cargado de simbolismo, Tyler, The Creator decidió sorprender con Don’t Tap the Glass, su noveno álbum de estudio. Diez temas, menos de media hora y una consigna clara: moverse. Acá no hay personajes ficticios, hay estética retro y una declaración contra el ojo vigilante de las redes sociales.
Tyler abre el disco con tres reglas: bailar, dejar lo profundo de lado y no usar teléfonos. Si lo explícito no alcanza, “Big Poe” lo refleja: entre un feature con Pharrell Williams, bajos gruesos y referencias al hip hop de los 90s, invita a levantarse de inmediato.
Con diez tracks, ninguno de más de tres minutos, Tyler juega con el funk, el house, el hip-hop y algo de techno. Todo bajo una producción cuidada, pero que no pretende sobrecargar. En las letras no hay pelos en la lengua, hay producciones oscuras y el humor ácido que lo caracteriza. Pero también hay lugar para “Sugar on my tongue” y “Ring Ring Ring”, un poco más románticos sin volverse demasiado profundos.
En “Sucka Free” hay detalles bien noventeros, con un talkbox y sintetizadores que reflejan la inspiración sonora del disco, que además está lleno de samples del hip hop. La estética de la portada también es una declaración: cadenas grandes, cuero y lentes vintage.
Con Don’t tap the Glass Tyler no pretende mostrar un personaje o lograr un concepto como en proyectos anteriores. A través de Instagram publicó un post en el que explica: le pregunté a sus amigos por qué ya nadie baila en los boliches. La respuesta fue clara: miedo a que los filmen.
Este disco es una provocación a la falta de expresión, a los recitales llenos de celulares (de los que ya se quejó en su set de Coachella el año pasado) y el qué dirán. También funciona como un homenaje al disfrute, la expresión corporal, lo exagerado y hasta ridículo. Es por eso que no solo lo presentó con una listening party, sino que también organizó eventos en ciudades como Nueva York y Los Ángeles, donde el requisito fue simplemente bailar.